Narra ___:He empacado todas mis cosas, vuelvo a mirar aquella recámara que fue mi mayor confidente y de la que ahora debo despedirme. Miro de nuevo mi antiguo hogar, al que jamás regresaré.
Tomamos el primer vuelo a Londres.
Al aterrizar, subo todas mis maletas a la cajuela del nuevo coche de mamá. Me acomodó en el asiento y mi madre enciende el coche rumbo a Liverpool.
—Vamos ___, quita esa cara, hazlo por mi, ¿no te gusta verme feliz?-- preguntó con descaro mi madre-.
—Supongo que a ti te gusta verme infeliz.
—Deja de decir tonterías, estoy enamorada, ¿no puedes entender?
—Yo también lo estaba y ahora me alejas de ese único amor. No lo entiendo, ¿porqué debo ir contigo? Quiero quedarme en Edimburgo, ahí esta mi vida.
—Pronto irás a la universidad y no tendrás tiempo para mi. Quiero disfrutar tu último año, entiende ___.
No me propuse seguir aquella conversación. Sabría que, como siempre, saldría perdiendo.
Viajamos por unas cuantas horas hasta llegar a Liverpool. Entramos a una avenida con magnificas casas. Algunas de estilo victoriano, francés, moderno, había de todo. Todas diferentes. Todas elegantes y grandes. ¿Qué clase de barrio era este?
—Llegamos --dijo mi madre al entrar en una especie de bosque que conducía a una enorme casa cuyo centro principal era una bella fuente.
No lo podía creer. Era una casa enamore y bellísima.
Bajamos del coche y en los escalones estaba posado un hombre con muy buen porte. Era Jim McCartney. Vestía una bermuda blanca, camisa Polo entallada y se veía radiante.
Bajé, con pesadez, del auto, deseando no estar allí.
Ni por más lindo y lujoso que fuera sería capaz de cambiar de hogar.
Mi madre corrió a los brazos del que ahora era su pareja. Le seguí con la mirada, aquella escena era infantil.
Cuando ambos recordaron que seguía allí, Jim se giró hacia mi.
—Y tú debes ser ___, es un placer --me extendió la mano y la estreché sin ánimos.
—Y usted debe ser el señor McCartney.
—Así es pero, vamos hija, no me llames señor. Puedes decirme Jim
o papá, como tú desees --se sonrió.¿Papá? ¿En serio? ¿Que se creía aquel tipo?
Lo ignoré y entre a la enorme casa blanca. Su interior era igual de majestuoso que el exterior.
Había una mesa llena de retratos a un lado de las escaleras.
Mamá tomó una foto y me la mostró.
—Mira, él es Paul, él hijo de Jim. Es una lástima que ahora no se encuentre en casa, pero ya pronto le conocerás.
Tomé aquella foto y la examiné.
Mi madre me había dado lecciones sobre la familia McCartney y me había hecho conocerles a la perfección.
Sin embargo, no había visto alguna foto de Paul.
Realmente era muy atractivo.
Pero, lo que más llamó mi atención, fue aquel rostro de bebé.
Subí las escaleras y mamá me condujo a mi habitación.
—Tú habitación estará frente a la de Paul. Ambos juntos --sonrió encantada.
Volví a ignorarle.
Entré a aquel cuarto espectacular.
Tenía el espacio perfecto para que 10 personas durmieran cómodamente en aquel salón.
Quedé asombrada y le agradecí a mi madre aquellas bonitas decoraciones. Minutos después mi madre desapareció y me aferré a no salir de aquella habitación.
Tomé la ducha más larga de mi vida.
Realmente no quería enfrentarme a mi nueva vida. Realmente no quería esta vida.
Abrí el guardarropa y encontré conjuntos de todos los colores y todos los modelos. Sin embargo ni esos colores no me harían cambiar de decisión.
Decidí comenzar a vagar por el interior de aquella mansión.
Después de inspeccionar la gran morada, mi insaciable apetito retumbó nuevamente en mi vacío estómago. Mi madre y su esposo habían desaparecido y aquello me llevaba a atenderme sola.
Comencé a caminar rezando por encontrar la cocina, la cual aún no había sido visible. Llegué a mi destino, crucé aquel pasillo y noté que el salón no estaba vacío.
Un ser rebuscaba en la nevera, estaba espaldas a mi, sólo pude distinguir su fuerte cabello marrón que le caía un poco más largo de lo normal.
Y justo cuando estaba a punto de decir alguna frase, un ladrido retumbó tras de mi lo que me hizo girar sobresaltada, aquella cabeza apenas se asomó detrás de la nevera para descubrir quien había provocado cierta molestia.
Al otro lado de la barra central de la cocina estaba posado un perro con pelaje precioso color gris blanco, era un pastor inglés que me miraba con un recelo.
Lanzaba miradas a aquel perro y al acompañante que tenía a su lado. Regresé mi mirada al que yo suponía era el hijo de Jim, Paul McCartney.
La primera impresión que vino a mi mente fue: ¡que ojos! Eran de un color hazel que me hacía acalorar. Eran tan claros igual que las avellanas que caían en mi antiguo jardín. Me impresionaba la forma en la que contrastaba con aquella tez blanca y su cabellera.
Tenía que admitir lo guapo y atractivo que aquel muchacho era, pero no debía de olvidarme del gran detalle, él era mi nuevo hermanastro, con él compartiría este indeseado año.
—Tú debes ser Paul, ¿verdad?-- me animé a hablar y controlar el miedo que se apoderaba de mi por la presencia de aquel perro, pues le temía arduamente a cualquier clase de perro.
Él se limitó a mirarme y después dirigir miradas a su acompañante, aquello me estaba molestando.
—Él mismo, y supongo que tú eres la hija de la nueva mujer de mi padre --respondió con cierta impersonalidad que me hizo realmente sentirme molesta--. ¿Tú nombre era....?
Me reprimí cualquier tipo de reacción que estuviera fuera de mis modales. Apreté los labios y proseguí denegando.
—___, mi nombre es ___ Lefroy --dije friamente.
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Maybe I'm Amazed • Paul McCartney y Tú (EN REVISIÓN)
FanfictionMe enamoré de la persona prohibida, mi hermanastro. Fue difícil aceptar que gustaba de la última persona de la que debía. Pero para cuando nos dimos cuenta, ya estábamos metidos hasta el cuello.