Cold I y II Temporada©

Capítulo 44. Ariel

#ColdNight

***

Ya ni siquiera sabía lo que debía de sentir.

Las lágrimas se derraman sin que pueda hacer algo para detenerlas, un fuerte dolor atraviesa mi pecho, quitándome las ganas de respirar, al igual a como lo hace mi hermano en esa habitación de hospital.

Me encuentro recostada en uno de los sofás blancos de cuero, ubicados en la sala de espera del hospital. Mantengo mi cabeza presionada contra el reposabrazos, dedicándome a observar a mi padre al otro la sala hablando por teléfono. Mi pobre madre no había querido separarse de mi hermano un solo instante. Desde que Landon sufrió esa nueva recaída en casa, esa que nos hizo subir con rapidez al auto mientras él convulsionaba, ella se había dedicado a sostener su mano, sin que alguien pudiera hacer algo para poder separarla de su lado.

El reporte que el médico nos había dado minutos atrás, no era nada alentador. En simples palabras había dicho: "lo lamento, pero no queda mucho por hacer por Landon, más que esperar a que su corazón determine de detenerse.

Le habían comenzado a suministrar morfina para aliviar un poco el dolor, pues al parecer, el cáncer se había expandido por todo su cuerpo.

Cierro los ojos con fuerza, llevo mi puño hasta mi boca, tratando de apaciguar los sollozos que no dejan de brotar. Miles de imágenes de cada momento que viví con mi hermano se reproducen en mi mente, acabando con lentitud todo el amor y la fe que le tenía a la vida. La sonrisa sincera que me dedicaba cada vez que me veía preocupada, sus abrazos cuando me sentía triste, incluso recordaba como su nariz se tornaba roja a causa de las alergias, cada vez que metía un perro a escondidas a la casa.

Ahora todo se estaba yendo a la mierda en cuestión de segundos. Iba a perderlo, pronto iba a ver a mi hermano dentro de un maldito féretro sin poder moverse.

—Sirena.

Elevo la mirada, entre lágrimas puedo apreciar el rostro de Tyler a escasos centímetros del mío. Su expresión es completamente angustiante, él extiende su mano y acaricia mi mejilla, alejando con sus dedos, pulgar e índice, las lágrimas que se derraman a lo largo de mi mejilla. Solo esa pequeña muestra de afecto me es suficiente para echármele encima y rodear su cuello con mis brazos. Sumerjo mi cabeza en la curva de su cuello y lloro, lloro desconsoladamente. Su mano recorre mi espalda con suavidad, aprisionándome contra su pecho con dureza, transmitiéndome con ese acto la seguridad que necesitaba para saber que no estoy sola en esto.

—Aquí estoy, Sirenita. No voy a dejarte —me susurra, pegando sus labios a mi oído.

No abro mi boca, simplemente permito que sus brazos me sostengan por largos minutos.

Después de mucho rato, sus labios comienzan a recorrer mi cabello, sus manos suben hasta posicionarme en mis mejillas, donde con suavidad me separa de él, hasta que su mirada se encuentra a la altura de la mía. Él mantiene una expresión fría; su mirada vacía me hace ver que también le ha afectado el saber que mi hermano está muriendo.

—Sé que nada de lo que diga ahora te hará sentir mejor —habla, sin dejar de verme a los ojos—, esto apesta, Sirena. Perder a una persona duele como la mierda. Ya he pasado por eso antes, ¿Recuerdas? Y fue por partida triple.

Asiento, sin saber que decir exactamente.

—Me convertí en un maldito monstruo, culpé al dolor y al odio de ello. Pero la verdad, es que no me dejé ayudar.

—¿A dónde quieres llegar con todo esto?

—Lo he visto en tu mirada, Ariel. Es la misma mirada que tenía yo cuando me di cuenta de que mis padres habían muerto. Estás resentida con la vida, ahora no entiendes lo que pasa, y piensas encerrarte en la idea de que esto no debería de pasar, luego vas a odiar ver una pareja de hermanos felices, incluso temo que termines odiándome, cuando vayas a verme junto a Thiara —hizo una pausa, sin dejar de acariciar mis mejillas—. Sirena, no vale la pena. Si pudiera devolver el tiempo, juro que hubiese actuado diferente. Nunca debí de alejarte de mí, nunca debí de comportarme como el bastardo que soy.