VI. POR EL MOMENTO

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Jongdae despertó de golpe con su corazón agitado por lo repentino y brusco de sus movimientos. El ruido en la cocina se escuchó de nuevo y Jongdae salió de su habitación muy alerta por si alguien había entrado a su casa en plena media noche… Un momento, no estaba en el mugroso departamento de la ciudad, estaba en la cabaña en medio de la nada, si no era pie grande ¿Quién más iba ser?

Encontró el interruptor y encendió la luz ubicada al centro de la cabaña. Ubicó un movimiento en la cocina y sus ojos volaron hacia allá, inicialmente no vio nada y su corazón se detuvo por un segundo, pero luego de enfocar bien, logró ver a… cierto, se había olvidado de Minseok.

Falsa alarma, no era pie grande.

Jongdae soltó de forma ruidosa el aliento que había estado conteniendo y le sonrió felinamente a su amigo. Minseok se había subido a la parte baja de la alacena quedando medio escondido por el refrigerador y lo miraba con miedo, como un chiquillo al que atrapan haciendo alguna travesura.

—¿Qué tienes ahí? —Jongdae preguntó notando que Minseok abrazaba algo contra su pecho.

Con gesto derrotado, Minseok sacó de sus costillas el empaque plástico y extendió la bolsa con comida para gato a Jongdae. El dueño de la cabaña miró asombrado la bolsa con alimento para animales y luego miró a Minseok.

—¿Ibas a comerte eso? —Minseok inclinó su cabeza.

Tal vez era por el susto inicial o la desilusión por no ver al hombre de las montañas dentro de su casa, pero le pareció insano, extraño y asqueroso. Un par de segundos pasaron antes de que su mente dijera algo así “Duh, es un gato, claro que planeaba comer comida para gato”. Jongdae negó sin tomar la bolsa que Minseok le ofrecía y le regaló otra sonrisa.

—Está bien, puedes comerlas si quieres.

Los ojos de Minseok se agradaron y en su boca se dibujó esa psicópata sonrisa que tanto le encantaba a Jongdae. El gato se bajó del mueble y se acercó a Jongdae para restregar sus mejillas en el cálido pecho del buen humano con sonrisa de gato y que por lo tanto tal vez era un gato encubierto. Jongdae soltó una risita y acarició el cabello revuelto de Minseok ciertamente enternecido.

Jongdae ya había tenido gatos antes, por eso tenía comida para gatos en la alacena, le gustaban porque eran animales independientes y no iban a morirse durante sus ausencias, pero de cualquier forma siempre se iban, como si no les gustara su compañía o como si en el fondo supieran que él no era bueno. Jongdae alejó esos pensamientos de lado y siguió a Minseok, quien ahora estaba sentado en el sofá comiendo gustosamente.


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—Si él no ha venido, sus razones tendrá. —Jongin estaba hastiado del interrogatorio y su humor estaba poniéndose demasiado pesado.

—Confías mucho en tu hermano —Kris mencionó con malicia.

—Por supuesto que sí, él siempre tiene la razón. —Jongin siempre se volvía muy protector cuando alguien insinuaba cosas sobre su hermano. Jongdae siempre se había encargado de él sin protestar, dándole el cariño y los cuidados que necesitaba, siendo mil veces mejor que su propio padre.

¿Quieres venir a dar un paseo? —el mismo interno amante del fuego asomó por la ventana.

Jongin le sonrió amistosamente dejando de lado la conversación con el doctor Kris.

—Tal vez otro día —le dijo sin dejar de sonreírle. El fiel compañero del alto empezó a saltar para saludar también a Jongin.

—¡Ven! ¡Súbete a mi moto! —Baekhyun gritó desde el pasillo haciendo “brrrmm brrmm” imitando el sonido de una motocicleta.

—Iré mañana —Jongin elevó su voz para que el pequeño pudiera escucharlo.

—¡El hombre de chocolate no viene, vámonos, Chanyeol! —Baekhyun gritó y Chanyeol se despidió de Jongin con un gesto de su mano antes de abrazarse a la pequeña cintura de su amigo para irse a otra galaxia en su moto imaginaria.

Cuando el dúo fantástico se hubo retirado, la puerta se abrió dándole paso a otro médico.

—Kris —saludo el hombre de anteojos con una fingida sonrisa.
—Junmyeon —respondió Kris con apatía.

—¿Puedo hablar a solas con Jongin?

Kris bajó la cabeza murmurando “claro” y los dejó solos de inmediato.

—Hola Jongin, soy Kim Junmyeon, estoy aquí para ayudarte a salir más rápido ¿te parece bien? —Jongin se encogió de hombros. —Parece que le agradas a Chanyeol y también a Baekhyun, ¿no te gustaría salir a jugar con ellos?

—¿Qué acaso estamos en la puta escuela, Doc? —Jongin sonrió de forma coqueta y a pesar de lo profesional que Junmyeon era, no pudo evitar sonrojarse un poco bajo la penetrante mirada del paciente.

—Te me haces familiar… —Junmyeon murmuró —¿nos conocemos de alguna parte?

Jongin deshizo su sonrisa inmediatamente y desvió su mirada.

—Yo nunca lo había visto. —dijo Jongin con algo de firmeza pero sin levantar su mirada.

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Minseok despertó con un gritó desgarrador atravesando su garganta y pateó lejos las cobijas sintiéndose completamente aterrorizado, su respiración y su pulso disparados. Jongdae llegó a la puerta en pocos segundos.

—¿Qué pasó? —preguntó sin aliento. Minseok no se había dormido hasta que el sol comenzó a salir y ahora eran las tres de la tarde. Al prestar atención vio el rostro espantado pero aún adormilado de Minseok —¿Una pesadilla?

El gato aferraba las sábanas con mucha fuerza y miraba en todas direcciones, de momento no parecía un gato, solo un humano normal y muy asustado. Jongdae dudó, pero al final se acercó a Minseok movido por la compasión y las sospechas. El gato se arrastró hacia atrás en la cama hasta pegarse a la pared, poniendo la mayor distancia posible de Jongdae.

—No… voy a hacerte daño. —Jongdae le dijo con suavidad levantando ambas manos en señal de paz.

Minseok lo miró sin más emocion que miedo y Jongdae avanzó lentamente hasta sentarse a su lado y rodearlo con sus brazos, empezó a acariciar un punto detrás de las orejas de Minseok y este no tardó mucho en tranquilizarse.

Un par de días más pasaron y realmente todo era más de lo mismo; Minseok no hablaba, no molestaba, se negaba a comer comida de humanos, no dormía hasta que empezaba a amanecer y Jongdae lo observaba e intentaba acostumbrarse y adaptarse a sus hábitos en lugar de intentar corregirlos, de hecho ahora que Minseok tenía la libertad de hacerlo, se comportaba menos como un humano y más como un animal. Sin ofender.

Por las tardes mientras Jongdae veía televisión o hacía cosas en su computadora portátil, Minseok se acomodaba a su lado en el sofá, cuando no obtenía suficiente atención por parte de Jongdae, restregaba sus mejillas en el pecho o piernas del de sonrisa gatuna hasta que las manos de este volvían a acariciar su cabello, entonces Minseok volvía a enrollarse junto a él para una pequeña siesta.

Minseok nunca se preguntaba qué haría Jongdae mientras él dormía o porque no tenía que ir a un trabajo, Jongdae lo acariciaba y le daba de comer, y eso era más que suficiente… por el momento.



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Gracias por leer!

GATO  ~Chenmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora