VIII. CASI

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Jongdae ya se había resignado a que Kyungsoo viviera con ellos, después de todo "si no puedes contra ellos, úneteles"

Pero las cosas se ponían extrañas luego de una pastillita de color rosa, todo se ponía más divertido y las cosas se aceleraban un poco, o al menos eso pasaba con Kyungsoo y Jongin ya que Jongdae se volvía solo un espectador. Tal vez era algo enfermo, pero Jongdae insistía en que no le gustaba Kyungsoo y por supuesto la atracción hacia su propio hermano era nula, pero siempre comentaba que eran una pareja perfecta; la diferencia de estatura, el contraste de sus tonos de piel mezclándose juntos, la forma tan sensual de que Kyungsoo sonreía y gemía y la forma en que Jongin lo miraba mientras lo penetraba, todo era perfecto. Era un espectáculo que el mundo entero debería ver y apreciar.

A Kyungsoo le excitaba tener a Jongdae de espectador y siempre le enviaba una que otra mirada acompañada de un gesto de placer para incitarlo, Jongin ignoraba la presencia de Jongdae y eso era lo que le daba el toque especial a la escena, la forma en que Jongin se perdía dentro de su novio y olvidaba que el mundo existía, incluso su hermano, que miraba todo con ojos brillantes y oscurecidos.

-Tócate Jongdae...

La voz de Kyungsoo sonó rasposa, sus grandes ojos miraban fijamente a Jongdae por sobre el brazo de Jongin que lo aprisionaba entre el sofá y su cuerpo de piel morena.

Jongdae sonrió, y se hubiera sonrojado aún más pero era físicamente imposible, hacía tanto calor ese día que no había forma de que alguna parte de su cuerpo se calentara más, negó con una sonrisa tímida y succionó con fuerza su labio inferior. No quería tocarse y perderse en su propio placer; quería ver atento el orgasmo de la pareja frente a él, quería disfrutar de la vista, luego saldría a buscar con quien desahogarse.

Así que siguió inmóvil sentado sobre el suelo, recostando su espalda contra la pared mientras Jongin seguía extrayendo gemidos de la boca de su pequeño amante con cada profunda estocada.

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Los días empezaron a sentirse muy pesados, Jongdae no podía seguir durmiendo de día; Minseok debía dormir de noche, seguir así podría hacerle daño, tal vez por eso sus ojeras no se borraban nunca.

Una conversación con Minseok era imposible, Jongdae le hablaba y le explicaba cosas pero solo podía asumir que Minseok lo escuchaba y le entendía, ya que el gato seguía jugando a afilar sus uñas en los sofás o lo miraba fijamente sin decir una palabra.

El día en que Jongdae decidió irse a la cama a las ocho de la noche, principalmente porque ya no se consideraba capaz de mantener sus ojos abiertos, Minseok lo siguió de cerca y no tardó en saltar a la cama, hundir sus dedos sobre el colchón, amasar la cobijas y frotarse contra la espalda de Jongdae antes de tumbarse panza arriba a su lado y empezar a ronronear contento. Jongdae sonrió sintiendo que había ganado una batalla y se giró para ver a Minseok; el gato miraba hacia el techo, parecía cómodo y feliz.

-Duerme.

Jongdae le dijo con voz dulce, le acarició el cabello y luego una mejilla. Minseok atrapó su mano entre las suyas y se giró para encararlo, luego asintió obedientemente.

A Jongdae no se le pasó por alto que era la primera vez que Minseok asentía como una persona normal.

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A la hora de la comida, Minseok se ponía inquieto, había encontrado un recipiente redondo y no muy alto en donde podía comer cómodamente y siempre iba a sacarlo cuando Jongdae preparaba carne o corría a esconderlo cuando preparaba algo que no le gustaba. Jongdae no era un excelente cocinero, ni por cerca y Minseok agradecía el esfuerzo que hacía, pero comer pasta o arroz no era lo suyo, prefería comer de las deliciosas bolitas de comida para gato todo el día o atosigarse de leche.

La rutina se iba formando con el paso de los días, Jongdae aprendía de Minseok cada día, entre más confianza sentía Minseok, más mostraba de sí mismo, así que Jongdae le seguía la corriente y lo dejaba hacer todo lo que quisiera excepto no bañarse por más de tres días o salir de la cabaña, Minseok había tardado veintiún días en darse cuenta de que todas las ventanas estaban trabadas y que ellos estaban bajo llave.

Una tarde, Jongdae estaba haciendo algo en su portátil y Minseok estaba decidido a obtener su atención completa, por lo que empezó a jugar con los últimos dos botones en la camisa de Jongdae, a este último le dio ternura verlo jugando como un cachorrito. Cuando el juego empezó a cambiar de tono, Jongdae no lo detuvo, aún cuando se dio cuenta de que los dos botones estaban sueltos y la piel de su abdomen estaba a la vista.

-No juegues así -pidió Jongdae con voz paciente, como si estuviera reprendiendo a un gatito real. Y como si de un gato real se tratara, Minseok lo ignoró y fue por el tercer botón.

-¿Qué intentas hacer? -Minseok no detuvo su juego, siempre hacía eso; ignorar a Jongdae cuando este le hablaba.

<<Típico de un gato eso de dejarte en visto>>

Pero en el instante en que los dedos de Minseok rozaron casi imperceptiblemente la piel de Jongdae, provocó un peligroso cosquilleo.

-Basta Minseok -dijo Jongdae con voz ahogada, siendo completamente ignorado de nuevo.

Minseok siguió un camino con sus finos dedos, siguió bajando y deslizó uno de sus dedos sobre la tela del pantalón de Jongdae, lo hizo casi como si hubiera sido un descuido, casi como si no hubiera sido completamente intencional.

¿Extraño?

Demonios, sí.
Pero ya le había pasado antes. Una vez, tuvo una gata y cuando se puso en celo ella... <<oh>>, ella había hecho algo muy parecido a lo que Minseok hacía en este momento.

Claro que la reacción de Jongdae en cuanto a su gata había sido reírse y apartarla suavemente. Pero la situación con su nuevo gato, era completamente distinta, joder, mentiría si dijera que Minseok no lo ponía duro con solo miradas, tocarlo era acariciar los límites de lo que Jongdae podía aguantar y aún así, lo hizo; Jongdae aguantó, se aguantó las ganas de poner en cuatro al lindo y travieso gatito y mostrarle de lo que estaba hecho.

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Y así los roces se hicieron más constantes, Minseok ya no solo acariciaba con la punta de un dedo, pronto fueron dos y luego su palma completa, poco a poco las caricias bajaban y se volvían más atrevidas, Minseok soltaba todos los botones lentamente y luego se echaba a un lado de Jongdae acariciándole la piel poco bronceada del pecho, disfrutando silenciosamente de la agitada respiración y el retumbar del corazón de Jongdae bajo sus dedos.

El pene de Jongdae siempre se convertía en la víctima del juego, tanto Minseok como Jongdae estaban poniendo a prueba la fuerza de voluntad de este último, quien aprendió a disfrutarlo, especialmente cuando Minseok acariciaba descaradamente su miembro duro sobre el pantalón antes de bajar el cierre y volver a subir sus dedos al pecho de Jongdae como si nada.

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GATO  ~Chenmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora