Daphne

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James no tardó mucho en averiguar a donde habría ido su hermanita, sabía perfectamente que estaría en el bosque prohibido buscando refugio en las criaturas que ahí habitaban.

Y aunque quiso ir a buscarla su padre se lo prohibió debido a que era un lugar con mayores riesgos que en un día normal y con la situación actual todas las criaturas estarían tomando sus precauciones. "Le pediré a Hagrid que nos ayude a buscarla, conoce el bosque y a los que habitan ahí, no tomara más que unos minutos, se paciente" le pidió Harry antes de ir a buscar a su gigante amigo.

Sin embargo él no podía quedarse de brazos cruzados, tenía que encontrar algo que hacer o se volvería loco, así que lo primero que cruzo por su mente fue "Daphne" e inmediatamente se llevó la palma de la mano a su cara. ¿¡Como había podido olvidarla!? Ella debía de sentirse sola y perdida por descubrir quien realmente eran sus padres, y mientras cruzaba el jardín se cruzó con Nott, amigo de Dafne.

Apenas estuvieron cerca el moreno lo tomo del hombro. –Si buscas a Daphne no la vas a encontrar.

– ¿a qué te refieres con que no la voy a encontrar? – Inquirió James – ¿Tú me lo vas a prohibir? –Lo miro con dureza, intentaba iniciar una pelea para descargar su estrés con alguien, con quien fuera.

–No, ella ya está arriba del tren, no tardara mucho en marchar y me pidio que te diera esto. – el moreno rebusco dentro de su saco, y lo que parecieron minutos, al fin saco un sobre blanco con su nombre escrito en manuscrita. Reconocia aquella letra, era de Daphne sin duda.

James se la arrebato y rápidamente desdoblo y comenzó a leer.

Querido James.

Lamento tener que despedirme de esta manera, más aun después de las cosas hermosas que viví a tu lado en estos meses. Me hiciste disfrutar el momento sin miedos, sin prejuicios y sin pensar en el mañana y solo en el ahora. Pero sin embargo es hora de poner los pies en la tierra y pensar en mi futuro y en el de mi hermana Astoria, ella me necesita. (Aunque quizás yo la necesite más a ella que ella de mí)

Seguramente dentro de las próximas horas (si no es que en estos instantes) mis padres estarán buscándome para castigarme por mi traición. Y no temo por mi, porque se que hice lo correcto, TU me hiciste ver que ERA y ES lo correcto. De lo que temo es lo que le puedan hacer a mi hermana Astoria, ahora que ella esta enterada de lo ocurrido de la pasada noche, ella me seguirá y seguirme significara que su cabeza tendrá un precio.

Temo por la seguridad de mi hermanita.

Sé que entenderás mi motivo ya que tú tienes a una pequeña hermana de la cual cuidar y sé qué harás hasta lo imposible por protegerla, como yo lo hare con Astoria, mi hermana.

Te quiere, Daphne.

En todo el papel se veían gotas de agua secas, sus lágrimas y las de la rubia. Alzo la mirada y comenzó a ver a todos lados, mientras que Nott intentaba leer lo que decía el pergamino.

–Te-tengo que detenerla. – y un nudo en la garganta comenzó a correr ignorando las palabras de Nott. Sabía que la encontraría y que ella se quedaría a su lado, así los dos encontrarían una manera de continuar con su relación y de proteger a sus hermanas.

Él era un tipo con suerte, y era cierto, siempre pasaba sus exámenes con notas aceptables con apenas haber tocado un libro, tenía un don en el quidditch y no le costaba socializar con las personas, y con las chicas era un imán.

Sin embargo, desde que conoció a Daphne todo comenzaba a fallarle, era como si su >luz dorada< se viera opacada por una luz más brillante, y eso no le importo siempre y cuando ella estuviera junto a él.

No le importaba sentirse como un tonto delante de ella o preocuparse por cosas que antes ni se hubiera fijado, y no le importaba porque ELLA era la única chica que hacía que se esforzara, por la que se golpeara la cabeza pensando que hacer para llamarla atención de esa rubia.

Le había costado hacer que ella se fijara en él y le gustaba. Le gustaban los retos y ella había sido uno bastante difícil de conseguir como para dejarla ir.

Apenas se dio cuenta cuando estuvo a un lado del tren escarlata y como loco comenzó a gritar el nombre de Dafne; Tenia tantas ganas de subirse al tren, pero la imagen de su hermana lo detenía, no podía dejarla sola así que se conformó con gritar el nombre de Dafne una y otra vez aunque varios estudiantes lo veían como si se hubiera vuelto un loco.

Cuando el tren comenzó a avanzar, una melena rubia salió por una de las ventanas. –Olvídame James, olvídame. – le pidió la rubia entre lágrimas.

–No puedo, por favor. Quédate, por nosotros. – le suplico y vaya, eso desgarro su ego. – ¡Por mí!

Ella negó con la cabeza y secándose las lágrimas dijo de la manera más fría. – No sigas humillándote por alguien que no estuvo dispuesta a despedirse en persona.

–¿Y la carta? ¡no digas eso depues de lo que me escribiste!

–La carta solo fue para... para que tuvieras un consuelo, porque me provocaste lastima el dejarte.

La rubia metió la cabeza de nuevo al tren y se sentó sin dirigirle una mirada. Y eso provoco que James descargara toda su ira contra ella, levanto piedras que había en el suelo y las aventó a su ventanilla.

– ¡Lárgate, no te necesito! Eres una cobarde como toda tu familia, sí, eso es lo que eres ¡vete, no te quiero ver de nuevo!

E incluso cuando el tren ya había desaparecido continuo lanzando piedras y maldiciendo a la rubia y su falta de valor. Conteniendo las palabras que tanto quiso decirle, pero por coraje y orgullo se tragó.

Viviendo La Historia de Nuestros PadresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora