III. DAÑOS

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Durante la tercer semana, Jongin empezó con sus alucinaciones de nuevo. Al parecer, el cambio de medicamentos le había sentado mal y tuvo una recaída temperamental que lo dejó en aislamiento.

El día siguiente a la recaída de Kai, Minseok empezó a alejarse de Jongdae, se escurría de su visión y se escondía lejos de su alcance mostrándose taciturno. Jongdae se sentía muy desilusionado. Kris sugirió suspender el experimento, creyendo que forzar a Minseok sería contraproducente. Además, Jongdae podría resultar herido si Minseok lo atacaba. No estaba dispuesto a arriesgarlo.

Un par de días más pasaron. Jongin no paraba de decir incoherencias ni dejaba de reírse como un desquiciado por algún chiste que solo él era capaz de escuchar. Estaba en una habitación bajo llave y Jongdae solo podía verlo a través de una ventana, era doloroso y deprimente ver a su única familia en ese estado.

—¿Por qué Kyungsoo no viene a visitarme?

Sabes que él no puede venir —respondió Jongdae con una mezcla de cansancio y dolor—. Vendré mañana. Descansa.

Al avanzar por el largo pasillo que lo llevaría a la salida, Jongdae divisó a su evasivo gato caminando en dirección a los jardines. Los dos días anteriores no lo había visto y eso le causaba una gran ansiedad. Empezó a caminar lentamente detrás de él y rápidamente notó que su caminar era extraño, no estaba meneándose como un felino y en su lugar caminaba como si estuviera lastimado. El reconocimiento lo hizo detenerse en seco; Minseok cojeaba adolorido de una forma delatora.

Había una cosa en este mundo de mierda que Jongdae repudiaba más que a ninguna otra forma de abuso: el abuso sexual. Y podría reconocerlo a simple vista.

Las emociones se arremolinaron como tornado en el pecho de Jongdae cuando aceleró el paso para alcanzar a Minseok. Alargó su mano hasta el hombro huesudo del interno y su corazón se agitó de una forma dolorosa. Minseok se giró lo miró con temor. Retrocedió varios pasos, gruñéndole desesperadamente, como si quisiera alejar a Jongdae, quien a su vez no podía despegar su vista de los pálidos y delgados brazos del interno que ahora estaban adornados por marcas rojizas en sus muñecas, además del hematoma de tonos verdosos y violetas en su mentón.

Minseok huyó hacia el jardín en el descuido del sorprendido Jongdae y este con el corazón latiendole con fuerza caminó a paso decidido al consultorio del doctor Wu. Durante el camino pensó en muchas posibilidades, menos en la que se evidenciaba al ver los arañazos que cubrían las manos y muñecas de Kris. Todas las preguntas se evaporaron de la mente de Jongdae y a pesar de que era mucho más bajo que el médico, tenía el coraje suficiente como para actuar. Tomándolo desprevenido lo tomó por las solapas de su bata blanca y lo obligó a abandonar su silla con respaldo acolchado.

¡Maldito hijo de puta! ¿Qué le has hecho? —exigió Jongdae con furia y sin esperar una respuesta le dio el primer golpe en el rostro.

Kris se lo sacó de encima e intentó levantarse pero fue derribado de nuevo por la incontenible ira del más bajo. Jongdae se puso de pie y pateó con fuerza las costillas del médico.

—Llamaré a la policía —amenazó Jongdae con los dientes apretados.

—¿Y qué les dirás? —Kris preguntó.

A pesar de que se agarraba las costillas adoloridas, tenía una mirada triunfante. No era tan estúpido como para no saber porque Jongdae estaba actuando de forma tan salvaje. De hecho lo había estado esperando, pues Jongdae era el único ser sobre la Tierra a quien de verdad le importaba Minseok.

—No es lo que estás imaginando.

—Voy a sacarlo de aquí, estás abusando de él solo porque no hablaría para condenarte.

—Aunque hablara lleva las de perder. Pero no es lo que piensas, no le sucedió nada malo, solo sufrió una crisis —Kris intentó convencerlo desde el suelo.

Por una razón, esas últimas palabras tuvieron un efecto poderoso que sacó lo peor que Jongdae escondía. Sin pensar en las consecuencias de lo que hacía, cegado por la ira que le producían sus recuerdos, tomó uno de los adornos de cristal que Kris tenía sobre su escritorio y golpeó con él al psiquiatra en su sien izquierda. Para cuando se dio cuenta de que lo que manchaba sus manos era sangre, ya era muy tarde para echarse atrás. Jongdae respiraba rápidamente intentando encontrar una forma para salir de ahí antes de que alguien encontrara a Kris.



Un encendedor en el escritorio del médico le dio una posibilidad.



El espeso humo negro llenó el consultorio rápidamente mientras las llamas intentaban devorar todo a su paso, las alarmas contra incendios empezaron a sonar ensordeciendo a todo el mundo y sacando a los internos de su pasividad; nada mejor que humo, alarmas, fuego y duchas repentinas para encender a una turba de locos.

Minseok fue sorprendido en su escondite entre los arbustos por una mano que cubrió su boca repentinamente.

—¿Quieres irte de aquí? —una conocida voz le habló al oído. Minseok a pesar de estar aterrado por el alboroto, bajó su cabeza una vez a modo de asentimiento y Jongdae lo guió hasta la salida.

Los dos únicos guardias en la entrada se habían movido un poco para echar un vistazo al caos, dejando un poco descuidado el portón semiabierto por el que dos sigilosos gatos escaparon.

Los dos únicos guardias en la entrada se habían movido un poco para echar un vistazo al caos, dejando un poco descuidado el portón semiabierto por el que dos sigilosos gatos escaparon

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