CAPITULO 31

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—¿Qué haces afuera?—preguntó el retrato, una señora gorda con gran papada que fingía cantar muy bien, aunque era pésima, ella me daba la entrada a mi sala común.

—¿A pasado algo?—pregunte confundida aparentando no saber nada.

Abrió los ojos sorprendida.
—¿No escuchaste a la profesora McGonagall?

—¿Por qué, que dijo?

—¿Dónde estabas?—interrogó fulminandome, examine los lados nerviosa, queriendo aparentar inseguridad aunque sí que estaba con los nervios de punta pero por Ginny.

—Estaba...en...en la biblioteca....estem....estudiando, si eso—sonreí inocente— enarcó una ceja, suspire "derrotada"— bien estaba durmiendo, no se por que la preocupación.

—Harías bien en enterarte que sucede en tu castillo señorita, vamos entra—asentí, una vez dentro suspire de alivio, gran actuación Yaxley, ahora a lo que venía.

Corrí hacia mi habitación donde las tres camas estaban vacías, sin Herms ni Ginny esto era como estar sola, sacudí mi cabeza borrando esa idea, debía de concertarme en llevar el diario.

Levante la cama de Ginny y rebusque en el fondo de esta, metiendo mi mando hasta toparme con la cobertura, lo tomé entre mis manos y observé el nombre de Tom con letras plateadas, ya lo tenía.

Ahora solo quedaba recuperar a mi amiga.
Me dirigí escaleras abajo con la intención de salirme de la sala común pero cuando salí la voz de la señora del retrato me detuvo. Cerré mis ojos.

—¿A dónde crees que te diriges?

—Me siento mal, necesito ir a la enfermería, estoy apunto de vomitar.

—Lo mejor será que alguien te acompañe, aguarda, en este momento llamo a alguien.

—No aguantó más, ¡no tardó!—dicho esto salí corriendo mientras su voz me gritaba que me detuviera y regresará.

Corrí lo más fuerte que mis piernas me permitieron, sin detenerme mas algo siempre tenía que pasar y choque con algo o más bien alguien.

—¿___?—ojos esmeralda me observaron con detenimiento y confusión, tan rápido como vi aquellos ojos un leve rubor subió a mis mejilla.

—Harry—salude nerviosa.

—¿Qué haces afuera?

—Lo mismo debería preguntar yo.

—No dirigíamos a visitar a Hermione—claro como si yo no notara que había ramas en su cabello y en el de Ron, y algunos que otros rasguños.

—Pues yo...tengo que hablar con McGonagall.

—¿Para?

—Solo debo de, no es de tu incumbencia, tengo que irme—dicho esto corrí una vez más, sentí la mano de Harry rozar la mía.

Tal vez intentaba detenerme.

Más trote, no quería una pelirroja lastimada, esta vez con la certeza de no detenerme y seguir hasta que mis piernas se agotaran.

Una vez en el baño de chicas donde se encontraba Myrtle esperé afuera.
—Por fin llegaste, eres lenta.

La Black que se enamoró de Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora