6. Rumba

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Esto tiene que ser una gran, gran broma. Ese imbécil no puede estar hablando en serio. No voy a llevarlo conmigo a ninguna parte; pero, Pipe aparece y bastante raudo anota su nombre en una lista que ya se para que es.

―Estás dentro, amigo ―le dice levantándole el pulgar.

―No soy tu amigo ―él le replica, como el neandertal que es.

Tan creído y ni siquiera sabe socializar.

―Ahora lo eres ―Pipe le rechista de muy buen humor y eso tampoco parece gustarle.

―No lo apruebo ―niega rotundo otra vez.

―Vamos chucho, que no es tan grave.

―Y ahora, ¿a quién llamas chucho? ―replica como un niño malcriado, y Pipe solo sacude sus manos muy divertido, y se va.

Todo esto se ha convertido en una completa mierda. Y mi corazón nuevamente ha sido roto, por segunda vez. Lo sé, demasiado prematuro para pensar así, pero en serio me encantaba. Mi querido Adrián se retira con su adorable y delicada novia, y dejan al energúmeno ese ahí sentado. Pipe lo convence a regañadientes luego de ladrarle como perro rabioso para que nos lleve en su carro, quedamos boquiabiertos cuando vemos su fabuloso Audi.

¡Demonios! Muy a tono con su ropa y estilo.

Pero es un idiota de lo peor.

Antes de irnos, lo hago pasar por mi casa para ponerme cómoda; cosa que no le gusta, porque cuando llegamos pregunta todo tieso si es en ese lugar donde vivo, y yo me jacto con todos mis pulmones de vivir en un humilde edificio de apartamentos cerca de la zona de Chapinero. Me puse pantalones negros ajustados, una camiseta holgada y chaqueta para el frio excesivo que hace allá arriba. Estaba de mal humor, y el hecho de que se haya ofrecido para venir me puso peor. Así que esta noche, apenas lleguemos al sitio, me voy a emborrachar, y a olvidarme de él.

Llegamos sobre las once al lugar, y estaba a reventar. Todos los amigos de Pipe ya estaban allí bastante ensalzados. Se saluda con todos con su particular parsimonia de manos y de paso ellos a mí dándome la bienvenida, ya los conozco a la mayoría. Son amables, y pagan por una buena rumba. A Andrés, le miraron como bicho raro. Con esa pinta de chepito bien arregladito, estaba fuera de lugar; se veía un poco mayor que todos nosotros.

Y como poco me importa que haya venido busco parche aparte para cumplir mis propósitos porque el causante de mi mal humor irónicamente había venido conmigo. Así que empiezo a beber como desquiciada todo lo que me ofrecen los conocidos, los que no disimulo y los boto, tampoco soy confiada. Muy mala idea beber así, lo sé, ¡pero y qué!

Bailo desinhibiéndome de todo con la música, mientras él solo me observa con cara de pocos amigos. Veo a una chica acercársele, así que me dedico a ver su reacción. La despacha sin ningún remordimiento, y luego de eso en ningún momento toma un solo trago de los que le ofrecen. Eso me parece una actitud bastante odiosa, por lo menos debería disimular. Dejo de bailar y abandono al parejo que me he encontrado, de reojo he visto que hay alguien que no ha parado de mirarme desde que llegó a la fiesta, y no, era él insípido de Andrés. Tal vez un amigo de Pipe, por como hablaban y brindaban. Me acerco a donde está sentado el insípido sentado como una ostra. Habría preferido estar más ebria que borracho de cantina para hacerlo, pero qué más da.

―¿No bebes? ―pregunto empinando una pola.

―No. Soy el conductor elegido.

―¡Ah sí! ¿Y de quién?

―Tuyo, por supuesto.

―Olvídalo, puedes irte cuando te apetezca. Ahí está el camino, anda. Shu, shu.

Latte amor✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora