OneShots STony.

Tres no son multitud

Tony se encontraba en su taller mientras revisaba unas lecturas muy extrañas que se habían intensificado en los últimos días. Estaba hablando con Reed sobre el suceso por medio de su celular cuándo el taller tembló y un portal se abrió a unos metros de él.

- ¿Tony? ¡¿Tony?! ¡¿Todo bien?!

El genio escuchaba a Reed frenético al otro lado de la línea pero no podía hablar por más que quisiera. Lo que había salido del portal no podía ser cierto.

La puerta abriéndose y pasos apresurados lo hicieron mirar hacia ellos encontrando a un preocupado Steve Rogers acercándose a él, llevaba su camisa y pantalón para hacer ejercicio, su cabello estaba húmedo y desordenado, sus nudillos envueltos en vendas.

- ¿Qué pasa, Tony?

- Y-yo creo que estoy viendo visiones.

La mirada café del genio iba desde el hombre frente suyo hacia el portal que el rubio aún no había notado.

- ¿Qué ves con esa expresión?

Steve miró lo que Tony miraba y sus ojos se ampliaron, sus pupilas escaneando al intruso que mareado se había deslizado en el piso.

Tony al fin pudo salir de su estupor y respondió a Reed que seguía llamándolo amenazando con ir a la Torre.

- Reed, todo está bien. Sólo fue Hulk jugando de nuevo a romper todo.

- ¿Seguro, Tony?

- Seguro, Reed. Debo ir a arreglar y regañar a un hombre verde.

El Sr. Fantástico se rio para luego suspirar aliviado.

- Entiendo, tengo dos hombres que se comportan cómo niños en casa también.

- Mandales Saludos y a Susan.

- Por supuesto, nos vemos Tony.

- Nos vemos.

La comunicación se cortó y toda la atención del genio se volvió a la figura sentada en el suelo.

- ¿Es quién creo que es?

El Capitán había formulado lo que Tony se estaba preguntando.

- Parece que sí.

- Iré yo a asegurarme. Quédate aquí.

El rubio se acercó con su escudo en mano de forma sigilosa hacia la figura que al parecer estaba mejor porque su cabeza se levantó haciendo que los dos hombres consiguieran la primera mirada de ojos azules desenfocados.

Tony no pudo aguantar el dolor que vio en esos ojos que tanto había llegado a amar y se apresuró a auxiliar al hombre.

- ¡Tony, no!

- Steve, eres tú. Bueno, eres tú pero mareado. Se parece a cuándo saliste del hielo.

- Puede ser una trampa.

- O puede que no. No pienso tomar el riesgo. Necesita ser llevado a la cámara de calor o sino va a sufrir colapso luego del drástico cambio de su temperatura.