1. Con las manos en el ramen

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Semana número cuatro desde que somos las encargadas de Bangtan TV: ya no sé qué es ficción y qué es realidad... Todavía no confirmamos la existencia del Yoonmin, no sabemos si Namjoon rompe todo lo que toca, si Jin ríe como un limpiaparabrisas o si Jung Hoseok llegará a amarme algún día...

La voz de mi hermana se proyecta a través de los audífonos una vez que contesto la llamada, un milisegundo después de haber abandonado el edificio.

Ahogo una carcajada ante sus palabras y meneo la cabeza, acomodando la capucha sobre mi cabeza antes de meter las manos a mis bolsillos.

Tengo sueño – protesta ahora, soltando un quejido, desde el otro lado de la línea telefónica.

— Al menos estás en casa, con la calefacción encendida – soy yo quien se queja ahora – dime, ¿Quién pensaría que me convencerías de comprarte chocolate a las cinco y media de la mañana?

Acomodo una de las tres sudaderas que llevo encima cuando el frío de la madrugada amenaza con calarme los huesos y suprimo un bostezo con la palma de mi mano, para luego dar perezosos pasos hacia el 7-eleven, el que se encuentra solo a un par de calles de distancia.

La calle es iluminada por un par de faroles y, para mi sorpresa, puedo ver un par de hombres en trajes de oficina moverse en la dirección contraria a la mía.

Me quedé despierta contigo durante todo tu desvelo para demostrar cuanto te amo, Theodora – recalca con voz llena de dramatismo – lo mínimo que puedes hacer es comprarme chocolates cuando vas por bebidas energéticas.

— Sí, como digas – me río – porque es completamente normal salir a comprar un montón de chocolates y bebidas energéticas a las cinco y media de la mañana.

Lo es – corta todos mis reclamos – cuando eres una trabajólica demente como es tu caso, hermana.

— Y cuando tu eres un dolor de trasero.

Touché.

— Además, deberías haber venido conmigo – protesto, torciendo la boca en una sonrisa ingenua que, aunque mi hermana no está viendo, sé muy bien que puede percibir.

No pienso salir de aquí hasta que sea estrictamente necesario, es decir, en un par de horas cuando tengamos que arrastrar nuestros deprimentes traseros trasnochados a la agencia – balbucea excusándose – odio ser una chica, los calambres menstruales son una mierda. Y, solo te recordaré, que necesitabas salir a despejarte, porque de lo contrario ibas a destrozar tu laptop si veías otra grabación en la que Namjoon estuviese frunciéndole el entrecejo a la cámara.

Con un suspiro dramático, me rindo.

— Tienes razón – confieso, rascándome la nuca, sin detener mis pasos tranquilos hacia el final de la cuadra.

Por su puesto que la tengo – puedo percibir la sonrisa en su voz, puesto que esta ha adquirido un matiz burlón que se me hace fácil asociarlo con su sonrisa torcida – ahora mueve tus pies y tráeme mi preciado chocolate y un par de dulces.

Ruedo los ojos de inmediato.

Sé lo que acabas de hacer, Theodora – espeta a través de los audífonos – te conozco como la palma de mi mano y sé que me has rodado los ojos. No me ruedes los ojos, menos cuando no puedo golpearte por ello.

Inspiro profundamente.

— Estoy estresada, es todo – rechisto, chasqueando la lengua.

Tranquilízate, zopenca. todo el trabajo duro dará sus frutos, pese a que no estoy de acuerdo con las decisiones de Calvin con respecto a esto.

6:20  [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora