Inocente Beso

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Cómo cada día dos mujeres de distinta condición social pero igualadas en amor por sus pequeños hijos se encontraban en la puerta del pre escolar de la eminencia en educación María Hill.

La escuela tenía un alto costo pero ofrecían becas lo que derivaba en que los alumnos que en ella estudiaban fuera de muy variada economía.

- Hola Sarah y pequeño Steve.

Los dos rubios levantaron sus ojos azules para ver a la elegante mujer que los saludaba.

- Buenos días, señora Stark.

Contestaron a la vez madre e hijo.

- Ya les dije que sólo María.

- Y yo soy Tony.

La aguda voz hizo que los ojos azules se trasladaran hacia el pequeño castaño.

- Disculpa, Tony. Buenos días.

- Buenos días, señora Rogers. Y a ti, querido Steve. Te ves tan lindo cómo siempre.

El pequeño rubio se sonrojo para luego responder el saludo.

- Buenos días, Tony. G-gracias.

- Bueno, ya me voy querido. Portate bien.

- Igual yo Steven. Cuídate y diviértete.

Los dos pequeños fueron besados para luego ser dejados en el aula dónde la profesora despidió a las madres con una sonrisa. La clase empezó.

Y la hora de la merienda llegó.

- ¿Qué has traido hoy, Steve?

- Un sándwich de jamón y queso junto con te helado.

- Suena delicioso. Hoy la cocinera cortó manzanas y naranjas junto con una limonada.

- Suena delicioso.

- Yo prefería donas pero es saludable según ella.

- Debes comer bien para crecer fuerte y grande, Tony.

- También dijo eso. Ya quiero ser fuerte y grande para que podamos estar juntos.

- ¿Ya estamos juntos, no?

El pequeño rubio no entendía a lo que su compañero se refería exactamente.

- Juntos cómo papá y mamá están, tonto.

- ¿Y cómo sería eso?

- Besos y vivir en la misma casa ¡por supuesto!

- Ya me has dado besos, Tony.

- Pero no cómo papá y mamá lo hacen. Ellos lo hacen aquí.

El castaño había tocado los labios de Steve con su pequeño dedo.

- ¡Es cierto! ¿Pero por qué quieres darme besos ahí?

- Porque te amo, por supuesto.

- También te amo, Tony.

Los dos compartieron risitas ante su confesión. La inocencia haciéndose cargo de su amor.

- Pero no podemos vivir juntos.

- Lo sé. Ya les pregunté a mis padres y dijeron: Aún no eres lo suficientemente grande, Anthony.

Sus expresiones cayeron ante eso.

- Pero podemos besarnos aquí ahora ¿no?

- ¿Podemos, no?

Los ojos azules brillaron ante la confirmación de su compañero. Tony tomó los hombros del pequeño rubio para acercar su rostro al contrario. Sus sonrisas nerviosas pero ansiosas.

El tiempo pasó y estaban tan cerca que sus respiraciones chocaban.

No se supo quién dio el último empujón pero sus labios se encontraron para permanecer unidos por unos segundos. Sus estómagos sintiendo las mariposas que sus madres les habían contado que se sentía cuándo se amaba.

Y ellos aunque sólo tuvieran cinco, sabían en sus corazones inocentes que se amaban.

Su primer beso se los confirmó.

Su primer beso lleno de dulzura e inocencia sellaron su destino.

- Eso fue bonito.

- Tú eres bonito, Tony.

Abrazados y sonrientes fueron encontrados por la profesora que con una sonrisa los cubrió con una manta para luego arreglar los recipientes de comida.

Desde ese día compartieron muchos más besos y en cada uno se sentía su amor que jamás disminuyó sino aumento.

El inocente beso había llegado para quedarse y repetirse.





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Un OS pedido por Sora1827
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