#ColdDay
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La lluvia no daba tregua, se apegaba a mi cuerpo tal y como Ariel lo hacía en ese mismo instante. Sus brazos me rodeaban con tanta fuerza, que los huesos de mi cuello comenzaban a reclamarme ante el ardor que sentían. Pero la dejé, le permití que me apretara con todas las fuerzas que quisiese sacar, dejé que llorara apegada a mí porque después de todo, que se sintiese de esa manera era mi culpa.
Yo había jugado al detective con Shane, yo había obligado a Nathan para que pusiera la renuncia y se largara de esa casa.
Acaricié su espalda, mientras me dedicaba a apoyar mi barbilla en la coronilla de su cabeza, a la vez que me maldecía por encontrarme consolándola, cuando no debía de importarme nada de lo que sucediera con su jodida vida.
Me odiaba... en ese preciso instante me odiaba con todas mis fuerzas por lo contradictorios que eran mis sentimientos; una parte de mí, quería empujarla y escapar, dejándola sola en medio de esa tormenta que azotaba sin piedad alguna; otra parte de mí, quería mantenerse exactamente en la posición que estaba, sintiendo la calidez que su cuerpo transmitía al mío mientras temblaba entre mis brazos. Y otra parte muy importante de mí, me odiaba porque no fui capaz de destrozarle la carita de niño bonito al puto perro antes de que se largara con todo lo que tenía en esa casa.
Quería encontrarlo y deseaba lastimarlo, para que así sintiese aunque fuese un poco del dolor que la pobre Sirena estaba sintiendo.
Poco a poco fue aflojando su agarre, mientras a su vez, sus sollozos disminuían considerablemente. Puso distancia entre ambos y me observó directamente a los ojos; esas pupilas verdes que poseía se encontraban hinchadas después de haber derramado tantas lágrimas. Su perfecto cabello rojo se pegaba a los costados de su rostro, por causas de la lluvia, por lo que tuve que suprimir la necesidad que sentía de alejarlo y colocarlo tras sus orejas.
Ella bajó la mirada, mientras yo continuaba literalmente comiéndomela con los ojos. Un fugaz recuerdo había invadido mi mente, años atrás cuando solo teníamos trece años, aquel día caluroso cuando me atreví a besarla a la salida del colegio mientras su padre la esperaba... aún recordaba la manera en la que tuve que escapar para sentirme seguro en casa, puesto que temía que el hombre me hiciese daño.
Y ahora me encontraba aquí, observando sin descaro alguno sus regordetes labios, deseando poder saborearlos y succionarlos para comprobar si mantenían la misma dulzura de aquel entonces.
Su mirada regresó a la mía, por lo que noté el grado de incomodidad en el que se encontraba. Desvié la mirada y la clavé en el suelo, donde la clara y la yema de mi hijo se habían lavado con el agua, dejando nada más que un triste pedazo de cascarón.
Fruncí el entrecejo, antes de regresar mi mirada hacia la suya.
—Has asesinado a mi hijo —murmuré, señalando el cascarón con mi barbilla—. Y voy a culparte de esto.
Una pequeña y burbujeante risa brotó de sus labios mientras dirigía su mirada hacia los restos del huevo. Cubrió su boca con ambas manos, mientras negaba con la cabeza una y otra vez.
—¡Dios mío! Soy una pésima madre, ¡Maté a mi hijo después de que tú lo tatuaste!
Torcí una sonrisa mientras sacudía mi cabeza en repetidas ocasiones. Me gustaba ver la manera en la que su ánimo había cambiado, ni siquiera entendía lo fácil en que había logrado que sonriera, sin necesidad de esforzarme; de hecho, esa ni siquiera había sido mi intención. Simplemente deseaba inculparla por hacerme perder todos los puntos del proyecto.
Escondí mis manos dentro de los bolsillos de mis pantalones, mientras levantaba una plegaria en dirección al huevo. Le había agarrado cariño... incluso aún más cariño que al 95% de la población que conocía.
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Cold I y II Temporada©
Roman pour AdolescentsÉl es frío y despiadado. Ella es carismática y noble. Él ama meterse en problemas. Ella trata de huir de ellos. Él ya no cree en la gente. Ella trata de hacer del mundo algo mejor. Él cree que lastimar a los demás, aliviará su dolor. E...