Prólogo

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Christopher extendió su mano hacia Aurora para conducirla hasta la pista de baile. Compartirían por segunda vez el primer baile de una fiesta de cumpleaños de Aurora. La sintió deslizarse hacia el centro de la pista de baile y él hizo lo propio.

Ninguno de los dos habló mientras la canción empezaba sus primeras notas. Siguieron en completo silencio hasta que terminó, no había mucho que decir.

Aurora le agradeció con una sonrisa mientras él la dejaba a un costado de la pista, para que empezara a saludar a sus invitados. Él la escoltó, sin demasiado interés.

Sabía que estaría siempre para ella. Que no importaba lo que hiciera, estaría ahí. Era su deber.

Ella también lo sabía. Lo sabía muy bien.

Aurora...

–¿Has dicho algo? –los ojos grises de Aurora lo miraron interrogantes–. Estás inusualmente callado –su sonrisa era de burla.

–Di lo que quieras –él se encogió de hombros– es tu cumpleaños, no haré que lo pases mal.

–¿Crees que podrías? –una sonrisa de autosuficiencia se formó en sus labios–. No podrías. Sé perfectamente estar bien o mal por mi cuenta.

–Lo sé –sus ojos verdes destellaron, pero su tono no delató su ánimo– te conozco.

Aurora se giró. Clavo sus ojos grises en el rostro de Christopher mientras dibujaba "esa sonrisa". Sí, la sonrisa que paralizaba a todos, que hacía que se quedaran sin habla o a merced de sus deseos. Él elevó su rostro, desafiante. Estaba cansado. Toda la situación era absurda y no quería pasar más.

–Tú no me conoces. Eres como todos, solo creen conocerme, pero...

Quería dejarla. Lo haría. Ahora.

–¿Sabes? –la cortó él, deteniéndose abruptamente– estoy cansado de ti. Me voy.

–¿Qué harás qué? –su tono de voz era bajo, su rostro perdió algo de su color.

–Adiós, Aurora –él la apartó de su brazo y se alejó. Sin mirar atrás.

No escuchó si lo llamaba. Probablemente no.  

Siempre tú (Italia #9)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora