CAPITULO 7

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—Buenos días niños.

—Buenos días Profesora Sprout—corearon todos, yo no, yo miraba la ventana aburrida.

—Al parecer señorita Yaxley, prefiere estar afuera, que aquí con nosotros, ¿gusta retirarse de mi clase?—me gire a ella.

—No profesora—sonreí lo mejor que pude. No era sincera pero al menor así no me castigaría.

—Así está mejor—dijo sonriendo, era amable cuando no se enojaba— como verán frente a ustedes ahí una maceta. El día de hoy veremos a las Mandragoras, ¿alguien sabe acerca de ellas?—tres, dos, uno....— señorita Granger.

Con orgullo explicó que la nueva planta frente a nosotros se usaba con fines curativos, algo así como descongelar a alguien, era un extraño término. Mencionó también que eran al mismo tiempo peligrosas por su horrible llanto, acostumbraba que en el mundo mágico existieran ese tipo de cosas aunque escuchar el lloriqueo de una simple planta puede causar daños terribles...a veces me parecía demasiado.

—Correcto, 10 puntos a Gryffindor—excelente como siempre, inteligente a más no poder, con razón Draco la envidiaba y detestaba, ellos eran los mejores de la escuela, se la pasaban peleando (no directamente) por el primer puesto. Claro que cuando Draco no lo lograba se sentía humillado o algo así. Sprout tomó unas orejeras a su lado—. Tendrán que usar estas orejeras para evitar cualquier percanze, quiere que saquen las mandragoras, con fuerza y firmeza, y las pongas en la maceta de al lado, llenándola de tierra—seguimos sus instrucciones al pie de la letra, estoy segura que nadie quería que nuestros oídos sangraran. Cubrí mis oídos con las orejeras afelpadas.
Observe como la profesora saco la mandragora. Esa planta horrible parecía un feto más gordo y café oscuro, con un ramillete de hojas sobre su cabeza, se movía como un gusano chillando tan agudo que incluso cubriendo mis tímpanos podía sentir las fuertes vibraciones de sus cuerdas vocales. Estaba matando mis oídos. La maestra cubrió esa cosa con tierra enterrándola.

Neville se desplomó, reí sin vergüenza, su caída fue como si un tronco se estrellara contra el suelo.
—Al parecer el señor Longbottom no siguió las instrucciones.

—No profesora—defendió Seamus sorprendido viendo a su amigo en el suelo— se desmayó....

—Entonces....dejándolo en paz, ahora van ustedes.
Imitamos a la profesora, sacando una horrible planta, iugh. Vi como a lo lejos Draco metía un dedo en la boca de esta curioso, al instante lo mordió. Reí otra vez, estos chicos siempre tenían algo que ofrecer a mi día, es lo que puedo hacer, reírme de lo que sucede a mi alrededor.

Metí un pedazo de mango a mi boca, cuando una lechuza idiota, se desplomo sobre las papas que estaban frente a mi, solté una risa disimulada.
—Es el ave de mamá—dijo Ron asustado, mi cuello giró un poco, estaba sentado junto a sus otros dos amigos de siempre asientos más lejos. En cambio, yo estaba a lado de Ginny, con los gemelos enfrente que seguían cumpliendo su palabra desde que los ubique en el tren, "vigilaban" a su pequeña hermana y me cuestionaban al mismo tiempo de mi vida, yo evadía su interrogatorio cuanto más podía.

—¿Y qué esperas?—respondí burlona, empuje al ave vieja gris hacia el trío maravilla, el búho se reincorporo cómo pudo intentando recuperar su nulo equilibrio, camino torpemente hacia él, quien tomó la carta.

—Es un vociferador—mencionó consternado.

—Es mejor que lo abras ahora, una vez lo deje, no fue nada bonito—comentó Neville asustado apartándose de el, recorriéndose sobre la banca.
Reí de nuevo.
—Apuesto a que es el coche—señale a Ron con mi tenedor, me fulminó con la mirada— niégamelo, si no.
Ron abrió con cuidado el sobre temiendo lo que perseguía.

—RONALD WEASLEY, ¿¡CÓMO TE ATREVISTE A ROBAR EL AUTO DE TU PADRE?! ESTAMOS MUY DECEPCIONADOS, AHORA TÚ PADRE ENFRENTA UNA AVERIGUACIÓN Y TIENES TODA LA CULPA, SI TE ATREVES A DESOBEDECER, UNA VEZ MÁS, REGRESARAS A CASA—Ron asintió asustado, como si la misma Molly estuviera presente—. Ginny querida estamos muy orgullos que entraras a Gryffindor—se encogió en su lugar avergonzada ante la mirada de Harry, la codee bajo la mesa y ella me pateo. La carta estalló en llamas, dejando solo cenizas en su paso, tome otro mango en mi tenedor.
—Que te dije—reí burlona sin mirarlo, los gemelos se carcajearon en conjunto. metí la fruta en mi boca saboreando el ácido.

Hermione estaba sentada a mi lado, mientras discutíamos sobre Lockhart, ella como fanática aduladora y yo recalcando que era un tarado. La puerta de su oficina se abrió dejando ver al rey de Roma. ¿Sabían que en Roma no había reyes? Ni siquiera se de donde salió eso, una vez escuché que un muggle utilizo eso y se me quedo, incluso Remus me llegas a a ver raro cuando lo usaba.
—Les voy a presentar a su tan apuesto, encantador, nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras....yo—sonrió, todas las chicas suspiraron, menos la única con cerebro de la clase (yo), que seas inteligente y magnifica alumna como Hermione no te excenta de que llegues a ser ciega, me recargué sobre mi mano aburrida. Charlatán.
—Mago excelente en....bla, bla, bla, bla—fue lo único que escuché, Hermione lo veía atontada, casi podía jurar que una mosca cabría por su boca....sonreí maliciosamente, arranque un pedazo de papel de mi libro formando una bolita con el y lo aventé a la boca de la castaña. Se atraganto, reí fuertemente, tanto ella como el "profesor" me miraron mal, saco la bolita de su boca. Lockhart me reprendió, reí maliciosamente en silencio y me calle dejando que el rubio disque profesor continuará su platica sobre si mismo.

—Como decía,—bufé— alguna vez enfrentaron a criaturas tan horripilantes y engañosas como....¿estas?—quito la manta que cubría la jaula dejando ver a unos duendecillos de color azul eléctrico, medían unos veinte centímetros de altura, con rostros afilados y voces tan agudas y estridentes que era como oír a un montón de periquitos discutiendo, mis oídos lo lamentaban. En el instante en que había levantado la funda, se habían puesto a parlotear y a moverse como locos, golpeando los barrotes para meter ruido y haciendo muecas a los que tenían más cerca. Reí fuertemente y todos rieron igual.

—¿Duendecillos de Cornualles?—preguntó Seamus, en forma de burla.

—Que no los engañe su apariencia señor Finnegan, son peligrosos y más recién capturados.

—Claro que si—inquirí sarcástica.

—Bueno...si tanto creen saber, veamos que pueden hacer con ellos—sacó el candado de la jaula, dejando libres a todos, quienes empezado a causar desastres por todos lados, uno tomo el pelo de Hermione y lo golpee con mi libro.

—¿Aún crees que es fantástico?—resoplé molesta tratando de golpear a los que me molestaban.
Tomaron varios de los libros y empezaron a romper sus hojas, los cuadros de Gilderoy salieron volando por todos lados, eso fue lo bueno, vi cómo se llevaban a Neville, intente ir por él pero caí al suelo gracias a que dos de ellos tomaron mis pies, provocando que me tropezara.

Intenté quitarlas de mis pies, pateándolas, pero no cedían. Ahora Neville estaba colgado de la lámpara y yo estaba a punto de ser colgada por los pies si no me zafaba pronto. Gilderoy intentó un hechizo lo cual estuvo peor por qué le quitaron la varita y uno de los esqueletos termino estatrellandose contra el suelo causando polvo.
—Ahora ustedes cuatro, junten a todos los duendecillos y limpien este desastre—dijo Lockhart antes de cerrar la puerta de su oficina.

—¡Cobarde!—grite frustrada—. ¡Me las pagara!—agarre mi varita y apunte a los dos duendecillos—. Petrificus Totalus— ambos pararon de molestar, se quedaron estáticos moviendo sus ojos de un lado al otro, me levante, justo a tiempo para que Hermione lanzara su hechizo.

—¡Immobulus!—gritó y todos los duendecillos quedaron volando en los aires congelados, suspire aliviada.

—Esto me confírma lo idiota que es—reí.

—Vaya que lo es—me dijo Ron, sonriendo, era cómico y por eso empezaba a agradarme.

La Black que se enamoró de Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora