6:20 [BTS]

12. Perdóname idiota

— Entonces... ¿le dijiste que sí?

La voz de Thomas se tiñe de compresión al escucharme relatarle lo que sucedió solo hace un par de horas, en donde Joohwan finalmente me invitó a salir y yo torpemente acepté, puesto que Hoseok –quien presenció toda la trágica escena– me alentaba a salir con el amable chico de sonido.

— Sabes que no puedo decir que no, por mucho que lo intente – me sincero, apoyando mi codo sobre la mesa del acogedor local de comida en el que me encuentro esperando por Eunji, la novia de Hoseok.

— Tienes que dejar ir todos esos pensamientos, Theo – habla con lentitud, tranquilizándome con su voz calma a través del teléfono – nada va a pasar si dices que no, ¿entendido? – continúa y yo solo vuelvo a suspirar – ¿qué sucedió luego?

— Regresé al salón de prácticas por Evan, Dom me preguntó qué había sucedido, se alteró porque acepté la invitación de Joohwan, lo cual no tiene sentido en absoluto – aclaro – terminamos en una especie de discusión de la cual nadie participaba porque no entendían ni una mierda de lo que decíamos. Luego me llevé de regreso a Evan con Calvin y le pedí autorización a Cal para almorzar fuera, conocer a Eunji y alejarme de Dom por el resto de la tarde.

Thomas simplemente inspira antes de hablar y yo me acomodo en la silla, esperando por su respuesta.

— Sería mucho más fácil para todos que yo estuviese contigo, así podría espantar a todos esos patanes que te invitan a salir – musita y una risa se le escapa de pronto – y podría hacer de mediador entre Dom y tú, como siempre. No puedo creer que hayan discutido por eso, ustedes son demasiado infantiles.

— Ni lo menciones – ruedo los ojos con cansancio – ni siquiera sé por qué se alteró tanto cuando me preguntó, ¡ella misma estaba haciendo los planes para que sucediera!

— Sabes que Dominique es inconsecuente – continúa y puedo sentir una sonrisa aparecer en mi rostro ante el tono de voz que ha empleado para describirla, algo cabreado – la otra opción es que el famoso Joohwan no haya sido de quién ella estaba hablando, ¿no crees?

— Se supone que tú eres el confidente aquí, Thomas – alzo una ceja, pese a que no pueda verme.

— No tengo idea qué demonios está tramando – masculla, algo entretenido – cuando hace esa clase de cosas, se apega bastante bien a los códigos de la privacidad que jamás ha respetado con nosotros. ¿Recuerdas cuando quiso organizarme una cita con su compañera de clase? Por mucho que tratase de torturarla para que me dijese quién de ellas era, no me lo dijo. Tampoco te lo mencionó a ti para mantener la sorpresa.

— Dominique ama el romance – meneo la cabeza – pero se esfuerza demasiado en pretender lo contrario.

— Es cierto – concuerda – y probablemente sus planes no salieron como quería. De todas formas, creo que tiene razón en algo.

— ¿En qué parte exactamente? – inquiero con cautela, anticipando la respuesta del menor.

— En la parte que siempre te recalcamos; debes dejar ir el pensamiento de que herirás a alguien por decir que no – continúa – y tú también tienes razón en la parte en la que nosotros no deberíamos entrometernos en tu vida amorosa sin tu consentimiento. En resumen, ustedes dos me necesitan, acéptalo.

— Eres un idiota, Thomas. – niego con la cabeza, acomodándome en la silla y no puedo evitar sonreír.

— Admite que me extrañas, hermana. Yo lo hago, te extraño e incluso extraño a la idiota de Teresa – declara – Me dejaste sin nadie a quien fastidiar a diario y sin comida deliciosa. ¡Me arrebataste todo lo que amaba de ustedes!