Pasaron 4 semanas desde el incidente con sus padres y el casi beso que nos dimos. Estas semanas fueron algo incómodas para nosotros, por un lado, las llamadas de su madre tratando de reconciliarse con su hija, los malestares de su embarazo y yo un tanto preocupado sobre qué es lo que podía hacer Eva, aunque desde la última vez que hablamos, no volví a saber nada de ella.
Es viernes, así que no tenía nada importante que hacer hoy, solo ir a impartir clases y regresar a casa en donde Xime estaría esperándome, como desde que la conocí.
Desperté en la mañana, a la misma hora de la semana, revisé mi reloj y eran las 8 de la mañana, despejé mi mente después del sueño en que me acostaba con Xime, un sueño un tanto recurrente en la última semana. Busqué mi ropa para cambiarme y me metí a bañar. Después del tiempo suficiente, salí del baño y me cambié.
Bajé al comedor no sin antes tomar mi celular y revisar si tenía un mensaje o un correo, cuando verifiqué que no había nada importante que revisar, bajé para preparar el desayuno, miré mi reloj y eran las 9 de la mañana, comúnmente a esta hora se despertaba por lo que me apuré a preparar la comida.
Tardé relativamente poco y escuché como unos pasos se acercaban a mi presencia, justo terminé de arreglar todo cuando ella llegó en su típico pijama.
—Buenos días, dormilona.
Vi a Xime y se veía más que hermosa, ese pijama, aunque no tenía nada especial, la hace ver radiante. Además, su vientre se veía ligeramente alzado, lo cual era muy lindo y tierno de ver. Su pancita poco a poco se estaba formando y eso era muy hermoso.
—Buenos días, Sebas.
Se sentó y comenzamos a comer, fue un desayuno tranquilo, hablando de cómo se sentía con la evolución de su embarazo. La verdad me sorprendía que pudiera dormir bien a pesar de que ya no podía dormir boca arriba, solo de lado. La plática fue tranquila sin nada interesante que contar.
Acabamos de desayunar y lavé los trastes. Regresando a la sala, en donde estaba Xime, iba a llegarle de sorpresa, pero ella me avistó antes.
—Oye, Sebas, ¿puedo invitar a una amiga a venir?
—Claro, no me tienes que pedir permiso, solo avísame. ¿A quién invitas? —pregunté curioso.
—Se llama Natasha, es mi mejor amiga —respondió.
Asentí y vi en mi reloj de mano la hora, tenía que irme ya, sino llegaría tarde. Fui a mi oficina por las cosas que necesito y volví a bajar a la sala, viendo como Xime estaba muy metida en su celular.
—¿A qué hora va a venir? —pregunté.
—Entre la 1 y 2 de la tarde.
—De acuerdo —asentí con la cabeza—, recuerda que hay una única regla, no se pueden meter a mi oficina.
—Sí, mi capitán —sonrió alegremente.
—En serio eres adorable.
Agarré mi mochila, mis llaves, mi celular, mi cartera y me despedí de Xime con un tierno beso en su mejilla. Rayos, seguía sintiendo electricidad cada vez que la besaba. Cerré la puerta y me dirigí al elevador, toqué el piso de la recepción y el ascensor empezó a bajar.
Llegué a la recepción y saludé a Vanessa y a James, fui al estacionamiento del edificio y subí a mi auto, salí del lugar y empecé a conducir. Vi a Kendall en la esquina del edificio por lo que paré un momento.
—¿Esperas algo? —pregunté bajando el vidrio del auto.
—Mi auto se descompuso, estoy esperando un taxi. Necesito ir al centro comunitario "San Cristóbal".
ESTÁS LEYENDO
Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1
RomanceSebastián Flores es un profesor que vive en un pent-house en Los Ángeles (California), tiene un pasado que lo atormenta, pero en una noche sin consuelo, llega a su hogar una chica embarazada justo a media noche. ¿Podrá Ximena Díaz hacerlo recuperar...