Capítulo 52. Ariel

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Los gritos llenos de euforia por parte de los presentes, hacen que lleve mis manos hasta mis oídos para así poder apaciguar el estrés que todo aquello me provoca. Odio los partidos de fútbol. No tengo nada más que decir. Odio ver esa cantidad de gente apoyar a 22 sudorosos chicos que no hacen otra cosa más que correr tras un balón.

Pero bueno, aquí estoy. Acompañando a mi novio y a nuestros amigos a esta rara manera de entretenimiento. Tyler se encuentra completamente serio, presenciando cada movimiento que hacen los chicos de nuestra escuela al obtener la posesión del balón. Mientras que Shane no deja de lanzar gritos de apoyo, a la vez que su novia peli rosada se encoge y hace muecas de desagrado al escuchar tantos gritos.

Sonrío y niego con la cabeza. Era increíble que esa chica estuviese aquí solo para llevarle la contraria a su novio, a pesar de que tampoco le gustaba el futbol.

Bajo la mirada y acaricio mi vientre, preguntándome en mi interior si era posible que en realidad ahora cargara ahí a un hijo de Tyler. Muchas interrogantes me hacían temer en lo qué sucedería si todo aquello fuese verdad. ¿Cómo reaccionaría Tyler cuando se enterara? O peor aún... mi padre.

Me estremezco al solo pensar en su reacción, con lo cual consigo ganarme la atención de Tyler.

—¿Tienes frío? —pregunta, inclinándose hacia mí.

Niego con la cabeza y me pongo de pie.

—No. Sólo necesito ir al baño.

—¡Voy contigo! —se apresura a decir Lizzy, poniéndose de pie de un salto.

Ambas caminamos hombro a hombro hacia la zona de los baños, la cual, gracias al juego, se encuentra completamente desierta.

—Es normal —dice Lizzy en cuanto tomo el pomo de la puerta.

—¿Qué es normal? —respondo, apresurándome a sentarme en el inodoro.

—Mamá dice que a las mujeres embarazadas les da muchas ganas de ir al baño.

—¡Lizzy! Cállate, ¿Quieres?

—Es tu estado, amiga.

—Aún no me he hecho ninguna prueba.

—Pero ya es un hecho, verás que saldrá positiva.

—Sí, y tú eres rubia —pongo los ojos en blanco y comienzo a acomodarme la ropa.

—En realidad sí soy rubia. De hecho, ya comienzan a verse las raíces. Tendré que ir a pintarlo otra vez.

—Mejor cállate, amiga.

Jalo de la cadena y sonrío. La verdad es que no me disgustaría del todo estar embarazada, de hecho, comenzaba a ilusionarme, a pesar de haber sido una mocosa irresponsable que no se detuvo a pensar en su carrera universitaria antes de haber abierto las piernas, olvidándose del puto condón.

—Oye, Liz. No lo decía tan en serio, lo de que te callaras —hablo, al no volverla escuchar hablar.

Abro la puerta y un grito queda atascado en mi pecho al ver a mi amiga tirada en el piso boca abajo. Mis manos comienzan a temblar como gelatina, mientras que el pánico se apodera de mí al no saber qué hacer.

Miro su nuca, un hilo de sangre baja desde la parte superior de su cabeza, su cabellera rosada, ahora presenta un tono rojizo, gracias a la sangre que no deja de brotar desde su cabeza. Las lágrimas comienzan hacerse presentes, cayendo hasta mis mejillas, me inclino hacia ella y doy un respiro de alivio, al notar su pulso latiente en su cuello.

—No te apures, amiga. Voy a llamar a Tyler —hablo en voz alta, mientras trato de sacar mi teléfono. Pero un sonoro golpe en la parte trasera de mi cabeza, me hace desplomarme sobre mi amiga, quedando en una horrible penumbra.

(...)

Muevo mi cabeza con lentitud, sintiendo como el dolor punza en ella. Mis manos se sienten apretadas tras mi espalda, al igual que mis pies juntos sobre lo que parece ser, una silla. Abro mis ojos con lentitud, viéndome en un oscuro lugar, que no me deja ver más allá de unos cinco metros, gracias a la poca iluminación que entra por una pequeña ventana en la parte superior.

Dirijo mi mirada hacia ambos lados en busca de Lizzy, pero no la veo.

—¿Hola? —llamo, soportando las ganas de llorar que todo aquello me provoca.

Un fuerte dolor se instala en mi pecho al saber lo que significa. Mi mayor temor se había vuelto a repetir:

Había sido secuestrada.

—Así que ya la Sirenita despertó. Comenzabas a preocuparme, linda —un hombre habla, acercándose con lentitud hacia donde me encuentro.

Esa voz... esa maldita voz podría reconocerla a millas de distancia.

—Pensé que no ibas a despertar.

Un cuerpo tatuado queda a mi vista. Levanto la mirada para encontrarme con los ojos marrones de Oward Nieto. El matón de las peleas clandestinas. El mismo matón del cual me había hablado Nathan en el pasado. Aquel tipo que era acusado de narcotráfico y de incluso, asesinatos.

—Hola, pelirroja —saluda, cruzando sus tatuados brazos sobre su pecho.

—Oward Nieto —contesto—. ¿Dónde está mi amiga?

—Si tuvo suerte de que la encontraran rápido, pues supongo que en un hospital.

—¿Qué es lo que quieres de mí?

—Es que en realidad, no te quiero a ti —sonríe, inclinándose para tomar un mechón de mi cabello y luego dejarlo caer—, al que quiero es a tu noviecito, y tú eres el boleto que necesito para que venga a mí.

—¿Tyler?

—El mismo, al menos que tengas más de un novio —me da la espalda y comienza a alejarse de mí—. Mejor comienza a rogar para que tarde solo unas pocas horas en encontrarte, pues supongo que una chica en tu estado, necesita agua, comida e ir al baño —y después desapareció.

(...)

Narra Elizabeth Collins.

Abro los ojos de manera sobresaltada mientras trato de sentarme, pero una mano me detiene, volviéndome a acostar sobre la mullida almohada que se encontraba tras mi cabeza.

Un fuerte dolor me hizo rabiar, obligándome a cerrar los ojos. Nunca había sentido un dolor igual en mi cabeza, ni siquiera recordaba qué era lo que había pasado. Solo podía recordar en mi conversación con Ariel, y después... todo se había quedado oscuro.

—Tranquila, bebé. Estoy aquí —la voz tranquilizadora de Shane me hace sentir un poco de paz.

—¿Shane? ¿Qué sucedió?

—Es lo que te íbamos a preguntar, Lizzy —la voz de Tyler se hace oír desde la puerta—. ¿Dónde está Ariel?

—¿Ariel? —abro los ojos de golpe, buscándola con la mirada.

—¿Cómo que dónde está Ariel? —Mis ojos se llenan de lágrimas ante tal pregunta—. ¿Qué le sucedió? Ella estaba en el baño, yo solo la esperaba afuera —mis lágrimas comienzan a ser derramadas, presintiendo lo peor. El pánico me invade, ocasionándome dificultades para respirar—. Lo único que recuerdo es un fuerte golpe en mi cabeza, pero no sé quién me lo dio. Después no recuerdo nada.

—Tranquilízate, Elizabeth —me habla Tyler, acercándose a mí. Se sienta a mi otro lado y besa mi frente—. Tienes cinco puntos en tu cabeza, has estado inconsciente durante cuatro horas, no te esfuerces. Ya las autoridades saben de esto, en un rato van a hacerte unas preguntas, pero será todo. Quédate con Shane y recupérate —él vuelve a besar mi cabeza y luego se levanta y comienza a retirarse.

—¿Y tú a dónde irás?

—No se preocupen, sólo iré por mi chica.

***

Cold I y II Temporada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora