Capítulo 7: The Night Before

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Dedicado Beatles111

Narra Paul.

Tengo miedo --susurró de nuevo.

—Me quedaré contigo --contesté mientras me giraba para verle, las palabras fluían sin ser consciente, ¿realmente me quedaría con ella?

Mi cuerpo no me respondió a ninguna de mis peticiones, me acerqué a donde ella estaba y me recoste a su lado.

Cerró sus grandes ojos fijos y pude ver como sus hermosas pestañas me envolvían.

Pase a tomar fotografías en mi mente de su rostro. Se veía tan tranquila, sus labios recostados uno sobre el otro sin soltar insultos ante mi.

Entonces una sensación volvió a recorrerme, aquel molesto pesar en la boca del estómago me invadió.

Y por alguna extraña razón una voz interna me susurró que esta castaña me causaría miles de problemas, pero no quise escucharla.

Sus labios seguían de aquel color carmín increíble y mis dedos se dirigieron a su dirección.

Quería tocar aquellos labios, sentir su textura.

Recorrí sus labios con las yemas de mis dedos y me estremecí, ella simplemente soltó un suspiro y sin ser consciente de que lo hacía, sonreí, sonreí por algo que no entendía.

Me quedé mirándola y dormí a su lado hasta el amanecer.

Me levante, volví a acomodarla en su almohada y le lancé una mirada, jamás había dormido de aquella forma con alguna chica, es decir, jamás me había recostado con alguien con ropa intacta, jamás, y está niña había logrado lo que nadie.

Narra ___

Aquella mañana desperté con la sensación más irritable que antes pude haber experimentando.

Aquella luz mañanera que me cegaba me producía un dolor punzante y lo único que quería en aquellos momentos era morir.

Me arrastré hasta el baño en mi habitación y me miré al espejo.

Mi rostro era lo más asqueroso que jamás pude haber observado en mi. Nunca había presenciado aquellas facciones y como retrospectiva, vinieron a mi una serie de imágenes de la noche anterior y en específico una:

Había sido drogada.

Y ¿por qué? Por la culpa de una sola persona.

Paul McCartney.

Salí furiosa de mi habitación y crucé el pasillo abriendo de una manera exagerada el alcoba de Paul.

Aquella habitación eran tan obscura que sólo podía distinguir el camino hasta su cama gracias a la luz que irradiaba la entrada.

Caminé aún más furiosa al ver aquel ser despreocupado descansar.

Le removí bruscamente hasta que quite de un jalón el edredón que le cubría el cuerpo.

Agradecí que no estuviera desnudo aunque, si de agradecer se trata, también agredezco haber admirado esos buenos glúteos que se carga.

Llevaba puestos unos bóxer negros que me dejaron admirar su pronunciada espalda y sus largas piernas.

Mis ojos se desorbitaron unos segundos y volví a reaccionar.

De nuevo le moví y este sólo gruño aún con los ojos cerrados.

Maybe I'm Amazed • Paul McCartney y Tú (EN REVISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora