26. Sinceridad

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¡Carajos! Me quedo quieta para que no note que me puso a sudar.

¿Como se le ocurre decirme eso?

Es una confesión, o solo intenta confundirme para que no le siga reclamando lo que vi y creo que pasa entre él y su queridísima Laura. Ya desde que la conocí me caía gorda, ahora mucho más.

Observo la caja y me giro para mirarle con cautela.

―¿Le pediste a ella que comprara esto para mí? ―inquiero, no lo imagino haciéndolo.

―Por supuesto, crees que entraría a una tienda a comprar...eso.

Eso me hace bufar audible.

No, no lo imagino.

―Deja de burlarte, tampoco es que le dije que eran para ti. Le inventé algo y como estaba libre dijo que me ayudaría.

―Ya veo.

No quiero pensar mal, pero esa chica no me gusta. Él la defiende diciendo que es un angelito y yo no puedo tragármelo.

―¡Ya veo, nada! ―me espeta espantando las teorías de mi cabeza―, me acusas de algo realmente espantoso y no te das cuenta de que estoy haciendo cosas que generalmente no haría por nada ni por nadie.

¡Ay, cálmate!

―Ya, tranquilo.

―Estoy siendo sincero.

―¡Bien! ―espeto, porque ahora no sé cómo dimensionar lo que pasa o en lo que se está convirtiendo todo esto.

No lo esperaba, y en el fondo me siento hipócrita porque de algún modo que yo pensara eso me daba licencia para salir corriendo y no enfrentar lo que también estoy sintiendo. Me horrorizo con la idea. Me alivio cuando me fijo en que hemos llegado al lugar. Espero que parquee y soy la primera en bajar. Es tiempo de toma un respiro.

―¡Puedes esperarme! ―se queja poniendo la alarma a la ligera y yo tengo que detenerme a regañadientes.

Finalmente lo hace y se une a mí y sin decir nada más, entramos al sitio, pero no avanzamos al interior. Los chicos y en especial Tatis, a la que le brillan los ojos y espero que sea por el trago, o en su defecto es por ver a Andrés, nos hacen señas para que vayamos con ellos. Están en la terraza y han ocupado muchas mesas juntas porque el grupo es grande. Excompañeros de universidad entre otros que no conozco, pero seguro amigos en común.

Nos hacen espacio lo primero que vemos son el chorrero de cervezas y vasos, y las picadas. Se nota que beben y comen de lo lindo; no obstante, aunque tengo hambre, prefiero pasar de ambas cosas. Presento a Andrés para todos y de inmediato lo integran al grupo brindándole de beber.

Andrés, me mira como pidiendo permiso.

―¿Conduzco si quieres? ―me ofrezco porque se le nota que es bien responsable.

Él saca las llaves de su bolsillo y me las entrega. Eso me hace tragar grueso porque en serio sigo sin querer intentar ir más allá con él, pero el parece que no le importa. Me queda claro que tal vez el no guste de esa chica ya; pero no, que sea lo contrario. Básicamente ella le canceló al novio para acompañar al primo. Tati se acerca obligándome a cambiar el rumbo de mis pensamientos, por el momento.

―Pensé que no vendrías ―dice toda alegre, sin dejar de fijar sus ojos en Andrés, y aunque trato, no puedo alejar la molestia que me produce eso.

¡Quien me entiende!

―Sí, yo también lo pensaba ―busco una respuesta viable a mi falsa información anterior.

Latte amor✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora