I

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—¡Oh, vamos! ¡Él se lo buscó! No puedes culparme por haberlo hecho.

Mica hizo las cortinas a un lado y salió con paso apresurado del confesionario. El padre David ya se había adelantado varios metros, abandonando primero su lugar al no tolerarlo. Para ser un hombre de religión, no era tan calmado o pacífico como ella hubiera esperado. De hecho, era bastante impulsivo, o tal vez Mica tenía ese efecto en él. Ella tampoco se esforzaba por ser muy soportable. El padre David parecía del tipo de hombre de sangre caliente, pasional incluso. Extraño en un sujeto de su profesión con tantas prohibiciones. Pero se había comprometido a Dios y luchaba contra sus impulsos pecadores, del mismo modo que ella lo hacía. Y eso, por más extraño que resultara, lo convertía en su ejemplo a seguir.

—¡No puedes seguir dañando al prójimo! —gritó él sin aligerar su paso o darse vuelta para mirarla.

Para ser un hombre que se pasaba la mayor parte del tiempo sentado escuchando confesiones, era muy enérgico. Mica sentía que el aire le faltaba por el esfuerzo de alcanzarlo, aunque también podía ser a causa del pesado aire de la iglesia y el intenso aroma a inciensos. Culpó a su altura, si el padre David no tuviera piernas tan largas no sería tan difícil alcanzarlo. Pero ella estaba cansada, con sus piernas dormidas y su cabeza embotada, y en comparación a él, parecía una niña. Ese cuerpo no había sido bendecido por la altura, a pesar que era perfecto para la acrobacia.

—¡No es mi culpa si tiene un cuerpo tan débil! —dijo ella en respuesta.

—¡Esa no es excusa para atacarlo! Oh Señor, perdona a esta discípula por despreciar tus regalos de este modo y usar sus dones para dañar a tu siervo.

—No seas tan dramático.

Pero el padre David siempre lo había sido. Mica suspiró, él realmente caminaba rápido. Tuvo que rendirse y trotar para alcanzarlo. Su largo cabello, tan oscuro como la misma tinta, se balanceaba en su espalda con cada paso. Al menos esta vez no había aparecido cubierta de sangre. ¿Él no podía apreciar eso? Sentía el familiar peso de la culpa en su espalda, porque en el fondo sabía que no estaba bien patear a alguien en medio de una rabieta. Hizo una mueca a sus espaldas, tal vez no había sido lo más maduro reaccionar de ese modo con Olivier.

El calor de las velas no bastaba para alejar el frío que ella sentía, cada vez más seguido. Algunas cosas nunca cambiarían, ni en esa vida, ni en ninguna otra. Como la reacción dramática del padre David. La iglesia estaba vacía a excepción de ellos dos considerando que era pasada la medianoche. Mejor así, los feligreses siempre la miraban como si ella fuera una inocente y religiosa chica que pasaba sus ratos libres allí en vez de fuera realizando actos indignos junto a la juventud. No podían estar más alejados de la verdad.

—¿Y por qué has golpeado a Olivier esta vez? —preguntó el padre David.

—Pateado —corrigió ella frunciendo el ceño.

—Michaela, no puedes patear a un hombre sin importar lo que te haya hecho —se persignó frente a la gran cruz central antes de coger un mechero para encender unas pocas velas apagadas—. A veces Dios nos pone a prueba con algunas personas, pero la paciencia es un carácter divino que debemos practicar a diario. Debes orar para librarte de esa tentación.

—Es fácil decirlo cuando no hay sangre demoníaca de por medio.

—Si fueras un demonio, no serías capaz de tocar agua bendita.

—Tampoco me siento a gusto haciéndolo.

—Eso es más psicológico que otra cosa.

Ella lo dudaba, pero si algo había aprendido en esa vida era que resultaba imposible discutir con el padre David. El hombre no era lo suficientemente mayor para que creyeran que la había adoptado, tampoco tan joven como para ser un hermano mayor. Apenas había hecho sus votos cuando Mica lo había conocido años atrás, demasiado joven y apuesto como para que ella considerara un desperdicio su compromiso aun siendo solo una niña. Pero él aseguraba que ella lo había salvado en su vida anterior aunque no lo recordara, y tal vez a eso se aferraba al decir que no había mal en su naturaleza.

InflexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora