Lucy decidió confiar en mí sin reservas. Lo sé porque, en cuanto se termina el himno, se acurruca a mi lado y se queda dormida. Yo tampoco recelo, ya que no tomo ninguna precaución especial. Si quisiera verme muerta, le habría bastado con desaparecer de aquel árbol sin avisarme de la presencia del nido de rastrevíspulas. Sin embargo, muy en el fondo de mi conciencia, noto la presión de lo obvio: no podemos ganar estos juegos las dos. En cualquier caso, como lo más probable es que no sobrevivamos ninguna, consigo no hacer caso a ese pensamiento. Además, me distrae mi última idea sobre los monigotes y sus provisiones. Lucy y yo debemos encontrar la forma de destruir su comida. Estoy bastante segura de que a ellos les costaría una barbaridad alimentarse solos.
Sin embargo, estoy demasiado cansada para empezar a tramar un plan detallado esta noche. Mis heridas están sanando, sigo un poco desorientada por culpa del veneno, y el calor de Lucy a mi lado, su cabeza apoyada en mi hombro, hacen que me sienta segura. Por primera vez, me doy cuenta de lo sola que me sentí desde que llegué al campo de batalla, de lo reconfortante que puede ser la presencia de otro ser humano. Me dejo vencer por el sueño y decido que mañana serán los monigotes los que tengan que guardarse las espaldas.
Me despierta un cañonazo; unos rayos de luz atraviesan el cielo y los pájaros ya están trinando. Lucy está encaramada a una rama frente a mí, con algo en la mano. Esperamos por si se producen más disparos, pero no oímos ninguno.
-¿Quién crees que fue?
No puedo evitar pensar en Matteo.
-No lo sé, podría haber sido cualquiera de los otros-responde Lucy-. Supongo que nos enteraremos esta noche.
-¿Me podes repetir quién queda?
-El chico del Distrito 1, los dos del Distrito 2, el chico del Distrito 3, Ethan y yo, y Matteo y vos. Eso hacen ocho. Espera, y el chico del Distrito 10, el de la pierna mala. Él es el noveno. -Hay alguien más, pero ninguna de las dos conseguimos recordarlo-. Me pregunto cómo habrá muerto el último.
-No hay forma de saberlo, pero nos viene bien. Una muerte servirá para entretener un poco a las masas. Quizá nos dé tiempo a preparar algo antes de que los Vigilantes decidan que la cosa va demasiado lenta. ¿Qué tenes en las manos?
-El desayuno -responde Lucy; las abre y me enseña dos grandes huevos.
-¿De qué son?
-No estoy segura; hay una zona pantanosa por allí, una especie de ave acuática.
Estaría bien cocinarlos, pero no queremos arriesgarnos a encender un fuego. Supongo que el tributo muerto habrá sido una víctima de los monigotes, lo que significa que se recuperaron lo bastante para volver a los juegos. Nos dedicamos a sorber el contenido de los huevos, y a comernos un muslo de conejo y algunas bayas. Es un buen desayuno se mire por donde se mire.
-¿Lista para hacerlo? -pregunto, colgándome la mochila.
-¿Hacer qué? -pregunta Lucy a su vez; por la forma en que se apresuro a responder, está dispuesta a hacer cualquier cosa que le proponga.
-Hoy vamos a quitarle la comida a los es.
-¿Sí? ¿Cómo?
Veo que los ojos le brillan de emoción.
-Ni idea. Vamos, se nos ocurrirá algo mientras cazamos.
No cazamos mucho porque estoy demasiado ocupada sacándole a Lucy toda la información posible sobre la base de los monigotes. Sólo se acerco a espiar un poco, pero es muy observadora. Montaron el campamento junto al lago, y su alijo de suministros está a unos veinticinco metros. Durante el día dejan montando guardia a otro tributo, el chico del Distrito 3.
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Spark #1
FanfictionSi alguien le hubiera dicho a Nina Simonetti que iba a tener que vivir esta pesadilla, nunca le hubiera creído. Pasar de ser una tímida chica, con una identidad secreta y enamorada de uno de los chicos más populares de su colegio... a ser obligada...