La boda parte 1

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Lo que había comenzado como una aventura por conocer otra época se había convertido en un dolor de cabeza en donde nadie, ni siquiera los chicos del futuro estaban a salvo.

Fueron de los últimos en abandonar el castillo y de los primeros en unirse a la causa, que era tan caótica la situación que habían aceptado a James, Fred y a Rose en la orden del Fénix pese a no cumplir la mayoría de edad, pues ninguno contaba con registros dentro de la ley por lo que el uso de varita siendo menores de edad no sería ningún problema porque para el mundo mágico ellos no existían.

Por siete semanas James y Rose no paraban de entrenar, porque como dice un dicho muggle "lo que te mata te hace más fuerte"

La puerta del granero rechino cuando se abrió, por la que ingreso Hugo quien al ver un par de varitas apuntándole alzo las manos mostrando que no tenía nada en ellas. – Solo venía a informarles que la abuela. – tosió de inmediato y miro por encima de su hombro – perdón, la señora Weasley quiere que vayan a cambiarse y a terminar de darle de comer a las gallinas.

Cuando desapareció el pelirrojo la primera en protestar fue Rose. – ¡Que idiotez! Celebrar una boda cuando una guerra podría estallar en cualquier momento. – se limpió el rostro con la manga de la blusa y tomo la bolsa con granos y se dirigió al corral de las gallinas.

Manteniendo su distancia iba James Sirius, limitándose a observar su varita y a darle vueltas como si fuese la primera vez que la viera, por lo cual Rose se volteo y aun con su enojo espero a que la apoyara como lo había estado haciendo las últimas semanas, semanas en las cuales se habían reconciliado y fortalecido su amistad y confianza.

– ¿Qué? Me parece una buena idea ¿no has visto a las damas de honor? – pregunto con la ceja alzada y una sonrisa pícara.

–James... solo son tres damas de honor, entre ellas tu madre y Victoire. – contesto la pelirroja con cara de pocos amigos.

El azabache se acercó un poco a ella como si de un secreto se tratase

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El azabache se acercó un poco a ella como si de un secreto se tratase. – No te olvides de Gabrielle, la pequeña veela Delacour... aaah es muy linda

–Ah ya entiendo porque tan... cercano con la niña. – dijo Rose y recordó lo entusiasmada que esta la pequeña rubia con su primo, por un momento sintió lastima por ella porque sabía perfectamente el juego de su primo – Mas te vale no dejarla con el corazón roto, Vicky te advirtió que no te acercaras a ella.

Rose dio la vuelta y comenzó a dejar caer granos de maíz en el corral de las gallinas un poco más tranquila. James se recargo en la madera y viendo al jardín le respondió. – No prometo nada, ayer me entere que unas amigas de Fleur vendrán a la boda y ya sabes, son francesas y yo soy yo. – le guiño un ojo a Rose quien volteo los ojos.

–Creí que ella te había cambiado, eso esperaba después del daño que te hizo y

–CALLATE. Y no la menciones, nunca. – dijo James de una manera que hizo que Rose no pudiera sostenerle la mirada.

Viviendo La Historia de Nuestros PadresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora