Capítulo 4

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Pov Zell:

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Pov Zell:

La primera en reaccionar fue Haris quien se explotó de la risa hasta el punto que salían lágrimas de sus ojos, se retorcía, le daba golpes a todo a su alrededor con una mano mientras que con la otra sostenía su estómago.

—¿Y tú eres hija de la reina Nefertiti?— se burló Haris cuando pudo calmarse bebiendo un poco de agua.

—No, soy hija de la diosa Afrodita— habló mamá con total tranquilidad.

—¿Hija de Afrodita?— al reírse nuevamente mi hermana tiró toda el agua de su boca ahogándose, me le acerque rápido tomé con mi mano izquierda su cabello mientras le daba golpecitos en la espalda con la derecha— Hija de Afrodita— susurró entre pequeñas risas cuando pudo respirar mejor—Perdón es que todo es muy gracioso— se secó la boca con una servilleta que Persa le había dado—Lo siento eeh— se disculpó con rastro de diversión aún en su voz, miró a nuestros nuevos amigos al tiempo que levantaba sus manos como si se estuviera rindiendo.

—¿Por qué hacer este tipo de bromas ante un tema tan serio?— preguntó Persa a mamá—¿No pensaste que estarías jugando con nuestros sentimientos? Porque me duele muchísimo ver cómo juegas con algo que es tan importante para nosotras— se puso de pie para irse pero Xena la detuvo por el brazo.

—Ella no miente, tiene pruebas para que vean que es cierto— la chica de mirada hipnotizante se puso del lado de mamá haciendo que la molestia incrementara en mi, sentía como crecía el enojo dentro de mi, se sentía como descargas de electricidad por mis venas y necesitaba dejarlo salir.

—DEJEN DE JUGAR CON ALGO TAN DELICADO PARA NOSOTRAS— grite enojada, un rayo cayó justo en el patio asustándonos a todos y haciendo que junto a mis hermanas soltáramos un grito.

—Y aún así creen que es broma— Ateia habló viendo el rastro de humo en el jardín—¿Necesitan pruebas para saber que es verdad? Bien porque yo se las daré— perdió la poca paciencia que no sabía que tenía y caminó hasta Persa.

—Ateia, no, no así— la intentó detener mamá pero fue inútil ya que esta había tomado a mi hermana por el cuello.

—¿Qué rayos? Suéltame degenerada— Persa intentó alejarla pero fue inútil ya que Ateia contaba con mucha más fuerza.

La morena la soltó pero no tardó ni dos segundos en darle con su puño derecho en el estómago, mi hermana perdió el aire, se retorcía del dolor pero nadie hacía nada.

Haris se le acercó pero Ateia la tiró al piso con fuerza donde se mantuvo por un buen tiempo, la ayude a que se pusiera de pie y cuando me di cuenta ya Persa y Ateia estaban en el patio peleando.

Las Hijas De Los Tres Grandes (DDA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora