Maldita sea me asuste al ver a una Marta entrar a trompicones en la habitación entretenida con la chica de la fiesta besándose descontroladamente mientras que con dificultad trabajaba en quitarle sus jeans ajustados (al parecer no era la única que tenía la misma retorcida idea de pasar a la camita con alguien) Leonardo y yo nos quedamos inertes esperando a que notaran nuestra presencia, aunque agradezco a los cielos y al universo, el saber que entró la hermanastra del chico rubio a que haya entrado los padres de éste; la fémina con quien se encontraba la pelirroja nos observó a ambos extrañada para después separarse lentamente de Marta.
-Ehmm...Creo que alguien se nos adelantó.- Dijo la muchacha agregando una tímida sonrisa, Marta se separó de golpe como si hubiera estado tocando fuego, incomoda al igual que nosotros.
-Eh... Pensé que la habitación estaba sola.- Confiesa ruborizada
-Nosotros igual.- Ambos contestamos sin mover musculo alguno.
-Bueno, yo creo que mejor me voy.- Dije saltando lejos de la cama en donde caí de tortazo al piso, el alcohol jugaba con mis sentidos, Leonardo se propuso a levantarme con cuidado, salí de allí rápidamente, estando ya en mi habitación, la vejiga que en aquel entonces estaba dormida, reaccionó de repente, estaba tan distraída que hasta las ganas de hacer pis se me habían esfumado temporalmente. Luego de mi descarga en el baño, pude observar en el espejo que mi rostro tenía la pigmentación de un color carmesí intenso, si alguien me vería en estos momentos, podría decir que corrí un maratón sin parar, no sabía si era por el bronceado que estaba empezando a tomar o lo caliente que me pude haber colocado con Leo en la recámara, en esos instantes, mis subconsciente comienza a divagar al igual que mis preguntas, ¿qué tal si sus padres habrian entrado y nos hubieran encontrado ya en plena acción?, lo cual hubiera sido desastroso, mi vergüenza en el momento sería infinita, o podrían contarles a mis progenitores lo cual causaría mi envio a un convento de monjas lejos de la sociedad activa; mis ganas de bajar nuevamente a la fiesta eran nulas, solo quería acostarme y dormir plácidamente en las suculentas y llamativas camas ante mis ojos. Al tratar de ir a la ducha para bañarme, por el simple hecho de estar asquerosamente empegostada por el sudor, pierdo el equilibrio involuntariamente cayendo al piso frío del baño, mi flojera y pesadez eran tan inmensas que asi sin mas me quede dormida.
Una mano me despertó haciendo que me diera un respingon, era Grace que me miraba con el ceño fruncido, como si estuviera verificando si estaba viva o no, me senté de golpe ante la situación, me dió cierta pena haber quedado dormida en el baño pero ante repentina acción de mi parte su efecto en mi persona era un mareo asqueroso en donde el dolor de cabeza insoportable lo acompañaba, sin aguantar me arrastré hacia el inodoro para comenzar a vomitar, mi barriga y cabeza me hacían llorar del dolor.
-Agh, Carla, increíble.- Se quejó Grace detrás de mí, agarrando mis cabellos para que no se mezclaran con el asqueroso líquido que viajaba por mi garganta.
-No quiero que vuelvas a beber de esa manera.- Agregó con tono autoritario cuando yo solo me dedicaba a seguir expulsando las bebidas, al terminar me incorporé lentamente, mareada, Grace sólo se dedicó a levantarme y acostarme en la cama junto con mi prima y mi amiga que ya se encontraban dormidas al igual que mi padre; sentí el suave colchón en mi torso cayendo en un sueño profundo.
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En el desayuno del hotel mi humor padecía de una irritabilidad crónica, en donde se podía agregar un martirio constante en el cráneo a pesar de haber tomado dos aspirinas temprano, era de esperarse que lo que menos hubiera querido en esos momentos era relacionarme con otro ser humano siquiera mirarlo. Toda la comida que se olfateaba en la cafetería me hacía sentir más asqueada de lo que ya estaba, las ganas de vomitar las mantenían en mi garganta.
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Let the party begin mother fuckers (Editando)
Teen FictionMy life is a Mess and I need some descontrol