XVI

4.8K 618 99
                                    

¡Era un hermoso día para morir!

Eso era lo único en lo que Mica podía pensar mientras caminaban por el puerto de New Jersey. El cielo estaba despejado, la zona desierta, los pájaros muertos en el suelo. Debió haber comenzado por eso, dónde la fauna estaba muriendo o comportándose extraño, pero con el calentamiento global y mil errores humanos desconsiderados, era difícil estar seguro si era por actividad demoníaca o la insensibilidad moderna. Plus, hacer un análisis de la zona hubiera tomado tiempo, y ella extrañaba demasiado la pizza romana, por lo que una vidente había sido el mejor atajo.

Se había despertado temprano, tenido un excelente desayuno preparado por Luc que haría sentirse orgulloso al padre David de verlo porque nadie debía salir de cacería con el estómago vacío, había cogido su bolso con todos sus juguetes perfectamente pulidos y afilados, y había dejado que Luc pagara el pasaje en bus por ambos.

El turismo de shopping había sido el apogeo y la caída de la humanidad, Mica cada vez estaba más segura de ello. Cuando más grande y tentador fuera el centro comercial, más alejado estaba de la civilización, un perfecto punto de caza para los demonios. Eso tenía el nombre de Azazel escrito por todas partes.

—No soy buena jugando en equipo —comentó Mica—. No soy linda.

—Dudo que alguien pueda ser lindo cuando se trata de demonios —respondió Luc.

—Las personas se olvidan que un zorro es lindo hasta que le pones una presa delante y debe matar. Me gusta matar. Deberías saber eso. También deberías saber que no tengo mucha paciencia al lidiar con demonios y sacan lo peor de mí. Mis métodos tampoco son del agrado de la Iglesia, así que las cosas se suelen poner tensas luego.

—¿A qué quieres llegar?

—Bianca nunca me trae buenos recuerdos, y tengo un carácter bastante malo cuando eso pasa. No te lo tomes como algo personal, pero no seré linda el resto del día.

—No tienes que justificarte por eso. Ahí.

Mica se detuvo para fijarse en lo mismo que él. En el suelo, a menos de un metro, estaba la misma escritura demoníaca que ella reconocía de las partidas de nexus meus. Luc no avanzó más. La clásica desconfianza regresó por un instante, él no debería ser capaz de ver esa escritura, nada que no tuviera sangre demoníaca podía. Pero, honestamente, Mica no tenía la menor idea sobre paganos o brujos no relacionados con demonios, y Alessandro seguía sin responderle.

—Si ves algo extraño o tardo más de quince minutos, comienzas a tocar tu violín. Si la Iglesia aparece antes que yo, no entiendes una sola palabra de lo que te digan. Y no hagas nada estúpido, cuando cazas un demonio no hay tiempo para preocuparte por otra cosa. Solo estás aquí porque mis heridas no están curadas del todo y eres el plan de escape.

—¿Cuánto vas a tardar?

—Tengo buen olfato para la sangre.

Luc palideció al oírla y Mica supuso que no eran las mejores palabras para decirle a un hijo preocupado, pero sería mentir decirle que su madre debía estar en perfecto estado. Acomodó su mochila y siguió sola con el camino. Otro punto que no le cerraba, quizás fuera un asunto de franceses, pero ni aunque ella hubiera jurado ante el mismo diablo ser pacifista y jamás meterse en una pelea, se quedaría atrás si su madre estaba en peligro. Si la situación hubiera sido al revés, no había modo alguno en que Luc pudiera haberla detenido de ocuparse con sus propias manos aunque eso significara la muerte inminente.

Sus sentidos la guiaron enseguida una vez que estuvo dentro del gran círculo de escritura demoníaca. A Bianca se le debían de haber acabado los trucos, o ella matado a todos sus cómplices animales, para dejar la zona tan desprotegida. O tal vez su prisionera había dejado de ser su pieza valiosa ahora que el Vaticano había intervenido. Un objeto con el cual extorsionar a Luc, o con el cual divertirse al intentar romper. Mica conocía demasiado ese juego como para saber que a veces un demonio no necesitaba un motivo, y tampoco veía valor en mantener un prisionero.

InflexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora