Capítulo 17. Tyler

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#ColdDay

***

Caminé con pesadez a través de los fríos pasillos del hospital psiquiátrico, hacia la habitación de mi hermana. Elena lideraba el camino, quien a su vez no dejaba de lanzarme miradas insinuadoras sobre su hombro. Desvié la mirada, para evitar mirar sus pupilas cargadas de deseo, en su lugar, me dediqué a observar las blancas paredes como si en realidad se tratase de algo con importancia.

—Hace mucho no te veía —habló la morena, deteniéndose frente a la puerta de la habitación de mi hermana.

—He tenido cosas que hacer, Elena.

—Te he echado mucho de menos.

Volví a mirarla. Arrugué las cejas y suspiré.

—Recuerda que tú y yo no tenemos ningún tipo de compromiso, no puedes echarme de menos, no puedes esperar a verme todo el tiempo, al menos que yo lo quiera.

Ella bajó la mirada mientras asentía y se hacía a un lado.

—Lo sé, Cold.

Moví mi cabeza en señal de afirmación, antes de pasarla y dejarla atrás.

Tara se encontraba sentada en el mismo sitio donde siempre me esperaba, frente a la pequeña mesa de hierro, con su mirada clavada en el piso sin siquiera intentar mirar en mi dirección. Ladee la cabeza, tomándome el tiempo de observar sus rasgos; su rostro estaba aún más demacrado de lo que recordaba, unas oscuras ojeras decoraban el contorno de sus ojos, sus labios se veían resquebrajados mientras que su piel, aún se encontraba más pálida.

Caminé en su dirección y me senté frente a ella, colocando el bolso que llevaba conmigo, frente a mí.

—Mírame —mandé.

Con gran lentitud, elevó su mirada, hasta que sus ojos azules estuvieron a la altura de los míos. Negué con la cabeza una y otra vez, mientras hacía una mueca de asco con mis labios.

—Te ves horrenda, Tara —noté como empuñó sus manos sobre la mesa, lo que me hizo cuestionarme desde cuando se le permitía estar sin la camisa de fuerza.

Abrí la mochila y saqué la máquina de afeitar. Ella abrió mucho los ojos con notorio pánico, mientras negaba con la cabeza una y otra vez.

—No. Por favor, no lo hagas —murmuró, levantándose para arrinconarse contra la pared como siempre lo hacía.

Revisé la máquina para cerciorarme de que tuviera las baterías con ella, volví a cerrarla y después, con mucho cansancio, me dirigí a Tara.

—No seas estúpida y no me hagas perder el tiempo, ven y siéntate inmediatamente.

—Tyler, por favor... no —cubrió su rostro con ambas manos, incapaz de contener los sollozos mientras trataba de escapar a toda costa de mí. Caminé a paso rápido hacia ella y la tomé por la muñeca para así arrastrarla hacia su silla y obligarla a sentarse.

—Dime algo, Tara. Si papá te hubiese suplicado para que no cambiaras sus pastillas, ¿Lo hubieras hecho? —Gruñí, incapaz de ocultar el odio y el asco que sentía hacia su persona—. ¿Habrías tenido aunque sea un poco de compasión hacia él? —encendí la máquina y comencé a pasarla sobre su casi calva cabeza, mientras ella no dejaba de llorar—. ¿Hubieses dejado de disgustar a nuestra madre para no hacer que se desangrara a cómo lo hiciste?

—Por favor... para —lloró aún más.

—Pararé hasta el día en que hayas muerto, ¿Te ha quedado claro? Hasta entonces, seré tu infierno personal, seré aquella persona que te recordará cada vez que tiene la oportunidad, el monstruo sin corazón que eres.

Cold I y II Temporada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora