La pregunta ahora era ¿Como íbamos a volver a casa? ¡Ven! Ahí esta, ¡Son idiotas! todo lo planean y al final nunca saben que van hacer.
— ¿A donde vamos? — Pregunté. Íbamos otra vez en la parte trasera de la camioneta, mientras Kellan conducía quien sabe donde.
Matt se encogió de hombros al igual que Derek y suspiré, iba a matarlos.
Ibamos sin rumbo alguno, así como si nada.
La camioneta se fue volviendo más lenta y más lenta hasta pararse completamente.
— ¡Oigan chicos, tenemos un problema! — Gritó Kellan dentro del auto. — ¡Nos hemos quedado sin gasolina!
No, enserio, suspiré.
— ¿Y ahora que hacemos? — Le pregunté a Kellan.
Kellan salió del auto y abrió el auto en la parte del frente, humo salió de este y Kellan toció.
Baje del auto y me acerqué a el, no sabía nada de autos, pero ahí estaba yo, en medio.
Matt.-
Me encantaba como el sol tocaba mi piel, me gustaba el sonido del aire, del agua caer y los animales a lo lejos.
El viento volaba mi cabello, mientras el extraño loco de cabello azul manejaba la camioneta.
Al frente estaba Lia, estaba abrazada a unas sabánas, y Don famoso estaba a su lado.
Me encogí de hombros a la pregunta de Lia, ella no era la única que estaba perdida, realmente me pregunto a donde vamos.
Hasta que la camioneta paró, tienes que estar bromeando con mi destino, señor.
Había olvidado mis patillas de cada mañana, cada día me estaba volviendo mas idiota, en cualquier momento va a pasarme algo, y eso es malo.
Lia saltó fuera del auto y la seguí, me acerqué a la parte delantera, al parecer no era solo la gasolina.
— Estamos en problemas. — Dije.
— ¿Y ahora que hacemos? — ¡Dios! Como me encantaba su voz. Ella hacía que recorriera la paz por mi cuerpo.
— Caminar. — Propusó Don famoso, creo que debería dejarle de decir aquel apodo.
Y como era la única opción que teníamos, empezamos a caminar son rumbo alguna siguiendo la carretera.
Algo más que ella va a tachar.
Mi respiración comenzó a faltarme, mis pulmones de alguna manera se estaban cerrando.
Entré en el bosque que tenía a mi derecha, me sostuve de un arból.
Respira Matt, respira.
¡La maldita terapía no ayuda para nada!
Se supone que me ayudaba a aguantar el dolor para cuando vaya a morir.
Caminé entre los arbóles, necesito agua, rápido.
No me daba miedo morir, es más lo esperaba con ansias, extrañaba a mamá.
Y si muriese, ya Lia no sería mi ángel, yo sería el suyo.
Bebí agua del pequeño río que encontré, me senté en la tierra y traté de calmarme.
— Matt ¿Donde estas? ¡Matt! — La voz de Lia me hizo sonreír, se escuchaba preocupada.
Tocí como pude, estaba punto de ahogarme con el agua. Pero Lia apareció en mi cuello.