Capitulo XV

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Durante un momento, las cámaras se quedan clavadas en cara seria de Matteo, mientras todos asimilan lo que acaba de decir. Después veo mi cara, boquiabierta, con una mezcla de sorpresa y enojo, ampliada en todas las pantallas: ¡soy yo! ¡Ese estúpido engreído esta hablando de mi! Aprieto los labios y miro al suelo, esperando esconder así las emociones que empiezan a hervirme dentro.

-Vaya, eso sí que es una increíble muestra de amor -dice André, y parece muy conmovido

La multitud le da la razón en sus murmullos y unos cuantos han soltado grititos de admiración

-¿Y Nina lo sabe? -pregunta curioso.

-Hasta ahora, no -responde Matteo, sacudiendo la cabeza.

Me atrevo a mirar un segundo a la pantalla, lo bastante para comprobar que mi cara esta roja, y se que es por la furia que estoy conteniendo

-¿No les gustaría sacarla de nuevo al escenario para obtener una opinión? -pregunta André a la audiencia, que responde con gritos afirmativos- Por desgracia, las reglas son las reglas, y el tiempo de Nina Simonetti terminó. Bueno, te deseo la mejor de las suertes, Matteo Balsano, y creo que hablo por todo Panem cuando digo que te llevamos en el corazón.

El rugido de la multitud es ensordecedor; Matteo nos borro a todos del mapa con su "muestra de amor". Idiota. Cuando el público por fin se calla, mi compañero murmura un «gracias» y regresa a su asiento. Nos levantamos para el himno; yo tengo que alzar la cabeza, porque es una muestra de respeto obligatoria, y no puedo evitar ver que en todas las pantallas aparece una imagen de nosotros dos, separados por unos cuantos metros que, en las mentes de los espectadores, deben de parecer conmovedor. Pobre enamorado trágico.

Sin embargo, yo sé la verdad.

Después del himno, los tributos nos ponemos en fila para volver al vestíbulo del Centro de Entrenamiento y sus ascensores. Me aseguro de no meterme en el mismo que Matteo. La muchedumbre frena a nuestro séquito de estilistas, mentores y acompañantes, así que nos quedamos solos; no hablamos. Mi ascensor deja a cuatro tributos antes de quedarme sola y llegar a la planta doce. Matteo acaba de salir del ascensor cuando me acerco a él y le pego un empujón en el pecho haciéndolo chocar con la pared.

-¡No tenías ningún derecho a decir esas cosas! -

Los ascensores se abren y aparece todo el grupo: Fiama, Germán, Dominic y Leia.

-¿Qué está pasando? -pregunta Fiama

-Miss Histeria me empujo -dice Matteo acusándome como un mocoso llorón mientras se acaricia el brazo que se golpeo contra la pared.

-Fue idea tuya, ¿no? -señalo a Germán- ¿Lo de convertirme en una idiota delante de todo el país?

-La verdad es que no necesitas mi ayuda para parecer una idiota -dice irritado.

-Fue idea mía -confiesa Matteo- Él solo me ayudo a decidir como decirlo.

-Ah claro, una gran ayuda para vos, pero ¿y yo? Lo único que hiciste fue hacerme parecer debil -le grito esto último- Con tu imagen de "súperhéroe enamorado" -imito las comillas con mis dedos- Solo conseguiste que los demás me vean como la pobre damisela que necesita que el enamorado de su mejor amiga la cuide.

-Nina -intenta tranqyilizarne Matteo- Te juro que esa no fue mi intencion.

-¿Ah no? ¿Y cual fue entonces? -respondo sarcástica.

-Deberías estar agradecida con el muchacho preciosa -interviene Germán.

-¿Agradecida? ¿Es enserio? -digo incrédula

Spark #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora