Muerte

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Las primera semanas de diciembre se habían hecho apenas si tolerables para Rose sabiendo que se rencontraría con su hermano Hugo dentro de poco. Entre su insomnio, los cambios de humor de James y no saber nada de Fred ll por días la tenían abrumada, pero entre lo malo, ver de nuevo a su hermano la mantenía de pie.

Mientras se terminaba de arreglar para ir por su hermano a la estación, tocaron suavemente a su puerta. Era James.

–No pensé que fueras tú, normalmente solo entras y ya... – dijo Rose.

James forzó una pequeña sonrisa. – Si bueno, estas logrando civilizarme.

– ¿Ya listo para ir por los chicos? – pregunto mientras terminaba de ponerse su suéter.

–Sobre eso...

Rose se puso frente de James el cual la veía apenado, intentando no hablar. – Traes malas noticias, esa es tu cara de malas noticias. Solo... dilas.

Su primo la tomo de la mano y la sentó en la cama, y el junto a ella. – No quisiera darte estas noticias, pero...

– ¿¡Pero qué!?

–Pero... uhm... – James se rasco detrás de la cabeza intentando pensar de una manera de darle la noticia a su prima y a la vez evitando que se desquitara con él – el punto es que no vendrán a casa. – ante la repentina tranquilidad de su prima, continuo – Lo siento Rosie, pero prefieren quedarse en el castillo ayudando a sus amigos... – Silencio – Bueno, no es como que prefieran, pero veras, Hugo vigila que nadie descubra donde se ocultan, la pequeña Mol va por comida a las cocinas porque ya sabes, esta pequeña y nadie la ve jaja y bueno Lily esta contentísima siendo la aprendiz de Aberforth. – Resoplo – ¿Puedes creerlo? Mi hermanita siendo aprendiz de ese viejo... ya imagino que ha de poner a Lily a servir las mesas o peor aún, me imagino a Lily siendo una pequeña alcohólica... si con... – Rose le puso un dedo en la boca de su primo para que se callara.

–Ya entendí James, ellos también tienen cosas por hacer, estaré bien. Y nosotros tenemos que ocuparnos de las cosas de aquí, así que vamos a la junta. – se levantó y jalo con ella a su primo, poniendo su brazo encima de los hombros de él, al fin que tenían la misma estatura. – ¿Creías que me desquitaría contigo?

James asintió. – Para ser honesto, nadie más quería hacerlo, no tuve opción.

La sala de juntas de la orden del fénix era grande, y por lo general solía estar llena y tanto James y Rose permanecían fuera de la sala, pero esos últimos días y para sorpresa de ambos estuvieron dentro para escuchar de primera mano la información.

La junta presidida por Kinsley consistía en agradecer a los presentes, decir lo que sus infiltrados conocían de los planes de Voldermort – que en las últimas dos semanas no había cambiado – y mencionar a los encarcelados tanto de la orden como de muggles, finalizo por lanzar una misión de rescate. – Sé que están cansados, pero pensemos en estas personas... Necesi

–Me ofrezco voluntaria. – dijo Rose ante la mirada sorprendida de James.

–Bien. ¿Alguien más?

–Yo voy. – dijo James cruzándose de brazos. Se dio la vuelta para salir pero no sin antes acercarse a la oreja de Rose y murmurarle. – Estas loca si pensabas que te iba a dejar sola. – y salió de la habitación.

Llevaban cuatro días pisándole los talones a los carroñeros que llevaban a sangre mestizas al ministerio para ser juzgados por crímenes inexistentes, por segunda vez en cinco minutos James volvió a bostezar

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Llevaban cuatro días pisándole los talones a los carroñeros que llevaban a sangre mestizas al ministerio para ser juzgados por crímenes inexistentes, por segunda vez en cinco minutos James volvió a bostezar.

–Si venias cansado mejor te hubieras quedado... – dijo Rose fastidiada. – y cúbrete, no quiero que nos vean.

–Para empezar, no estaría aquí de no ser por ti y para terminar... – bostezo y acerco su boca a la oreja de su prima para echarle el aire que salía de ella – nadie nos va a ver, estamos lejos de encontrarlos.

–Eres un cerdo. – murmuro la pelirroja. – y tu viniste porque quisiste, yo no te obligue.

–Bla bla bla...

Un grito se escuchó a poca distancia dentro del bosque de Oss por lo que corrieron hacia el lugar, una vez ahí Rose se mantuvo detrás de unos arbustos. –Espera aquí, veré que ocurre.

–No, tú quédate. Yo iré. – dijo James para rápidamente acercarse a la persona que estaba amarrada. Al principio le costó reconocerla pero lo recordó, era Ted, el abuelo de Teddy. Aquel hombre se había salido de su hogar para evitar que dañaran a su familia y para que no lo encarcelaran por ser un muggle y ahora estaba ahí, sucio, lastimado y atado en el suelo.

Al quitarle la pañoleta de la boca el hombre grito. – ¡Atrás de ti, niña!

Medio segundo más tarde y Fernir Greyblack hubiera terminado arrancando la vida del cuerpo de Rose.

–Les advertí a mis colegas que había olido una loción desde hace un par de días... y eras tú. – dijo el hombre lobo señalando a Rose y mostrando sus afilados dientes.

–Aléjate. – advirtió Rose con la varita en alto.

Fernir soltó a reír. Pero James se encogió de hombros y le dijo – deberías hacerle caso.

Un hechizo salió de la varita de Rose alejando al hombre lobo, tirándolo en un árbol. – ¡Corran!

Los sorprendió la velocidad con la que se reponía y corría aquel sujeto, era increíble y horrible. – ¡Desaparece de aquí con Ted! – ordeno Rose.

–No.

No le dio tiempo de protestar pues Fernir había saltado frente a ellos bloqueándoles el paso. – Pero ¿Cómo?

–Hombre lobo cariño, hombre lobo. – guiño y se acercó lentamente hacia ellos. – ¿últimas palabras?

James sintió la mano de Ted sobre su hombro. Vio al hombre con una herida en el costado e intercambiaron miradas. – Llévatela, yo solo fui un señuelo para atraparlos. – retiro su mano de la herida y justo al momento en el que el lobo se lanzaba hacia Rose lo tacleo, dándole oportunidad a James de desaparecer junto a la pelirroja.

Fuera del bosque, Rose comenzó a golpear a James reclamándole el haberla sacado de ahí. – ¡Pudimos haber salvado a ese hombre! ¿Por qué me sacaste?, sé que esta misión no te importaba, te hubieras ido tú.

–Si me importa. – dijo James.

– ¡Claro que no! No obedeces, no te importa que te vean y dejaste a ese hombre ahí. Su muerte es tu culpa.

James se quedó en silencio.

Regresaron al bosque al caer la noche solo para recuperar el cuerpo destrozado de Ted. –Hay que mandarle su descripción a la orden para averiguar de quien es familiar. – dijo Rose.

–Yo sé a dónde llevarlo. – declaro James y al cabo de día y medio llegaron a su destino, la casa de la familia de Tonks.

Mientras aguardaban en la entrada, Rose apenas encontraba las palabras. –James... él es... él era Ted, el abuelo de...

La puerta se abrió y vieron a un Teddy sonriente. – ¡Hay hermano! – abrazo a James y los invito a pasar pero ellos seguían en la puerta. – ¿Qué pasa, es porque no he ido a las juntas? ¿Es eso?

James trago en seco y negó en silencio.

Nada se comparaba con ese momento en el que tuvo que darle a la familia de Teddy las noticias de la muerte de su abuelo, del esposo y del padre.

– ¿Les dijo algo? ¿Mi esposo les dijo algo? – pregunto Andrómeda conteniendo las lágrimas.

James asintió antes de que Rose pudiera negarlo. –Que los amaba, que... su vidas solo tuvo sentido con todos estos años con ustedes.

En ese momento todos se quebraron. Tonks fue la primera en hablar. –Es algo que diría papá...

Teddy sin soltar a su madre, tomo la mano de James. –Gracias, sé que hiciste todo lo que pudiste. – le sonrió a quien era como su hermano.

James salió de aquella casa con el corazón destrozado por haber dado esa lamentable noticia. Sabía que la muerte no había sido culpa suya, pero sentía como si así lo fuera. Al final, prefería que Rose pensara que él tenía la culpa, porque la conocía, y si no lo culpaba a él, se culparía a si misma.

Viviendo La Historia de Nuestros PadresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora