Las Hijas De Los Tres Grandes (DDA #1)

Prólogo

Al nacer la hija de Afrodita, Hemna, ésta le da un don, el don de la belleza y el encanto. Pero ¿Qué pasa cuando los tres grandes, Zeus, Poseidón y Hades, caen rendidos por su belleza?

Tras una relación amorosa con los tres grandes, Hemna concede una semi-diosa de cada uno de ellos:

Zell, hija y creadora de las tormentas.

Persa, hija de las profundidades del océano, gobernate de las bestias marinas.

Haris, hija y portadora de las llamas del inframundo.

Tras descubrir su origen, las tres hermanas se enfretan a una vida llena de monstruos, magia, batalla, dolor y sobre todo dioses.

Descubre con ellas la vida de los Olímpicos.

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Siempre me detengo a pensar sobre mi padre, nunca, pero nunca en mi vida lo he visto. Cada que intento hablar con mamá sobre el tema ella lo evade. Sólo sé algo y eso es lo único que las tres sabemos, que ninguna somos hija del mismo hombre.

Soy Persa y soy la hija del medio, mi hermana mayor se llama Zell y mi hermana menor Haris.

Saben, toda mi vida e crecido con la idea de que no somos normales, no sé porque, aunque tenemos la vida más ordinaria del mundo, tengo ese presentimiento. Siempre escucho una voz de un hombre en mi cabeza, y les juro que a éste punto creo que estoy loca, es que, no es normal escuchar la voz de un hombre diciéndote lo que tienes que hacer.

—Persa, si no bajas ahora te quedarás sin desayuno—mi madre entró a mi habitación, así que guardé mi dibujo lo más rápido posible—¿Qué dibujas?—preguntó mientras se acercaba a mí.

—Mmm... nada ¿Qué dibujo?—solté sin pensarlo dos veces.

—¿De nuevo dibujando lo mismo?— dijo sin dejarme más opción que bajar la cabeza y asentir.

—Es que no sé, siempre sueño con el mar, la espuma de este en la orilla, grandes rocas luchando por verse en la superficie... y está ella, esa chica— suelto recordando cada detalle, Hemna, mi madre, me hace un gesto para que me explique mejor—Siempre, siempre ella está en mis sueños, nunca da la cara, siempre está de espalda, sosteniendo algo parecido a un gran tridente de un dorado reluciente, lo sostiene con fuerza y determinación como si fuera la dueña de todo el lugar, como si nadie  estuviera sobre ella teniendo todo el poder del mundo— cierro los ojos recordando como su cabello se mueve con el viento.

—No me habías contado el motivo del dibujo, debiste decirlo desde el principio— noté su tono nervioso al hablar, la escuché susurrando algo que por desgracia no entendí.

—Si tuviera un genio le pediría que borre la existencia de las tormentas— Haris salió echando humos de su habitación— Los odio, odio los malditos días de lluvia—.

—¿Ahora que te hizo la inocente lluvia?—preguntó mamá con ese tono que utilizaba solo con nosotras.

—Hoy tenía planeado salir y disfrutar del sol, para ver si así me puedo broncear ésta pálida piel— se detiene para tomar aire— ¡Pero no! Hoy tiene que llover y lo peor de todo es que por ahí anda Zell festejando de caerá un diluvio, ¡un diluvio!— tengo el presentimiento que su cara podría explotar en cualquier momento de lo roja que estaba.

—¿Ya te e dicho que te ves tierna cuando te enojas?—la molesto un poco ya que esta odia que le digan tierna o cualquier sinónimo de eso.

Un gran trueno retumbó por toda la casa.

—Ruge mucho más alto bebé— dijo Zell en algún lugar de la casa.

—Ya ven porque odio estos días— espetó Haris, mientras se iba a la cocina.

Mamá me miró sonriendo, amo su sonrisa, me trae una tranquilidad increíble. Al igual que ella a mí, le regalo una sonrisa.

—Amo cuando sonríes y se te marcan los hoyuelos— me dice mientras aprieta mis mejillas con sus dedos.

Salió de mi habitación moviendo sus caderas de una manera elegante, su cabello se movía según caminaba, su buen formado cuerpo se ajustaba muy bien a ese vestido negro. Si no supiera que es mi madre diría que es una diosa. Es que de verdad parece una diosa, aunque ni sé cómo lucen las diosas, pero supongo que deben lucir como mi madre.

Lin_Liz.