PARTE 36 - AL FINAL YA NO SENTÍA MIEDO

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PARTE 36 - AL FINAL YA NO SENTÍA MIEDO, SE SONRIÓ ANTES DE DORMIRSE DEFINITIVAMENTE.

Mauricio, a las siete de la mañana, se puso frente al volante del tractor, arrancó la máquina, la manejó con sorprendente habilidad, los sacos que llevaba iban a loscerdos, lo acompañaba Yvan, al que se le prohibió estrictamente subir al vehículo

de trabajo, ni siquiera al acoplado, las normas de seguridad así lo exigían, de hecho el padre de Mauricio se fue conversando con Yvan hasta el lugar de vaciado del alimento, eran cincuenta sacos que había que descargar, empezaron; a los diez, hasta el hombre acostumbrado al trabajo, respiraba con mayor frecuencia y más profundo, no sólo había que descargarlos, además abrirlos y vaciarlos a una tolva unida a un mecanismo de correa sin fin que iba repartiendo automáticamente el alimento por todos los cuarteles, al menos de esa nave.

Y así por los diez cuarteles restantes, además restaba sacar los desechos de los cerdos, se vistieron con trajes amarillos y altas botas, con una valentía superior, empezaron a arrastrar toda la porquería de los cerdos a un canal, que recibía agua y lavaba todo a una laguna de caca de cerdo, la que se secaba por sectores, se sometía a un calentamiento de 70 grados Celsius por dos días, esto la esterilizaba y se la enriquecía con nutrientes sintéticos, para abonar los árboles y plantas de la parcela. Se reciclaba todo. Mauricio no se quejó, pero Yvan casi vomita hasta que se acostumbró al olor y visión de tantas toneladas juntas de mierda. El hedor le quedó pegado en la nariz, y casi no comió ese día. Pero lo superó.

Ya tarde aceptaron que el padre de Mauricio los llevara a la cabaña, se había instalado una radio en ella y otra en la casa, de modo que la comunicación podía ser instantánea. Los cazadores furtivos y merodeadores, no sólo de frutas sino de los panales podían ser sujetos muy peligrosos, sin escrúpulos, y de hecho existían. La cabaña había sido reforzada, las ventanas del techo y las laterales habían sido protegidas por rejas metálicas de doce milímetros cada barrote de fierro sólido.

El padre de Mauricio los acompañó un rato, los chicos no disimulaban ni ante él que eran algo más que amigos, pero aunque el padre de Mauricio lo aceptaba, nunca lo habían conversado.

—Chicos, es decir, muchachos... ustedes son pareja... quisiera saber si esto que ustedes tienen es serio...

—De mi parte, no puede ser más serio, papá...

—De mi lado, así es, quiero a Mauricio...

El padre pareció estar conforme, —Miren, un comentario, no se traicionen, hay fama de que los amores de la naturaleza que ustedes se profesan son un sinfín de aventuras y desilusiones, veleidades y engaños... no me gustaría que sufrieran... ninguno de los dos...

—Seremos francos papá... el uno con el otro, y al menos yo contigo, y Malher...

El hombre se fue, la noche lo alcanzaba ya. Contempló su tierra, —tanto trabajo— pensó para sí. —¿Quién cuidará de ella?

***

En la cabaña Mauricio hizo té, le agregaron canela, algo de miel y lo bebieron. Se tomaron de las manos, compartieron un beso tierno, fueron juntos al baño, se lavaron los dientes, prendieron el calefón y se bañaron, no tenían prisa ni ansiedad alguna. Mutuamente se jabonaron, se hicieron de sus partes privadas, el tocarse ya era algo acostumbrado, pero igual se pusieron erectos, se sonrieron ante la reacción, pero no hubo más que aprobaciones. Se secaron, cuidadosamente, usaron un secador de pelo y se soplaron el cabello, que les lucía renegrido y brillante. El ambiente era cálido, no necesitaron otras fuentes de calor más que sus cuerpos. Se contemplaron desnudos, les era natural, apreciaron los hombros anchos, las proyecciones de las musculaturas en la piel, y las suaves curvas de la cintura y los paréntesis que armaban sus caderas, los bordes internos de las caderas marcaban una perfecta V que convergía hacia las matas de vellos castaños que le daban marco a sus penes que se montaban en el saco escrotal respectivo. Todo ello sobre largas piernas, fuertes y poderosas, armoniosas y bien delineadas sobre las que había una franca pelusilla ya palpable.

ATKINSON - AMOR ADOLESCENTE - Erótica -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora