Lo tenía todo preparado —Eso creo —. Tenía un horario definitivo en mi mente, esperaba tenerlo sin ningún error.
Era simple, primero salía con Matt, ya que su cita era antes y estaría en casa a las seis, y tendrían tiempo para alistarme y salir con Derek.
— ¿A donde vamos? — Pregunté a Matt, que conducía con una sonrisa en la cara, ya lo extrañaba, dos semanas completas sin verlos se hicieron eternas para mí.
Quería preguntarle a donde había ido o que hacía en la terapía, pero tenía miedo en que no confiara en mi lo suficiente, además Allan había dicho muy claro que cuando el sienta que tiene que decírmelo, lo hará.
No presiones, Lia.
— Vamos a jugar a los bolos.
Asentí, no sabía jugar bolos, bueno, creo que nadie sabe cuando va por primera vez pero lo intentaré.
Aparcó el auto en una tienda, y lo miré salir del auto y mientras lo rodeaba para abrir mi puerta.
— Pero primero, hay que comprar nuestras herramientas. — Dijo.
Salí del auto ¿A que tipo de herramienta se refería? Salir con Matt me pone de nervios y me hace pensar mucho.
Lo seguí por los pasillo de la tienda, hasta donde habían un grupo de bolas para jugar los bolos, habían de todo tipos de colores.
Matt sacó uno de los carritos de compra y entró las bolas que más le gustaban.
— Elige la que quieras.
— ¿Porqué compramos las bolas? Se supone que en el sitio las hay. — Me bajé para tomar la de color rosa, azul, naranja y morado.
— Porque lo jugaremos a mi manera.
Empezó a caminar por los pasillos y tomó un marcador negro y un par de botellas de soda, más una piedresillas.
Pagó en caja todo lo que había escogido.
— ¿Me podría dar también una caja de condones? — Dijo él sonriendo.
La mujer detrás de la caja me miró y me sonroje, ¿Que le pasa al mundo?
Ya en el auto, suspiré ya quería saber cual era su manera de jugar a los bolos. Pero el solo daba vueltas por la ciudad como si nada.
— Y bien... ¿Cuál es tu manera de jugar a los bolos?
El sonrió y paró el auto en seco.
— Te mostraré. — Tomó una de la bolas que estaban en el asiento de atrás. — Primero le pones un nombre. — Escribió Billy con el marcador negro que había comprado. — Luego, tomás un condón, y lo entras aquí. — Entró el condón en uno de los agujeros de la bola. — Le echas las piedresillas dentro. — Echó la piedresillas dentró del condón, lo amarró y dejó que se fuera dentró de la bola.
Miré cada paso atentamente, el me miró sonriente.
— ¿Y ahora? — Pregunté.
— Manos a la obra.
Salió del auto, se paró delante de una de las casas, hizó una distancía considerables de los botes de basura y arrojó la pelota dejando caer los botes de basura y todo salga fuera.
Abrí los ojos, si esa era su manera estaba loco. Corrió dentro del auto y arrancó cuando escuchamos la mujer de tercera edad salir por la puerta de su casa gritando palabrotas a Matt.
— ¡Estas loco! — Me eché a reír junto con él.
— Es como el juego de la cigueñas pero con los bolos, es mi manera.