35. Una visita inesperada

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Narra Andrés

En este momento me siento el hombre más dichoso del planeta y no me cambio por nadie. Y aunque jamás creí que terminaría haciendo tantas estupideces para estar con una chica, lo he hecho, y lo más gracioso de todo esto es que no me arrepiento de haberlas hecho para que Camila aceptara estar conmigo de una buena vez.

―¿Estás despierto? ―pregunta removiéndose.

Su culo pega contra mí porque la cama es tan estrecha que tenemos que quedarnos bien pegaditos, arrunchados en cucharita y lejos de molestarme, me encanta esa cercanía que tenemos. Le abrazo y la atraigo contra mi pecho. Meto mi mentón en el hueco de su hombro y le hago sentir todo mi deseo mañanero. Es bueno que sea sábado porque lo último que quiero es ir a trabajar. A parte no traje nada de ropa y lo que traje no me serviría.

―Ahora sí ―respondo y me empujo en su trasero.

―Ya me queda claro ―repone removiéndose contra mí.

―Espera y me pongo uno ―aviso y ella se gira.

―¡Lo dices en serio!

―Sí, muy en serio ―digo tomando el ultimo paquetito que nos quedó de anoche y arqueándome para ponérmelo.

Ella solo se burla de mi peripecia porque casi me caigo de la cama. Pero lo logro y me acomodo detrás de ella otra vez. Tomo su pierna y la acomodo en mi cadera para tener más acceso y me hundo desde atrás, despacio en su interior. Ella gime cuando la empalo profundo.

―Va-Vaya... ―jadea.

―¿Te gusta así? ―pregunto moviéndome despacio.

―Sí... me gusta... así...

Su mano va a mi cuello para sostenerse y el movimiento se vuelve tan intenso que termino echándola boca abajo, y a mi encima de ella.

―¡No pares! ―me insta pero tengo que acomodarme y eso hace que me salga de ella y tenga que volver a metérsela de nuevo.

La atraigo para que quede sentada y así la invito a moverse conmigo mientras le toco el clítoris, y que no se me da muy mal porque sus gemidos aumentan. Me muevo rápido y cuando creo que voy a llegar donde quiero el ruido de un teléfono rompe nuestra concentración.

―¿Tu madre? ―jadea y yo flipo.

―¿Por qué sería ella?

―Tal vez porque te le escapaste.

―Muy graciosa, Camila ―gruño y la empujo contra la cama para quedar sobre ella.

Obteniendo una posición mejor. El teléfono sigue sonando, pero no me detengo, no puedo... no puedo hasta que la hago chillar mi nombre primero y después le sigo yo complaciéndola maldiciendo el suyo por hacerme un idiota feliz.

Me dejo caer sobre ella y al dar la vuelta terminamos cayendo al piso. Nos echamos a reír. Le abrazo para sobarla. El teléfono suena de nuevo.

―Debes ser importante ―dice con agitación.

―No creo, quizás es Adrián. Me dijo que no volviera a hablarle hasta que tuviera buenas noticias.

―¿Qué buenas noticias?

―Que me perdonaste y que volverás a ocupar tu puesto en la agencia.

―Eso...

―Eso no tiene reversa, y más vale que vuelvas.

―No quería dejarlo, pero la idea de tu madre echándome no me agradó para nada.

―Eso no va a pasar. Papá estipuló en su testamento que mamá no puede intervenir en la empresa. Daniel es sucesor y yo el albacea de las acciones de mamá. Pero como Daniel se fue, yo quedé a cargo de todo. Y te aseguro que ella no se meterá contigo jamás.

―Tengo mis reticencias con eso, pero no espero que te pelees con mi madre por mi ―dice y le creo que es cierto.

―Ella va a tener que aceptarte si quiere que vuelva a ser su hijo.

―¿Consentido? ―se mofa de mí.

―¡Basta con eso! ―resoplo haciéndola girar dejándola boca arriba y colocándome sobre ella. me acomodo entre sus piernas y la jalo hacia mis caderas de nuevo.

―¿¡Que haces!?

―¿Segunda ronda? ―propongo ladino estimulándola con mi dedo.

Está muy mojada, dilatada perfecta.

―Querrás decir cuarta ronda con los de anoche ―indica colocando su dedo en mi blanco vientre―. Y ya no quedan condones.

―Este aguanta otra ―digo ladino y ella resopla; sin embargo, cuando me dispongo a hacerla mía de nuevo, el teléfono suena―, puedo acabar afuera.

―Haré algo para la próxima, ahora ve y contesta ―me ordena saliendo y escapándose de mí.

―Lindo culo ―le digo cuando la veo darme la espalda y correr al baño.

Ella se gira y antes de entrar y cerrar la puerta me saca el dedo medio con mucha alevosía. me dejo caer hacia tras sonriendo. Jalo la sabana. Me levanto después y miro que tengo el látex puesto. Me lo quito y busco donde botarlo, seguido me amarro la sábana a la cintura y busco mi teléfono que si mal no recuerdo está dentro del saco que traía. Por suerte está allí, lo saco y miro quien llama. Me sorprendo cuando veo el nombre.

―¿Ava? ―pronuncio incrédulo.

―¿Quién es? ―Camila se asoma por mi hombro y mira hacia la pantalla.

Veo que se puso una camiseta.

―Recuerdas la chica de la que te hable.

―Sobre tus malos pasos ―se burla y yo achino los ojos y aprieto mis labios.

―Ay, pero que delicado ―prosigue su burla y me besa en los labios.

―Ella es quien me está llamando ―digo y deja de besarme.

―¿Ah, sí?

―Veré que quiere ―informo, antes de devolver la llamada.

Camino hasta el sofá y me siento, palmeo a mi lado para que haga lo mismo. Lo hace reticente y la obligo a sentarse en mis piernas, me agrada la sensación de su trasero desnudo en mi mano. Marco de vuelta a Ava y al segundo tono contesta.

―¿Andrés? ―responde en su trastocado acento británico español.

―Sí, hola, ¿Qué sorpresa?

Camila solo me mira y yo le pellizco la nalga. Me gruñe fingiendo molestia. Entonces la beso.

―Ah, espero no te moleste que te llame ―dice y suena algo apenada.

―No, para nada, ¿en qué puedo ayudarte?

―Bueno, estoy llegando a tu ciudad y me gustaría saludarte. Vernos, ¿está bien?

―¿¡En serio!? Es una sorpresa, y sí, me encantaría saludarte.

―Oh, bien, te enviaré mis datos cuando llegue para que podamos vernos.

―¡Vale! Los espero ―digo y cuelgo.

Camila solo me mira ceñuda. Dejo el teléfono a un lado y me echo sobre ella.

―Ya ves, Ava Clayton está de visita en la ciudad, es toda una sorpresa, pero me encantaría que la conocieras.

―Eres tonto, ¿verdad? ―me acusa―, ¿quieres que conozca a tu ex?

―No, quiero que mi ex, conozca a mi novia ―advierto y la beso y después de eso no le doy tregua metiéndome entre sus piernas.

Meto mi mano debajo de su camiseta y aprieto uno de su pecho para que abra la boca. Le meto mi lengua y después, me meto en su interior hasta el fondo.

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Latte amor✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora