Hogwarts ya no es seguro

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Una de los primeros anuncios del nuevo ministerio manejado por magos que creen ciegamente en la pureza de la sangre, estableció que todos los jóvenes de 11 a 17 años tenían que abordar el expreso camino a Hogwarts y todo aquel que desobedeciera esta orden seria acusado de deslealtad al nuevo gobierno.

Sin más opciones los tres pelirrojos, Lily, Hugo, y Molly ll abordador el tren con la esperanza de que al menos ahí estarían en menos peligro, sin contar con que el castillo seria custodiado por dementores, los escapes tapados y tendrían como profesores a los Carrow que impondrían lecciones a base de maleficios a los estudiantes menos hábiles.

Una noche de septiembre una carta se deslizo debajo de la puerta de la habitación de Hugo, pero esta no está una simple carta, era una invitación misteriosa para reunirse en... la sala de los menesteres.

Su padre le había contado innumerables veces sobre aquel lugar, el cual creía destruido la noche de la batalla de Hogwarts, sin embargo para que ese momento llegara faltaban ocho meses y lleno de curiosidad siguió las instrucciones que venían en el sobre.

A la media noche se encontró dentro del lugar que tanto se había imaginado de niño y en él, también había rostros familiares, aunque claro más jóvenes y menos maltratados. – ¿Neville?

El rostro regordete del antes mencionado había madurado notablemente durante esas vacaciones, o al menos Hugo lo veía más como su profesor de herbolaria que como su compañero de clases.

–Así es Hugo, acércate. – Neville no susurraba, no le temblaba la voz, él era firme. – Bueno amigos, me alegra tenerlos a todos aquí.

–Si bueno, agradece que luego de los castigos que nos dan podamos caminar... – dijo Seamus.

El rostro del anfitrión ensombreció. –Por eso los cite aquí, no podemos seguir así...

–Aja y que piensas que podemos hacer?, ¿Tomar la escuela, ves cuantos somos? Sin contar a los niños... – dijo Seamus señalando a Lily y a Molly quienes se encontraban al otro lado junto con otros de primero y segundo. – O ¿Qué? ¿Escapar? ¿Qué nos persigan como lo hacen con...? – Seamus se interrumpió, toda su ira fue cortada por una preocupación creciente en su pecho.

–Dean... – a completo Neville – No les voy a pedir nada de eso, solo... solo quería proponerles reunir al ejercito de Dumbledore y que de cierta manera seamos una resistencia aquí dentro.

– ¿Resistencia? – inquirió Paulette, estudiante de ravenclaw.

–Sí, resistencia. Intentan dividirnos, por eso hacen que practiquemos – enfatizo haciendo comillas al aire – lanzándoles maleficios a los más vulnerables... para que allá afuera podamos atacarnos sin remordimientos.

El bullicio se hizo más fuerte, todos coincidían en que lo que decía Neville era cierto, querían provocar que se odiaran, que imperara la individualidad por sobre sus amistades. Con la verdad sobre la mesa el ejército de Dumbledore se expandió diez veces más de lo que había sido en su inicio.

Hicieron un túnel que conectaba con la taberna Cabeza de Puerco, quien empanizando con la causa – por más estúpida que pensara que fuera – les mandaba comida cuando sus castigos consistían en matarlos de hambre. También se hicieron de una radio para mantenerse al tanto de lo que ocurría tras esas pesadas paredes y establecieron contacto con la estación de George y Fred l y ll.

Lo que nunca creyeron que pasaría estaba frente a ellos, Hogwarts ya no era seguro. Pero ¿Qué era Hogwarts si no su gente?

A principios de diciembre mandaron a sacar a Lily de su clase de transformación sin razón aparente. La pelirroja se levantó lentamente de su asiento pensando que su suerte se había terminado y que después de tres meses sin castigos, le darían uno.

– ¿Para qué quieren a Lily? – Inquirió la profesora Mcgonagall, en tono firme y poniéndose entre el mensajero y Lily. Ella intentaba proteger de igual manera a todos sus estudiantes tanto como podía, pero la pequeña le causaba cierta ternura e inquietud. Lo primero por su parecido con dos de sus estudiantes y segundo porque en todo ese tiempo no había sido sometida bajo el rigor de las nuevas reglas, gozaba desde su punto de vista, de protección.

El mensajero rodo los ojos en fastidio. – Profesora, la niña vendrá conmigo, no lo haga difícil.

Una cálida mano tomo la de la profesora, suavemente. –No se preocupe, estaré bien. – a pesar del misterio Lily le dio una pequeña sonrisa y una apretón para después salir.

Fue guiada hasta n aula aparentemente vacía, dudo de girar la manija y vio a su escolta. – ¿Qué hay adentro?

EL hombre volvió a rodar los ojos. – Solo entra.

Frunció los labios y fingiendo ser valiente, giro la manija y abrió la puerta en su totalidad, dentro y a unos pasos de ella estaba su hermano Albus. Un mar de emociones inundó su pecho y corrió a abrazarlo fuertemente.

– ¿Pero cómo es que estas aquí?

Albus sonrió levemente. – A veces vengo a... no importa, ¿tu como estas?, ¿te han hecho algo?

–No, no, nada... es raro. – dijo Lily para luego quedarse pensando brevemente sobre su suerte para no haber tenido ningún castigo. – pero dime, ¿a qué vienes?

El ojiverde le revolvió el cabello a su pequeña hermana. –Te diré solo porque eres mi hermana favorita ¿okay? – Inhalo profundamente y continuo – Vengo a practicar con el profesor Severus, me está enseñando a perfeccionar algunos hechizos, pociones, ya sabes, soy como... su aprendiz.

Lily hizo cara de asco. – No me agrada.

–Oh Lily, vamos, él es bueno. – la pequeña iba a protestar pero la ignoro y continuo. – recuerda que papá siempre nos habló de su sacrificio, así que no dudes de él.

–Eso no lo hace buena persona. – Ante la mirada reprobadora de su hermano defendió su postura – ¡Es enserio!, el permite que lastimen a nuestros amigos, a Neville, Luna, Hugo, a Molly y a muchísimos más solo porque quieren... alguien bueno no dejaría que esas cosas pasaran.

Albus tranquilamente se cruzó de brazos sin perder la paciencia, seguro de que con sus palabras su pequeña hermana cambiaría su opinión acerca de Severus Snape, además de que siempre le creía ciegamente. – Si bueno, si tan malo es ¿Por qué no deja que te lastimen? ¿eh?

La pelirroja frunció el entrecejo totalmente confundida. – ¿Qué?

–Si Lily, yo le pedí a Snape que no dejara que lastimaran y lo ha cumplido ¿o no? –dijo Albus con aires de superioridad, esperando que su hermana lo viera con respeto y admiración, cosa que no ocurrió.

Con la respiración entre cortada Lily comenzaba a entender el porqué de esos tres meses sin castigos. –pe-pero si puede protegerme ¿Por qué no lo hace también con Hugo y con Molly?, ¿Y EL RESTO DE ESTUDIANTES?

–Ellos no importan, tú sí.

La pequeña Lily se alejó de Albus, sintiéndose de pronto desprotegida pues estaba frente a alguien que no conocía. – ¡Si importan! ¿¡Por qué dices eso, quién eres y que le has hecho a mi hermano!?

–Ya Lily, no sean tonta, soy Albus tu hermano y debes de creer en lo que te digo, punto.

– ¡No! – grito la pelirroja, sorprendiendo a Albus. – ¡James tenía razón, haz cambiado, no eres el mismo!

El castaño intento agarrarla pero ella era más ágil y se fue directamente hacia la salida pero algo la freno a salir. Albus sonrió. –Ven Lily.

Suhermana corrió hacia él y lo abrazo fuertemente. –Dile a Snape que no quiero desu protección si mis amigos sufren. – Nuevamente se separó y salió corriendo deahí, lejos de aquel desconocido

Viviendo La Historia de Nuestros PadresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora