27. Honestidad

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Narra Andrés

―¿Quién es esa mujer, Andrés? ―mi madre increpa y lo único que quiero hacer es ir detrás de Camila y detenerla; pero como hacerlo cuando ella se interpone en mi camino―, no me digas que para eso querías vivir solo, para meter prostitutas.

―Puedes callarte, mamá ―me exaspero por primera vez con ella. Rasco mi cabeza y quiero arrancarme la melena―, ¿Qué haces aquí tan tarde?

―Acabamos de salir del club y vine a ver como estabas.

―¿Condujiste hasta acá?

―No, el chofer, para eso le pago. ―Mi madre me hace querer gritar―, y bien, es una prostituta ¿o no?

―De que hablas, mamá, por supuesto que no. Es una chica decente.

Y lo es, ahora lo sé. Me siento re mal.

―Una chica decente no se mete en el apartamento de un hombre que vive solo...

―¡Mamá, basta! ―le grito a sus cantos de moral, y me escapo por la puerta para buscar a Camila.

Bajo las escaleras hasta a recepción, pero no está. Pregunto por la chica que bajó del sexto piso y me dicen que la vieron salir. Salgo y busco, pero no la hallo por ningún lado.

La embarré, la embarré, me restriego por tonto. Soy un verdadero tonto porque no presté la debida atención a lo que ella me contó. Subo de nuevo, derrotado y pensando en las mil maneras de que ella me perdone por estúpido.

Abro la puerta y allí está mamá, arrellenada en el sofá. Lo que faltaba. No estoy para sus sermones.

―Es hora de que te vayas ―digo de mal humor.

―Por supuesto que no, tenemos que hablar. Hace rato que no lo hacemos y yo quiero saber que está pasando contigo. ¡Te desconozco Andrés! ―exclama con mucho aspaviento.

―Nada ―mascullo―, la empresa va bien, si es lo que te preocupa. Todo va bien.

―No me preocupa la empresa, me preocupas tú, mi hijo.

―Mamá, párala.

―¡Ya parala y nada! ―me espeta―, te das cuenta de que es la primera vez que me gritas. También me cuelgas, y eso no es propio de ti. Laurita tenía razón.

Laura, Laura...

―¿Y qué te dijo Laura?

―No la acuses, ella solo está muy preocupada por ti. Y ha sido muy comedida con lo que hiciste.

―¿¡Y que hice!?

De verdad que quiero saber. Últimamente estoy acusado de todo y casi por condenar.

―Le mentiste usando mi nombre para comprarle ropa íntima a otra mujer. Eso no es propio de ti. ―Eso me hace exhalar hondo, muy hondo. Camino hasta el sofá y me dejo caer en el extremo―, no la tomes contra ella, ella me lo dijo porque se preocupa por ti. Y yo estoy de acuerdo, ella es una excelente chica. Una que vale mucho la pena.

―¿Te escuchas mamá? Es la novia de Adrián ―le recuerdo.

―No por más tiempo. Ya decidió que va a terminar con él.

¿Terminar?

―¿De qué hablas?

―Adrián posiblemente se muera en la intervención y la comprendo cuando dice que no quiere ser una viuda joven ―mamá expone y yo estoy de no creerlo.

―Laura no pudo haberte dicho eso.

No puedo digerirlo, no puedo porque hace que recuerde lo que insinuara Camila y que tenga... razón...

―Por supuesto que sí, es joven, bonita y se merece a alguien que la cuide y la valore.

―Le romperá el corazón a Adrián, él la ama, madre.

Pensar eso me destruye, ¿y por qué siquiera le estoy dando largas a lo que dice mi madre?

―No tiene muchas opciones, y estoy del lado de Laurita y sé lo mucho que te gusta. Era tu novia. Así que ya puedes darte una oportunidad con ella.

Mamá está loca, no quiero eso. No con ella.

―¡Estás loca de remate, mamá!

No sé cómo más pensar al respecto.

―¡Andrés, cuida tu lenguaje!

―Será mejor que te vayas.

Voy hasta la puerta y la abro.

―No puedo, me quedaré. Ya le dije al chofer que me recogiera mañana.

―Entonces haz lo que quieras ―mascullo enojado y me dirijo a mi habitación.

―Laura terminará con tu primo esta noche, o ya debió hacerlo...

Eso me hace detener. Realmente creí en los sentimientos de Laura, ella sabe que si hace eso lo matará antes que la masa que tiene en la cabeza. Miro las llaves que Camila dejó sobre la mesa, tomo mi saco y salgo dejando a mi madre allí, y esta vez no siento nada de remordimientos. Camila tiene razón.

Laura me defraudó...

Saco el carro y sin demora conduzco hasta el apartamento de Andrés, mi cabeza se hace miles de ideas sobre lo que puede haber hecho si Laura lo deja. Pienso lo peor cuando le marco y no me contesta, y cada demora en el tráfico me angustia más.

Finalmente llego y por lo menos no hay indicios de que alguien se haya tirado del algún piso. Dejo el carro en la zona de invitados a riesgo de que, si pasa algo será mi culpa, pero poco me importa. Ni me anuncio cuando me dejan pasar porque ya me conocen. Subo sin demora y cuando llego toco el timbre tantas veces que si no abre voy a tirar la puerta; sin embargo, no es él quien abre, es Camila.

Eso me hace tragar grueso, Adrián está sentado en el sofá, pero parece devastado, está llorando. Levanta su cara y me ve.

―Laura me dejó ―dice todo lastimero y baja su cabeza otra vez.

Miro a Camila, y lejos de ser yo quien la acuse, ella me acusa a mí; no obstante, después de escuchar las barbaridades de mi madre, no puedo pensar que no tiene razón.

Es mi culpa. 

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Latte amor✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora