PARTE 15 - ¡QUE NO HAY MÁS DIOS QUE ALLAH, Y MAHOMA ES SU PROFETA!

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Si Atkinson esperaba que los acontecimientos vividos con Macarena aclararan sus sentimientos, inclinaran su balanza y lo calmaran, estaba profundamente equivocado;  por el contrario, se sumió más aún en un insondable océano de vacilaciones. Y paulatinamente se fue hundiendo en una melancolía que alcanzó una turbadora cumbre de dudas muy poco después de la apasionante aventura con la bella e inquietante Macarena.

Nada hay más grave para los seres humanos el ignorar qué es lo que quieren, a dónde quieren llegar, y no saber cómo ir, ni menos cómo volver.

Ya mucho más de la madrugada, al llegar a su casa se metió a la cama sin siquiera desvestirse. En su mente desfilaban las imágenes de Macarena desnuda y gimiendo, y la sensación de placer que él había experimentado, toda una novedad, carente de salvajismo, subrayada sólo por ternura, más que alegrarlo, lo llenaba de desazón, de miedos y dudas.

Sus agitadas emociones que lo llevaban a Macarena, se mancornaban en una feroz lucha con sus otros sentimientos: esos que lo llevaban (más bien lo empujaban salvajemente) al bello efebo Alonso, y aún su mente divagaba por otros acontecimientos que lo derivaban a un deseo casi morboso en que emergían Mauricio, Yvan y aún el ladronzuelo Juan. Casi decidió llamarlo… le dio miedo y lo borró para siempre de su vida, al mismo tiempo que lo eliminaba de su agenda telefónica. Su confusión era brutal.

***

Se masturbó con las imágenes que poblaban su mente, no buscaba placer, sino el relajamiento que proveía el orgasmo, como el drogadicto que encuentra paz sólo en su estado estupefacto, de donde proviene la palabra estupidez. At no quería hacer actos estúpidos, Macarena nunca le dijo que lo amaba, y no era eso lo que esperaba, pero la sola idea de que la muchacha hubiera hipotecado, en silencio, su afecto en él, le promovía un pavor inenarrable y el pobre At sacudía la cabeza violentamente para espantar la sola y extenuante idea… tenía la más decepcionante convicción que él no podía corresponderle, y el horrible temor a dañarla lo tenía completamente aterrado. At tenía la certeza que la única palabra que podía definir su emoción era: Miedo… un miedo que lo sumía en la desesperación. Tenía tanto miedo… Miedo… Miedo… miedo a lo que sentía y a lo que sentían por él otros seres.

***

… Atkinson tenía miedo a enamorarse… y, aunque no lo supiera (en verdad no quería admitirlo), estaba profundamente enamorado de Alonso… lo amaba tan intensamente que sus resoluciones vagaron sin duda alguna: Alonso, el bellísimo Alonso era al que amaba completa y definitivamente.

***

Se durmió finalmente, un sueño inquieto, que no lo hizo descansar, durmió tenso; cuando sonó el despertador a la mañana siguiente, simplemente no fue capaz de moverse, le dolía cada músculo, prendió la lámpara de velador a duras penas, la luz lo hirió como un rayo, debió apagarla de inmediato, tenía fotofobia, permaneció en la cama tratando de reunir fuerzas para levantarse; simplemente no pudo. Creyó que estaba resfriado, pero los síntomas propios de la gripe no los experimentaba.

En realidad Atkinson estaba sumido en la más profunda depresión. No supo cómo estaba dormido nuevamente.

Una muy atribulada Dora apareció a despertarlo, preocupada. Atkinson no había sido jamás remolón, al contrario. Prendió la luz de la habitación, Atkinson se recogió como si un manto de maldición lo cubriera. — ¡Apaga la luz! — rugió más que dijo.

Dora, ahora profundamente alarmada, se acercó al joven. Se sentó al lado en la cama, en ese momento Atkinson saltó a los brazos de su madre y lanzó el primer chorro de desesperación, estallando en sollozos que le remecían el cuerpo. Por la mente de Dora pasaron infinitos y alarmantes pensamientos, dejó que Atkinson se desahogara, sabía que tarde o temprano se cansaría de llorar, era el momento que esperaba la experimentada madre de cuatro hijos. At sollozó hasta que se cansó.

ATKINSON - AMOR ADOLESCENTE - Erótica -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora