Una joven rubia se pasea frente a mí, saltando de un lado a otro como si fuese una chiquilla; su cabello era tan dorado, que incluso podía confundirse con un rayo de sol, el cual se movía de un lado a otro cada vez que ella daba un salto de felicidad. Su sonrisa era bulliciosa, y también hermosa.
Me quedé anonadado, sin saber dónde me encontraba. Me dediqué a observar a la bella chica con tanta dulzura, que temí que la Sirena estuviese celosa después de esto. Pero lo cierto era que no podía dejar de mirarla. Algo en mi interior me instaba a querer acercarme; algo me hacía desear poder abrazarla para después nunca más liberarla.
Conocía ese rostro, podía reconocer ese par de ojos azules a millas de distancia, solo que justo ahora, aquel rostro al que estuve tan acostumbrado a mirar por tantos años, se encontraba luciendo muchos años menos de cuando la dejé de mirar.
Ella se detuvo, se giró con lentitud hacia mí y después me sonrió; me sonrió de la manera más dulce en la que solo ella podía sonreír. Su sonrisa era tan hermosa y sincera, que incluso sus pequeños ojos se entrecerraron al hacerlo.
Avanzó hacia mí, hasta que se encontró a unos escasos metros de distancia. Cuando estuvo justo frente a mí, dejó de sonreír y negó con la cabeza mientras veía hacia arriba.
—Pero mira cuánto has crecido —chasqueó la lengua y dejó caer los hombros en un lento suspiro—. ¿Cuánto tiempo he estado ausente que ahora te encuentras tan alto?
Tragué saliva con fuerza, pasando una mano sobre mi cabello con nerviosismo. Ni siquiera sabía cómo actuar, todo aquello que me convertía en todo un tipo rudo, frente a ella se había desvanecido, dejándome tan frágil y vulnerable, como un pequeño pajarillo.
—Casi cinco años —susurro.
Ella silba y pasa una mano por su frente viéndose sorprendida.
—¡Vaya! Sí que han sido muchos años ya.
Asiento, sin saber que más decir y ella vuelve a mirarme.
—¿Y cómo te has portado, Tyler?
Hago una mueca de disgusto y trago saliva con fuerza. Sé que en el momento en que volviera a decir una palabra más, iba a disgustarla terriblemente.
—Te he hecho una pregunta, jovencito —reprende la chica, comenzado a mirarme con el ceño fruncido.
—Estarías tan decepcionada de mí —confieso, logrando con ello que su ceño se profundice más, y que su sonrisa se desvanezca por completo—. Me dolió tu partida y también la de mi padre —continúo hablando en voz baja—. Me convertí en un monstruo, a tal punto que estoy a poco de enfrentar a las autoridades por ser un asesino —dejo salir una risa llena de sarcasmo y niego con la cabeza—. Aunque la verdad es que ni siquiera sé si continúo vivo.
Sus labios se abren ante el asombro, camina a mi alrededor y después me da una palmada para nada amistosa en la parte trasera de mi cabeza.
—¡Tyler Roberts! ¿Acaso esa es la manera en la que tu padre y yo te educamos? ¿No inculcamos el amor y el respeto por los demás? ¿Qué es lo que has hecho con tu vida?
—¡La destruí! ¿De acuerdo? ¡Me hundí en el abismo al que entré cuando tú y papá decidieron que era el momento de dejarme! —las lágrimas comenzaron a mojar mis mejillas, una mezcla de extraños sentimientos se adueñaron de mí: dolor, rabia, tristeza, nostalgia... todo se juntó, haciéndome sentir la persona más miserable que jamás había existido.
Cuando volví a mirarla, ya no era la chiquilla que había comenzado a reprenderme. Ella era mi madre, la mujer que miré muerta en una cama de hospital.
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Cold I y II Temporada©
Подростковая литератураÉl es frío y despiadado. Ella es carismática y noble. Él ama meterse en problemas. Ella trata de huir de ellos. Él ya no cree en la gente. Ella trata de hacer del mundo algo mejor. Él cree que lastimar a los demás, aliviará su dolor. E...