#ColdDay
***
Pretendía acompañar al viejo Joe a una revisión de rutina al centro médico. No es como si ahora pretendía ser una buena persona al llevar a un anciano a sus citas médicas, simplemente el hombre me había pagado muy bien, para que le hiciera compañía. Y a quien iba a engañar, un dinero extra y ganado fácilmente, no le caía mal a nadie.
Pero los planes del día fueron interrumpidos justo cuando las puertas del ascensor se abrieron y así quedara a mi vista un alto cuerpo tatuado.
Inspiro con pesadez, justo cuando mi mirada se cruza con la de Oward Nieto.
—Oward Nieto —pronuncio.
—Pero bueno —sonríe, extendiendo su mano en mi dirección—. Si es el famoso Cold.
Hago una mueca al escuchar ese estúpido sobrenombre; ya hacía tanto tiempo que no lo escuchaba, que incluso había vuelto a acostumbrarme a mi nombre.
Oward me observa por largos segundos, y tras no recibir respuesta a su saludo, vuelve a bajar su mano para después volver a hablar.
—Hace mucho que no te veo, Cold. Ni siquiera has tomado mis llamadas.
—He tenido muchas cosas que hacer —contesto.
Dirijo la mirada hacia el viejo Joe, quien observa de mí a Oward con gran curiosidad.
—Viejo, ve y espérame con Paco. En un momento te alcanzo —le pido, señalando hacia el portero.
—¿Por qué debería de obedecerte? —cuestiona, frunciendo el ceño en mi dirección—. No eres mi maldita madre.
—Primero, no maldigas a tu difunta madre —expreso, observándolo con el ceño fruncido—. Y segundo, porque si no lo hace, voy a abrir la puerta de mi departamento, para que mi perro vaya por su gato.
—Tan simpático como siempre —murmura, echándose a caminar en dirección al portero.
Ignoro los berrinches del viejo caprichoso, para así regresar mi absoluta atención al bastardo de Oward, quien no deja de observarme con una chispa de diversión en su mirada. Él ladea su cabeza, chasquea su lengua y después se alborota el cabello. Mira hacia atrás, donde el viejo prácticamente debe de arrastrar los pies para evitar apoyarse del bastón.
—¿Así que ahora cuidas a los ancianos, Cold? ¿Además tienes un perro? —vuelve a mirarme y sacude su cabeza, incapaz de contener la carcajada que brota de sus labios—. Pero ¡Cómo has cambiado!
—No fastidies, Nieto —le advierto—, mejor dime a qué se debe el motivo de tu visita.
—Ya te lo he dicho. Me tienes muy abandonado —deja caer sus manos a sus costados, aun sin borrar esa petulante sonrisa que me hace intuir problemas—. Me has hecho perder mucho dinero, Cold, ¿Cuándo pretendes regresar?
—Ya me he retirado del Agujero, Nieto. Ahora tengo asuntos que atender.
Su sonrisa se esfumó al instante, siendo reemplazada por unos labios fruncidos más una asquerosa vena que se había marcado en su cuello. Ladeo la cabeza, dedicándome a observarlo. Oward siempre me había parecido un buen tipo, nos emborrachábamos juntos, además de que solíamos ser socios en cuanto a las peleas. Pero ahora que lo veía bien, pensaba en todas las veces que el idiota de Zackary me había advertido sobre no fiarme ante él, y ahora le encontraba sentido a cada una de sus palabras. Pues el odio y la furia se habían marcado en su mirada, en vez de la chispa de diversión que antes poseía.
—Tú estás bromeando.
—No, Nieto. Sabes que las bromas no son lo mío —niego con la cabeza, adoptando una expresión de dureza para así hacerle ver que si no logró intimidarme antes, tampoco lo hará ahora—. Me he retirado del Agujero, ahora me dedico a administrar el negocio de mi padre, además de que me preocupo por terminar el colegio.
—Tú no puedes hacerme esto, Cold —me señala con su dedo y niega con la cabeza una y otra vez—. No te hagas el rogado, bien sabes que te iba muy bien allá dentro.
—He dicho que no. Y ahora si no te importa, hay un anciano al que debo de acompañar —murmuro, pasando por su lado.
Mi única intención era poder dejar las el asunto por la paz, seguir con mi vida y que el idiota que estaba dejando atrás, pudiera conseguir otro matón que lo hiciera ganar dinero de forma ilegal; pero una única amenaza susurrada por su parte, justo cuando pretendía dejarlo atrás, me hizo detenerme otra vez.
—Vas a arrepentirte de esto, Cold —habla con los dientes apretados, pero lo suficientemente fuerte para que pueda escucharlo—, aún no sabes de lo que puedo ser capaz de hacer.
La furia que había estado apagada desde hacía algunos meses atrás, es despertada de forma inmediata. Es como si con sus pocas palabras, se hubiese activado en mí, ese deseo de ataque que había tratado de contener. Así que obedezco a mi instinto de inmediato, me giro hacia él y con rapidez, lo tomo del cuello y lo presiono contra la pared. Clavo mis pupilas en las suyas, para que el imbécil fuera capaz de entender cada una de mis palabras.
—Tú eres quien no sabe con certeza de qué soy capaz —espeto con seriedad—. Sólo trata de meterte conmigo o con alguno de los míos, Nieto, y te juro que te mato.
Después simplemente me voy, no me detengo a mirar su expresión, ni tampoco espero a obtener alguna respuesta, pues a decir verdad, me vale mierda lo poco que pueda pensar el imbécil. Si tan solo intentó intimidarme con su absurda amenaza, no lo había conseguido, pues de algo estaba completamente seguro, si Oward Nieto lograra a atreverse a hacer algo en mi contra, encontrarían su cadáver a la orilla de la calle.
(...)
Después de haber acompañado al viejo Joe al centro médico, había ido por la Sirena a su casa, y justo ahora nos encontrábamos en el parque, acostados bajo la sombra de un enorme árbol de corteza. Ella mantenía su cabeza apoyada en mi pecho, permitiendo que yo acariciara su espalda, mientras que yo no podía dejar de pensar en mi conversación con Oward.
Justo ahora me arrepentía de las malas decisiones que había tomado tras la muerte de mis padres, todo hubiese sido tan diferente si tan solo hubiera actuado con madurez desde un principio, pues ahora, la preocupación y el odio no iban a permitirme tener paz.
—Sirena.
—¿Mmmm? —responde ella con voz soñolienta.
—¿No has pensado en contratar otro guardaespaldas? —indago.
Ella apoya ambas manos en mi pecho, para así levantar la cabeza y mirarme a los ojos.
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque odiaría la idea de que pueda llegar a sucederte algo.
Ella tuerce una sonrisa y niega con la cabeza un par de veces.
—Estoy bien, Ty. No hay nada de qué preocuparse. No quiero volver a tener a un tipo atento a lo que hago la mayor parte del día.
Asiento no muy convencido.
—Pues entonces al menos prométeme que tendrás cuidado, que andarás atenta a cualquier movimiento extraño en la calle.
—¿A qué viene todo eso, Tyler?
—Solo promételo, Ariel. Promete que vas a llamarme si vez algo extraño. No dudaré en ir hacia ti.
—Está bien, mi amor —sonríe, mientras vuelve a apoyar su cabeza en mi pecho—. Lo prometo.
Una estúpida sonrisa se marca en mi rostro, apoyo mi cabeza contra el césped y cierro los ojos, incapaz de dejar pasar las últimas palabras que han salido de sus hermosos labios maquillados de rojo.
—Me has llamado mi amor —murmuro, volviendo a acariciar su espalda.
—Tú lo has dicho antes, Ty. Soy tu chica, lo que te convierte en mi chico.
Y con eso simplemente morí.
***
¡Feliz Martes, Sirenas!
Un capítulo corto y sin revisar, pero hoy me voy de vacaciones y regreso hasta enero si Dios lo permite, por lo que no quería irme sin antes dejarles el capítulo.
¡Recuerden que las y los amo!
-Fran
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Cold I y II Temporada©
Novela JuvenilÉl es frío y despiadado. Ella es carismática y noble. Él ama meterse en problemas. Ella trata de huir de ellos. Él ya no cree en la gente. Ella trata de hacer del mundo algo mejor. Él cree que lastimar a los demás, aliviará su dolor. E...