Capítulo 5

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Tres pares de ojos se giraron hacia Aurora, quien simuló toser de inmediato, con moderación por supuesto. Ryan se limitó a mirarla con curiosidad mientras Caterina entrecerraba ligeramente sus ojos. Por su parte, Christopher le sirvió un poco de agua en un vaso que extendió en su dirección, aunque el gesto en él era único, de total diversión. Eso solo la irritó aún más.

Tomó el vaso con delicadeza, rozando brevemente los dedos de él. Podría jurar que sintió... bueno, no sabía que sintió, pero hizo que sus ojos grises volaran hacia los verdes. Christopher la miraba también, sin embargo fue tan fugaz que pensó que quizá solo lo había imaginado. Todo.

–Christopher habla mucho de ti –comentó con tono casual Caterina, pero en su mirada se leía mucho más. Aurora elevó sus ojos hacia ella de inmediato, aunque se limitó a mostrar su sonrisa diplomática, esperando que eso fuera suficiente– ¿son amigos desde la infancia, cierto?

–Sí, lo somos –confirmó Aurora llevándose a la boca el vaso de agua, esperando que alguien dijera algo más. Nada–. Por nuestras familias –explicó.

–Chris parece considerarte también como su familia –Caterina sonrió a Christopher– ¿verdad, amor?

–Sí, de hecho –murmuró él, intentando entender lo que Caterina quería. Ella sabía perfectamente quien era Aurora, ¿por qué preguntaba esto?– la quiero mucho.

Aurora no pudo ocultar un rayo de sorpresa que cruzó sus ojos grises. Ryan elevó sus ojos también, intentando captar el significado oculto de esas palabras. Caterina abrió la boca con sorpresa.

–¿La... quieres? –dijo, con lentitud, como si le costara ponerlo en palabras.

–Sí –confirmó Christopher con tranquilidad–. Así como quiero a su prima Danaé, a Rose, a Beth y a Daila. Son parte de mi familia.

–Ah –el alivio en la voz de Caterina era indescriptible–; es decir, por supuesto, ustedes se criaron juntos y las proteges. Eres perfecto –suspiró, acariciando levemente su mejilla.

Ahora sí, Aurora creía que podría vomitar. Definitivamente, esa Caterina no le gustaba nada. Realizando preguntas idiotas y esperando respuestas sorpresivas que no podía manejar. ¿Qué rayos estaba mal con ella? Bien, ¿qué rayos estaba mal con Christopher para querer a alguien así a su lado?

–Estás loca –murmuró negando levemente Christopher, aunque con una sonrisa traviesa en sus labios, mientras la besaba en la frente. Caterina estaba celosa de Aurora, siempre lo había estado, pero ahora vería que no había razón para estarlo. Él quería a Aurora, claro que sí, como a todas las demás chicas del grupo. Eran un grupo, estaban unidos por lazos más fuertes que sanguíneos y se querían y cuidaban. Le agradaba que Caterina lo comprendiera, o eso parecía ya.

–Te amo tanto –Caterina le brindó otra sonrisa amplia y se limitaron a comer, sin dejar de echarse miradas llenas de cariño. Christopher habría jurado que vio a Aurora, sí a Aurora, poner en blanco sus ojos y mover sus labios más de una vez, como si estuviera diciendo alguna clase de conjuro.

Aurora intentó probar bocado pero no lo lograba. Todo se le antojaba tan desabrido y pesado. Mientras ese pensamiento cruzaba por su mente miró de reojo a la feliz pareja que compartía una broma privada. Volvió a poner en blanco los ojos, involuntariamente, y se lamentó de la coincidencia. ¿Cómo era posible que justamente en ese lugar y a esa hora Christopher estuviera ahí? De entre todos los lugares posibles y todos los días posibles... no, tenía que ser ese día.

–¿Qué dices, Aurora? –Ryan le dedicó una mirada extraña. Aurora sacudió levemente la cabeza, intentando escucharlo–. ¿No quieres partir aun?

–Eh, claro que sí –sonrió, dejando el tenedor a un lado– ¿vamos?

–Sí –confirmó Ryan, aliviado–. Los dejamos, nuestros amigos deben preguntarse por qué hemos tardado tanto –se despidió de Christopher y Caterina.

–Precisamente, qué gusto verlos. Disfruten su estancia –completó Aurora con voz indiferente y se levantó.

Christopher observó cómo se marchaban y no dejó de llamar su atención el hecho que Aurora no había tocado siquiera su orden. Él no recordaba que ella fuera así, que no comiera absolutamente nada... quizá no lo había notado antes, pero lo dudaba. Frunció el ceño involuntariamente. Eso no era nada bueno.

–¿Qué te preocupa, cariño? –Caterina le pasó un dedo brevemente por la frente.

–Absolutamente nada –sacudió ligeramente la cabeza Christopher y le dedicó una sonrisa–. ¿Te parece si ordenamos postre?

–Seguro –también sonrió y empezaron a elegir entre las opciones disponibles.


Aurora se mantuvo impasible mientras Ryan indagaba en la relación que había supuesto mantenía o mantuvo ella con Christopher. Al principio, había reiterado lo que ya tantas veces había dicho: entre ellos no había nada más que una amistad de años. Cuando lo retomó, Aurora simplemente se aburrió. ¿Era tan complicado entender un "somos amigos desde la infancia y eso ha sido todo"?

–Es que no lo entiendo –Ryan la miró brevemente– ustedes siempre parecían tan unidos... no como amigos, diferente.

Aurora se limitó a encogerse de hombros mientras sus ojos grises continuaban vagando por el paisaje que iban dejando atrás. El camino se le hizo tan lento y se encontró frecuentemente deseando llegar y encerrarse en su habitación. Cosa que no podría ser aun, pues estaban regresando a la casa de playa de Ryan y no a la Mansión Cavalcanti.


***

–Ni siquiera un beso de despedida –Aurora rió al escuchar a Ryan, quien la informaba que había llegado bien a Estados Unidos–. ¿No te arrepientes?

–No –Aurora contestó concisamente, pero se mordió el labio para evitar una carcajada mayor–. Me gustas Ryan, pero yo...

–Lo sé. No soy yo. Buscas a alguien diferente, ¿cierto?

–Algo así –suspiró–. Sinceramente, no lo sé.

–Eres una mujer complicada –comentó– y eso es decir poco –se burló.

–¡Ryan! –reprendió Aurora, torciendo el gesto– ¿eso es un insulto?

–No –soltó con vehemencia– es una verdad.

–No entiendo por qué no eres tú –murmuró.

–Ni yo –Ryan sonrió–. Tendré que resignarme.

–Creo –Aurora se levantó para mirar por la ventana–. Te extrañaré.

–Y yo a ti –se quedó momentáneamente callado. Respiró hondo–. ¿Aurora?

–¿Sí? –inquirió mientras contemplaba las nubes pasar a través de la ventana de su habitación– ¿Ryan?

–¿Estás segura que...? –escuchó un chasquido–. Me rindo.

–¿Qué? –Aurora sonrió–. Imagino lo que quieres decir.

–¿Realmente? ¿Te gustaría ayudarme un poco? –pidió, medio en broma.

–Claro. Quieres preguntarme por Christopher.

–¿Cómo...? –Ryan se quedó sorprendido.

–Estoy acostumbrada –explicó sucintamente.

–Bien sí –confirmó–. ¿Estás segura que no es él a quien tanto buscas? 

Siempre tú (Italia #9)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora