Capítulo XIV

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Por la mañana se aparece mi equipo de preparación. Mis clases con Fiama y Germán terminaron, este día le pertenece a Dominic, mi última esperanza. Quizá pueda darme un aspecto tan maravilloso que nadie preste atención a lo que salga de mi boca.

El equipo trabaja conmigo hasta bien entrada la tarde, convirtiendo mi piel en satén reluciente, trazándome dibujos en los brazos, pintando llamas en mis veinte perfectas uñas. Después, Kelly empieza a trabajarme el pelo; trenza varios mechones rojos en un recogido que parte de mi oreja izquierda, me rodea la cabeza y cae convertido en una sola trenza por mi hombro derecho. Me borran la cara con una capa de maquillaje pálido y vuelven a dibujarme las facciones: enormes ojos oscuros, labios rojos carnosos, pestañas que despiden rayitos de luz cuando parpadeo. Por último, me cubren todo el cuerpo de un polvo dorado que me hace relucir.

Entonces entra Dominic con lo que, supongo, será mi vestido, pero no lo veo, porque está cubierto.

-Cierra los ojos -me ordena.

Primero noto el forro sedoso y después el peso. Debe de pesar unos dieciocho kilos. Me agarro a la mano de Briggit y me pongo los zapatos a ciegas, aliviada al comprobar que son al menos cinco centímetros más bajos que los que Fiama utilizó para las prácticas. Ajustan un par de cosas y toquetean el traje; todos guardan silencio.

-¿Puedo abrir los ojos? -pregunto.

-Sí -responde Dominic- abrilos.

La criatura que tengo frente a mí, en el espejo de cuerpo entero, ha llegado de otro mundo, un mundo en el que la piel brilla, los ojos deslumbran y, al parecer, hacen la ropa con piedras preciosas, porque mi vestido, oh, mi vestido está completamente cubierto de gemas que reflejan la luz, piedras rojas, amarillas y blancas con trocitos azules que acentúan las puntas del dibujo de las llamas. El más leve movimiento hace que parezcan envolverme unas lenguas de fuego.

Pareciera que estoy en llamas.

Todos se limitan a mirarme durante un rato.

-Wow, Dominic -consigo susurrar por fin-. Gracias.

-Da una vuelta completa -me dice, y extiendo los brazos y lo hago.

El equipo de preparación grita, entusiasmado.

Dominic le dice al equipo que se vaya y hace que me mueva por la habitación con el vestido y los zapatos, que son muchísimo más manejables que los de Fiama. El vestido cae de tal forma que no tengo que levantarme la falda para caminar, lo que me quita otra preocupación de encima.

-Bueno, ¿todo listo para la entrevista? -me pregunta Dominic.

A juzgar por su expresión, sé que estuvo hablando con Germán, que sabe lo desastrosa que soy.

-Soy un desastre. Germán dijo que doy ganas de dormir. Lo intentamos todo, pero no era capaz de hacerlo, no puedo ser una de esas personas que él quiere.

-¿Y por qué no sos vos misma? -me pregunta él, después de pensárselo un momento.

-¿Yo misma? Tampoco vale. Germán dice que soy aburrida y mi baja autoestima me va a jugar en contra.

-Bueno, es verdad lo de tu autoestima... no debería costarte creer lo increíble que sos -responde Dominic, sonriendo-. Y a mí no me pareces aburrida, y el equipo de preparación te adora; incluso te ganaste a los Vigilantes. En cuanto a los ciudadanos del Capitolio, bueno, no dejan de hablar de vos. Nadie puede evitar admirar tu espíritu.

Mi espíritu; eso es nuevo. No sé bien qué significa, aunque sugiere que soy una luchadora, que soy valiente o algo así. Tampoco es que no sepa ser agradable. Soy tímida, pero puedo pasar horas sonriendo si estoy con la gente que enserio me importa, además mi mama se esforzó para que mis modales sean los correctos así que no se me dan mal.

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