CAPITULO 23

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—¿Myrtle?—pregunte. Desde afuera se podía escuchar su llanto, de forma desconsolada, entramos con cuidado de no tropezar con el agua, ella se encontraba en la parte superior del lavabo derramando agua por sus ojos, aparte de las llaves abiertas, por lo cual el agua caía a montones—. Oye, ¿qué pasó?

—¿¡Qué haces aquí?—reclamó y un sollozo salió de su garganta—. ¡También vienen a lanzarme libros a la cara! ¿¡Verdad!?

—No tengo razones para hacerlo está vez—dije sin pensar, ella me miró molesta—, perdón solo bromeaba.

—Les parece muy divertido—sollozó con más fuerza.

—Pero no pueden lastimarte, solo atravesarte—dijo Ron confundido, trate de advertirle que se callara, pero era tarde y ella se acercó a nosotros furiosa.

—¡Claro láncenle libros a Myrtle por qué no siente nada! ¡10 puntos si logras darle el estomago!—atravesó a Ron justo en el estomago—. ¡20 puntos si le dan en la cara!—un puño atravesó la cara de Ron, Myrtle se alejó de nosotros todavía llorando.

—Oye no sé de qué hablas—enarque una ceja mientras le dije.

—Alguien me lanzo un libro—lloriqueo e hice una mueca de disgusto.

—Y....¿tú pudiste ver quién era?—pregunto Harry.

—¡Por supuesto que no!—exclamó furiosa. Me acerqué cuidadosamente de no tropezar con el agua y pegarme, apenas se estaba curando el golpe que me habían abierto nuevamente y no quería otro. Entre el agua, distinguí un cuaderno negro, algo que me pareció raro pues no era muy normal que alguien llegara y aventara solo un cuaderno a Myrtl. Lo recogí suponiendo que ese era el libro del que hablaba, trate de secarlo aunque estaba bastante seco para ser un cuaderno que cayó de seco en el líquido, regrese a lado de Harry para enseñarle el libro. Ron estaba con cara de aburrido parado como bobo.

—¿De quién crees que sea?—pregunte y voltee el libro—. Olvídalo, es de algún Tom Marvolo Riddle—ese nombre me sonó pero tengo idea de dónde.

—Deberíamos visitar a Hermione—asentí.

Nos dirigimos a la enfermería. La castaña se encontraba con su aspecto normal, un libro en sus manos de al menos unas mil páginas reposaba en sus manos, y sus ojos se movían entusiasmados mientras leía, pero tuvimos que interrumpirle para contarle todo.
—Al menos tiene el nombre lo cual puede servirnos—explicó Herms.

—El nombre me es conocido—dijo Ron mientras tomaba el libro entre sus manos.

—A mi igual—admití, mientras me sentaba a lado de Herms en la cama—pero no recuerdo de dónde.

—Yo creo que si, cuando estaba en el castigo vi el nombre de este chico, estaba limpiando los trofeos—explicó— y estaba vomitando babosas sobre ese trofeo.

—Que asco—hice una mueca , Ron me fulminó, sonreí inocente—. Upps.

—Era un reconocimiento por servicios especiales a la escuela pero era de hace cincuenta años—se encogió de hombros.

—¿Cincuenta?—pregunto Herms.

—Si, ¿por qué?

—Claro, significa que el estuvo cuando la cámara había sido abierta—exclamó Harry.

—El tal vez conocía la ubicación o de la criatura—afirmó Herms.

—No quiero desilusionarlos pero no hay nada escrito en el—los mire y recosté mi cabeza sobre el hombro de mi castaña amiga— además si es cierto lo que dicen, alguien está buscando este diario y no es buena señal.

—Entones, ¿por qué se desharían de el?—pregunto Ron sin comprender.

—Tal vez por la misma razon que lo deshecharon—le dijo Herms.

—Tengo una idea—reí burlona— ¿por qué no se lo preguntas al libro?

—Que graciosa— respondió de la misma manera el pelirrojo.

—Tiene razón—me dijo Harry— no queremos que nos ataquen.

—Si no tiene nada, es como si no tuviéramos nada—afirmó Herms agarrando su barbilla, formulando el siguiente paso del plan— traten de investigar quién es el, con discreción y cuando yo salga buscaremos algo, que pueda servir.

La Black que se enamoró de Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora