Capítulo 2: Encontrando la verdad

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Sonó el despertador en mi celular, lo revisé, eran las 8:00 de la mañana. Apagué la alarma y salí del cuarto con la esperanza de que la chica no hubiera sido una ladrona ninja y se hubiera robado medio pent-house.

Cuando di una mirada a la sala la chica aún seguía dormida, eso me tranquilizaba bastante. A medio camino de la sala al pasillo, me dirigí a mi cuarto por algo de ropa y darme una ducha. Llegué, busqué en el armario, agarré una camisa azul y un pantalón de vestir color mostaza con un par de zapatos de suela marrón. Entré en la ducha, el agua corría a través de mi cuerpo cuando abrí la regadera. Estuve adentro como unos 15 minutos, una ducha rápida.

Después de ese periodo salí e inmediatamente me puse ropa. Salí de mi cuarto y bajé las escaleras. Cuando llegué a un lado de la sala la chica aún seguía dormida, en serio parecía demasiado cansada.

Fui a la cocina y preparé el desayuno. Preparé dos por si ella tenía hambre. Desayuné un par de huevos estrellados con tocino y un poco de arroz blanco. Cuando terminé miré mi reloj de mano digital, marcaba las 9:30 de la mañana. Regresé a la sala después de lavar trastes. Agarré un libro que estaba en el librero, un libro en italiano y seguí leyéndolo en la parte que me había quedado. Me senté en el sillón que estaba delante de ella y esperé a que la chica despertara. El libro era una novela clásica, yo sabía hablar varios idiomas, a parte del español e inglés, sabía hablar francés e italiano, solo aprendía idiomas por diversión.

Empecé a escuchar un ruido que venía en el sillón de enfrente, dejé el libro a un lado y miré, la chica estaba moviéndose para despertar, volví a mirar mi reloj de mano, 10:00 de la mañana, me incliné hacia al frente y la miré fijamente. Cuando la chica se dio cuenta que se había dormido en mi sillón, se sentó inmediatamente, dando un panorama visual por toda la sala hasta que sus ojos reposaron en mí. Agarró inmediatamente la manta y la subió hasta que cubría debajo de sus ojos, muy apenada, puse una sonrisa al verla sonrojada.

—¿Cómoda? —pregunté con una sonrisa.

Ella no dijo nada, se puso aún más roja de lo que estaba, empecé a sentir el impulso por reír, pero me lo aguanté. Tenía que escuchar su voz.

—¿Puedo saber el nombre de la chica que durmió en mi sillón? —pregunté con mucha intriga.

La chica se quedó callada por un par de segundos y después empezó a abrir la boca, esperaba que por fin hablara.

—Xim... Ximena Díaz. —dijo con una voz entrecortada.

"Ximena", qué bello nombre, sería un nombre difícil de olvidar. La mire fijamente y esperé a que hablara, a que dijera algo, por más mínimo que fuera.

—En serio lo siento —dijo con mucha vergüenza—, no era mi intención dormirme en su sillón, de verdad lo lamento mucho, señor...

—Espera —la interrumpí—, no me digas señor porque me siento viejo, dime Sebastián, y no te preocupes, cualquiera se dormiría en un sillón tan cómodo.

Esperé a que Ximena hablara, pero no dijo nada, era un silencio muy incómodo. Pasó así unos cuantos segundos cuando escuché a sus tripas rugir, reí un poco y ella se puso aún más apenada.

—¿Tienes hambre? —pregunté mientras la veía con ternura.

Ella solo asintió con la cabeza, volví a reír un poco y ella se tapó la cara con sus dos manos, estaba tan apenada que daba mucha ternura.

—Bueno —me levanté del sillón— hay un desayuno en la cocina, solo necesito que me acompañes.

Ella me miró y luego retrocedió apoyándose de espalda en el sillón, aún seguía sentada, negó con la cabeza. Yo me volví a reír, se veía tan tierna.

Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora