Capitulo 14: Una mañana extraña

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Desperté en la mañana. Mejor dicho, me despertó Xime, fue demasiado lindo, ya que lo hizo cantándome "feliz cumpleaños", nunca nadie me había despertado así, por lo que fue un revuelo de emociones para mí.

Xime se me acercó, se acostó junto a mí después de cantarme, juro que su voz es hermosa. Y con un panqué de chocolate y encima una vela, me dijo:

—Feliz cumpleaños, amor —me dio un beso.

Yo de alguna u otra forma estaba sonrojado, no sabía exactamente cómo reaccionar, sólo sentía una intensa felicidad. Una de las razones por las cuales me enamoré de ella es porque es capaz de cambiar mi estado de ánimo a bien en un segundo.

—Pide un deseo, mi cielo —dijo.

Soplé y apagué la vela, la miré fijamente a sus hermosos ojos esmeralda, no podía creer que un universo podía esconderse en un par de gemas verdes.

—Estás conmigo, ese es mi deseo —expresé dándole un beso.

Dejé el panqué en el buró de al lado de la cama e inmediatamente inició una sesión de besos, intenté no pegarme demasiado a ella, ya que con su vientre cada vez más alzado habría menos espacio para moverse.

Empecé a mover mis manos sobre su cuerpo, su cadera tocándola suavemente, explorando cada vez más su cuerpo. Justo como el sueño que había tenido. Cada vez mi tacto de hacía profundo e intenso, quería tenerla, quería hacerla mía.

—Sebas, no —dijo quitando mis manos de su cuerpo.

Lo admito, eso fue frustrante. Esto no fue exactamente mi sueño. Dejé un pequeño beso en su dulce boca y me separé un poco de ella.

—En serio lo siento, es que aún no me siento lista.

—Está bien, mi amor, comprendo.

Le sonreí. Sabía que este tema era un poco delicado y complejo para ella, por lo que entenderla era lo mejor para que no presionarla y se sintiera mejor.

—¿No se supone que no puedes hacer nada?, ¿por qué subiste las escaleras hasta aquí?

—Eso es algo que no entiendo, ¿por qué los hombres creen que cuando estamos embarazadas no podemos hacer nada? —noté un poco de irritación en su voz.

—La doctora dijo que no podías hacer esfuerzo físico, recuerda eso. Sólo me preocupo por ti.

—Estoy bien, amor, en serio —me dio una linda sonrisa—. Ahora come tu pan.

Sonreí y reí un poco, me traía loco de amor, su personalidad en serio me encantaba. Le di un bocado a mi panqué quitando la vela previamente, le invité a que lo probara.

—¿Quieres? —pregunté señalando aquel postre.

—No, gracias, así estoy bien.

Eso me sorprendió bastante, a ella le encanta el chocolate, por lo que negarse a probarlo fue extraño.

—¿Tú negándote al chocolate? Eso es raro.

—Es por mis antojos, ahora no tengo ganas de eso, por lo mismo traje estos —dijo agarrando un paquete de unas galletas saladas.

La verdad no había notado la presencia de aquellas galletas. Le sonreí y empecé a comer mi delicioso panqué.

Así pasó el tiempo, tuve que salir de la cama y ayudarla a que bajara las escaleras hasta la sala, a pesar de su negativa de ayudarle. Me preguntaba si no le habrá afectado subir escaleras.

Ya en la sala y viéndola en su pijama me di cuenta de que no había imagen más bella que ella embarazada. Preparé el desayuno, algo sencillo, pero consintiendo en sus antojos, desayunamos lenta y tranquilamente, hablando de cosas vanas e ignorándome cada pregunta que le hacía sobre la fiesta que me haría.

Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora