PARTE 08 - "... NINGÚN PLACER DE ESTA VIDA,

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 ¡Y uno, dos, tres... y uno, dos, tres… Y uno, dos, tres... y uno, dos, tres Y uno, dos, tres... y uno, dos, tres…” la gruesa voz de Tomás llenaba el salón.  

— Recto el brazo Beatriz… ¡TODO DE NUEVO…!!— el truco de Tomás para reprender a un alumno era obligarlos a todos a repetir el ejercicio, eso hacía que los demás solidarizaran con el enojo del maestro, presionando al que cometía el error a arreglarlo de inmediato. Una presión brutal pero efectiva.

(¡Créanme los que son docentes!)

Los jóvenes danzaban, cada uno concentrado en los sonidos que sacaba Tomás de un viejo piano que sonaba desafinado. El cansancio era tremendo, pero el entusiasmo les sacaba fuerzas del orgullo, además habían alcanzado una elasticidad pasmosa, y en cada uno de ellos se había desarrollado una habilidad que sólo exhibían las gimnastas rusas y españolas, eran capaces de levantar las piernas hacia atrás y hacia arriba, recta, curvándola hasta alcanzar la nuca y aún sobrepasar hasta llegar a la cara. Y quedar estáticos, sin esfuerzo aparente alguno; Tomás estaba fuera de sí. Estos tipos y tipas eran increíbles. “Este puto de Atkinson es asombroso” se decía para sí, y se refocilaba con ello. Alonso y Mauricio eran prodigios, no le cabía duda, eran buenos, realmente buenos. Como para admirarse.

Sus tres juveniles estrellas tenían algo en común en su historia del ballet: Mijj.

Cada uno había sido recomendado por Mijj. La selección que hacía la inválida anciana era tan rigurosa que sólo tres muchachos habían gozado de tal privilegio. Luego del ensayo, le pidió a los tres que se quedaran.

Algo sorprendidos acataron sin chistar. Prontamente pasaron al temor. Y luego al pánico. El tono de Tomás había sido lacónico y serio, demasiado solemne, definitivamente

intimidante. “¡Dios!, ¿sabía que se habían metido a un cubículo de la ducha?” Los tres enfrentaron al maestro.

— Muchachos, todos conocen a Mijj, ¿sí?

Afirmaron los tres aprensivamente.

— Bien, Mijj cumple 92 años en un mes más…, quizás no lo sepan, pero ahora pueden y deben saberlo, ustedes tres están a aquí porque ella los ha recomendado y eso para mí, ya es una garantía cierta. No están obligados a lo que deseo pedirles, pero se los pediré por favor, cosa que no hago frecuentemente, deseo que bailemos para ella, cada uno hará una ejecución en su homenaje, el día de su cumpleaños—. Los muchachos respondieron con un — sí— inmediato y entusiasta (e ingenuo).

— Gracias— les dijo amable el maestro. — Alonso, prepararás El Amor Brujo, la danza de José el embrujado. Mauricio, tu prepararás el adaggio de Romeo y Julieta, Romeo en el jardín de Julieta, y Atkinson prepararás Carmen, la danza del Torero. Quiero que se lleven los discos compactos y escuchen unas 500 veces, no, unas 1000, no, unas 1500 veces… ¿vale?

Atkinson miró a Tomás sin altanería, pero mirándolo a los ojos — Con todo respeto, maestro… deseo pedirle un cambio… — ¿Sí?

— Tengo poderosas razones para pedirle que por favor me deje interpretar frente a la maestra Mijj, a Sigfrido en El Lago de los Cisnes.

— ¿Y cuáles serían esas poderosas razones, Atkinson?— dijo Tomás algo sarcástico pero sospechando.

— Maestro Tomás, la maestra Michaela Jorgermann me inició en esto con el Lago de los Cisnes, deseo agradecerle esa oportunidad que me dio... y también a usted.

— ¿Billy Elliot, eh?... veremos Atkinson, te faltan 15 cm de altura para ser como el gran Elliot, pero veremos…

Tomás tomó todo un día para decidir y decidió: “Sí”. Atkinson conocía la felicidad, ahora sintió qué era la esencia de ella.

ATKINSON - AMOR ADOLESCENTE - Erótica -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora