No debió haber subestimado a Bianca. Unas décadas sin enfrentarse, una sola victoria al desterrarla de regreso al infierno, y se había olvidado algo tan básico como cuánto su enemiga le deseaba la muerte. En su defensa, no había esperado encontrarla allí, ni tampoco planeado un enfrentamiento directo con ella. Pero había visto el modo en que Bianca había mirado a Luc, la maldad pura brillando en sus ojos blancos, y Mica conocía demasiado bien esa historia como para permitir que se repitiera.
Se dijo en vano que el chico no le importaba, él solo se había metido en esos problemas y él solo debería salir, pero recordaba lo que era estar en su lugar y lo mal que había terminado por no tener a alguien que la aconsejara entonces. Y Luc era poderoso. Más de lo que ella hubiera imaginado que un pagano era capaz, y ese violín debería estar fuera de sus manos. Lo último que necesitaba, era un enemigo similar.
Los puntos picaban. Por eso odiaba ser cosida. Además que la hacía sentirse como una muñeca de trapo, los puntos le picaban y no podía rascarse si no quería destruir el delicado trabajo. Se repitió en vano que solo tenía que aguantar una noche, su cuerpo habría sanado lo suficiente al día siguiente como para poder sacarse esas molestas cosas.
Encerrada en el cuarto de invitados, solo podía pensar en lo inconveniente que era haberse quedado sin hotel en donde dormir. Una vez que había descubierto lo de los croissants, el resto no había sido muy difícil de deducir. Bien, tal vez Azazel le había dicho que se fijara en que el video policial estaba cortado. El pedazo de papel con el mensaje estaba en el fondo de su bolsillo. Y Bianca siempre había hablado de más al presumir de sus malas acciones.
Era inconveniente. Aun si Luc no estuviera relacionado con seres demoníacos, seguía siendo inconveniente. Debería matarlo. La Iglesia seguramente ordenaría tal acción. Pero Mica prefería evitar hasta última instancia cualquier cosa de ese estilo. A veces todavía podía oír los desgarradores gritos de su madre y el chisporrotear del fuego mientras la abrasaba, sentir las lágrimas en sus ojos por el denso humo, el intenso calor en su piel, su corazón partirse eternamente.
Obedeció a su cuerpo y se recostó para descansar, intentando no pensar en tan triste primera vida. No debió haber hablado. Si ella jamás hubiera confiado su secreto a otro, entonces su madre no hubiera tenido tal final. Si tan solo hubiera estado allí para evitarlo... Pero había llegado tarde. No había encontrado más que huesos carbonizados al final, y entonces su propio grito de furia la había dejado sin voz durante días y las consecuencias de sus acciones le pesarían lo que durara su existencia.
El sitio era un desastre, con ropa y chucherías tiradas por todo el suelo. Estaba segura de poder escuchar a un perro ladrar en la lejanía. Se había encerrado en esa habitación sin desear lidiar con nadie más, y en vano había intentado escuchar la conversación entre Luc y el enfermero colorido cuando quedaron a solas. Incluso su agudo oído había sido inútil, ellos debieron preverlo e irse a otra habitación.
Reconocía que la relación entre ambos sí había sido algo inesperado. Ambos compartían el mismo empleador, aunque eso no la ayudaba a develar la identidad de la mente maestra detrás. ¿Y si le estaban mintiendo de nuevo? Suspiró, intentando que las palabras de Azazel no jugaran con sus pensamientos. Él siempre buscaría el modo de hacerla dudar para atraerla de nuevo a sus garras, no podía permitirse tal cosa.
Se tensó por puro instinto al escuchar el ruido de la puerta, su reacción no cedió al ver a Luc. Todo lo que podía pensar era en que él le había mentido. Como Bianca, como Azazel, como todos quienes se habían aprovechado de ella para usarla mientras se reían a sus espaldas por el engaño.
—No te mentí, tú solo asumiste lo equivocado —comenzó él.
—Eso no cambia que me dejaste creer algo que sabías no era cierto —ella lo miró con su helada furia—. Mentiras.

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Inflexión
FantastiqueMichaela Servadio está segura de una cosa: su alma se encuentra muy lejos de la salvación. Condenada por su sangre, juró servirle a la Iglesia y ayudar a lidiar con sus asuntos demoníacos en un intento por redimirse aun cuando su fe es tan inexisten...