PARTE 22 - EL CASTILLO ACOSADO

42 1 0
                                    

PARTE 22 - EL CASTILLO ACOSADO

Demian estaba tan contento que no cabía en sí de satisfacción y entusiasmo, Atkin-son lo miraba con complacencia, debían poner toda la escena en acción de nuevo,  

presionaría para que Yvan o Mauricio interpretaran a Rothbart o Wolfgang, no creía que fuera difícil, ambos estaban excepcionales, y él sentía que no estaba mal en su propia ejecución.

Ese sábado, al llegar el taxi que los llevaba a ambos a la casa de Demian, alrededor de las siete de la tarde, el chico más joven se bajó corriendo, llegó a la puerta, se detuvo en seco, desde allí volvió corriendo al taxi, abrió la puerta, metió la cabeza dentro del vehículo, agarró fuertemente la de Atkinson con sus manos y le plantó un beso en la boca, sonoro, ostentoso, abierto y prolongado a Atkinson, incluso le metió la lengua a la fuerza, At lo miró sorprendido…

…y aterrado…

…el padre de Demian miraba la sorprendente escena con ojos de plato sopero.

El hombre se acercó, miró a su hijo, luego a Atkinson. Sobre ellos cayó el más siniestro silencio; el hombre tenía la cara seria, grave… esto no era lo que había concebido… el ballet para su hijo había sido algo que había aceptado a regañadientes. Y ahora tenía la prueba tangible acerca de la razón que él tenía y que había disfrazado con eufemismos acerca de las “tendencias” de los bailarines de ballet; una falacia sin duda, pero ya nada en este planeta lo convencería de lo contrario, que ese era un mundo de “raros” que disfrazaban con elegancia su abiertas, (u ocultas) femineidades. (“Maricones” se decía para sí, con furia y desprecio en la voz).

—Papá, yo… este… mira, debemos conversarlo…

—Sí, Demian, sin duda, debemos conversarlo…— asintió el hombre. Atkinson empezó a bajarse del auto… esto debía arreglarse, no sabía cómo, pero algo debía hacer.

—Atkinson, deténgase ahora de inmediato, esto es entre Demian y yo, ¡USTED SOBRA ACÁ!…— le dijo el hombre viciosamente —no quiero que intervenga ni menos que entre a mi casa… debo decirle que esto se acabó… buenas noches… ¡Demian!,— siguió severo y con voz de trueno, —entra a casa, ve a tu dormitorio… espérame allá…

Atkinson intimidado se metió al auto de nuevo, el taxista arrancó, ya sabía dónde ir. Conocía a los muchachos, les conocía las tendencias, no las criticaba, eran sus clientes y de alguna manera era una suerte de cómplice de los muchachos.

***

Demian entró a su habitación, temblando, aterrado, sentía una horrible convulsión en el de estómago que lo había atacado súbitamente, quería vomitar, y eso fue lo que hizo… sintió que su padre entraba a la habitación y que cerraba la puerta tras de sí. También supo que su madre entraba y muy inquieta.

— ¿Qué pasa Osvaldo?, ¡dime qué pasa!— dijo la mujer en tono asustado. Se percató que Demian vomitaba. Su instinto de madre hizo que reaccionara iniciando su ida al baño.

Su esposo la sujetó firmemente. Más de lo conveniente, eso era agresión.

—Déjalo que vomite, así se limpia de lo sucio…— dijo el hombre en un tono feroz.

— ¿Qué estupideces hablas, hombre… suéltame…— y dio un tirón al hombre zafándose de la sujeción tenaz. —Demian está enfermo… déjame…— La mujer se empezó a enfurecer y en ese estado era temible. También Osvaldo estaba furioso, y en ese estado era también temible.

Entró al baño, ayudó a Demian, le limpió con papel higiénico las lágrimas y restos de vómito.

Demian lo largó todo, sin ocultar nada —Mamá, papá me vio besando a Atkinson, lo besé en la boca, papá nos vio, echó a Atkinson, y me ha prohibido seguir en el ballet…— y se puso a llorar desconsoladamente.

ATKINSON - AMOR ADOLESCENTE - Erótica -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora