17. Enloqueciendo de nuevo

887 112 1
                                    

Narra Andrés

Mi madre puede esperar.

Debo estar volviéndome completamente loco para decir eso por segunda vez.

¿Cuándo fue la última vez que evadí una llamada de mi madre?

La respuesta es: Ninguna.

No creo que me esté volviendo loco, más bien creo que alguien me está haciendo perder la chaveta sin proponérmelo, ¿será? Da igual. Es la primera vez que deseo estar con exagerado afán dentro de alguien; pero, no la primera vez que caigo en este tipo de juegos. No, no lo es. Tal vez ella crea que parezco un mojigato; y no lo soy.

«Seamos Follamigos».

Mi mente trae a colación una situación inusual que lo comprueba. La extraña propuesta que recibí de Ava Clayton. Una de mis compañeras en Yale, no cursábamos la misma carrera, pero si veíamos materias afines y fue por una de ellas que terminamos conociéndonos. No le mentí a Camila cuando le dije que no era muy popular con las chicas durante mi estadía allí, si bien, no niego que soy bonito ―eso me decía Ava de forma burlona― no era muy bueno para socializar y menos para entablar relaciones más allá de lo amistoso. De cierta forma, enamorarme de Laura marcó mi vida y mis intereses. No fue fácil desprenderme de ella y dejarla con mi primo; sin embargo, era algo que tenía que hacer porque él se lo merece.

¿Y tú que Andrés? La pregunta salta en mi defensa.

¿Yo? Me cuestiono y sonrío porque ahora ya puedo encontrar lo que merezco por mí mismo. Con Ava, fue ella quien me indujo a tener una pseudo relación para cubrir nuestras necesidades de sexo seguro y sin compromiso, y no puedo quejarme del tiempo que compartimos bajo las sábanas. He de aceptar que con ella aprendí más de lo que hubiera aprendido con el mujeriego de mi hermano y su costumbre de empujarme a seguirle los pasos. Con Ava convivimos los últimos dos años de nuestras carreras, sin compromiso, sin quejas, sin reclamos. Sin ataduras. Y así como comenzó, así terminó sin ni una cosa ni la otra. No niego que me sentí un poco vacío cuando me dijo que regresaba a Inglaterra. Un beso en la mejilla fue lo más cercano a algo romántico que tuvimos en esos dos años. Jamás nos besamos, solía decir que eso era demasiado íntimo y personal frente a lo que teníamos.

Un affaire

Pero a Camila la había besado muchas veces, y no me molesta hacerlo muchas veces más; pero, ¿acaso estaba convirtiendo lo que habíamos empezado en algo demasiado íntimo y personal? No lo sé, solo que ahora quiero que sea diferente a la forma en la que lo había llevado con Ava. Que, aunque no hubo mucho trauma, me quedó el sinsabor de saber si de verdad para ella fue así.

Por momentos me siento estúpido por pensar así; sin embargo, de una u otra forma quiero que esto sea especial. No en vano me leí todas esas novelas que me recomendó Ava en su afán de educarme sexualmente porque en principio era demasiado tímido.

―¿Decidiste irte? ―Camila habla y su pregunta capciosa, me trae al presente, al momento.

Entorno la mirada, reparo en ella y aún hay deseo en su cara sonrojada. Es evidente lo caliente que está. Esbozo una sonrisa que a ella quizás le parece antipática. Y no lo es. Es solo que no puedo evitarlo, me había retraído con los recuerdos de mi increíble pasado sexual. Camino hacia ella y me arrodillo frente al sofá. Sin preguntar, tomo las manos de sus rodillas y las aparto, seguido abro sus piernas y me acomodo entre ellas. Esta vez, no voy a arrancarle la ropa, quiero ir más despacio. Quiero escucharla.

―¿Quieres que me vaya? ―Empiezo tanteando el terreno.

He aprendido que, con ella, nunca se sabe.

Latte amor✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora