Un pájaro que se coloco a pocos metros de mí me avisa que está amaneciendo. Bajo la luz gris de la mañana, me examino las manos: la medicina ha transformado los parches rojo intenso en una suave piel rosa de bebé. La pierna sigue inflamada, porque esa quemadura era mucho más profunda. Le pongo otra capa de pomada y guardo mis cosas en silencio. Pase lo que pase, tengo que moverme deprisa. También me como una galleta y un trozo de carne, y bebo unas cuantas tazas de agua. Ayer lo vomité casi todo y ya empiezo a notar los efectos del hambre.Los monigotes y Matteo siguen dormidos en el suelo. Por su posición, apoyada en el tronco del árbol, creo que Brooke era la encargada de montar guardia, pero el cansancio ha podido con ella.
Aunque entrecierro los ojos para intentar examinar el árbol que tengo al lado, no veo a Lucy. Como fue ella la que me dio el aviso, lo justo es avisarle; además, si muero hoy, quiero que gane ella. Por mucho que lo haya considerado un amigo, la idea de que Matteo sea declarado vencedor me resulta insoportable.
Susurro el nombre de Lucy y los ojos aparecen de inmediato, abiertos y alerta. Me señala de nuevo el nido, yo levanto el cuchillo y hago el movimiento de serrar, y ella asiente y desaparece. Se oye un susurro en un árbol cercano y después en otro más allá; me doy cuenta de que está saltando de un árbol a otro. Apenas logro contener la risa. ¿Es esto lo que les enseñó a los Vigilantes? Me la imagino volando sobre el equipo de entrenamiento sin llegar a tocar el suelo; se merecía por lo menos un diez.
Por el este empiezan a llegar unos rayos de sol rosados, no puedo permitirme esperar más. Comparado con el dolor atroz de la subida al árbol de anoche, esto está muy facil; cuando llego a la rama que sostiene el nido, coloco el cuchillo en la ranura. Estoy a punto de serrarla cuando veo que se mueve algo dentro del nido: es el reluciente brillo dorado de una rastrevíspula que sale con aire perezoso a la apergaminada superficie gris. No cabe duda de que está algo atontada, pero la avispa está despierta, lo que significa que las demás saldrán pronto. Me sudan las palmas de las manos a través de la pomada y hago lo que puedo por secármelas en la camisa. Si no termino de cortar la rama en cuestión de segundos, todo el enjambre podría echarse encima mio.
No tiene sentido retrasarlo, así que respiro hondo, agarro el cuchillo por el mango y corto con todas mis fuerzas. «¡Adelante, atrás, adelante, atrás!» Las rastrevíspulas empiezan a zumbar y las escucho salir. «¡Adelante, atrás, adelante, atrás!» Noto una puñalada de dolor en la rodilla, y sé que una de ellas me pico y que las otras se le unirán. «Adelante, atrás, adelante, atrás.» Y, justo cuando el cuchillo llega al final, empujo el extremo de la rama lo más lejos de mí que puedo. Se estrella contra las ramas inferiores, enganchándose un instante en algunas de ellas, pero cayendo después hasta dar en el suelo con un buen golpe. El nido se abre como un huevo y un furioso enjambre de rastrevíspulas alzan el vuelo.
Siento una segunda picadura en la mejilla, una tercera en el cuello, y su veneno me deja mareada casi al instante. Me agarro al árbol con un brazo mientras me arranco los aguijones dentados con la otra. Por suerte, sólo esas tres avispas me identifican antes de la caída del nido, así que el resto de los insectos se dirigen a los enemigos del suelo.
Es el caos. Los monigotes se despertaron con un ataque a gran escala de rastrevíspulas. Matteo y unos cuantos más tienen la sensatez suficiente para soltarlo todo y salir corriendo. Escucho gritos de «¡Al lago, al lago!», e imagino que esperan perder a las avispas metiéndose en el agua. Debe de estar cerca si creen que pueden llegar allí antes que los furiosos insectos. Brooke y otra chica, la del Distrito 4, no tienen tanta suerte; reciben muchas picaduras antes de perderse de vista. Parece que Brooke se volvio completamente loca, chilla e intenta apartar las avispas dándoles con el arco, lo que no sirve de nada. La chica del Distrito 4 se aleja tambaleándose, aunque diría que no tiene muchas posibilidades de llegar al lago. Veo caer a Brooke, que se retuerce en el suelo como una histérica durante unos minutos y después se queda inmóvil.
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Spark #1
Fiksi PenggemarSi alguien le hubiera dicho a Nina Simonetti que iba a tener que vivir esta pesadilla, nunca le hubiera creído. Pasar de ser una tímida chica, con una identidad secreta y enamorada de uno de los chicos más populares de su colegio... a ser obligada...