Capítulo 3: Una propuesta

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 Se sorprendió de lo que dije por unos segundos y luego bajó la mirada, eso me confirmó que sí lo sabía. Solo esperaba a que me respondiera.

—¿Cómo lo supiste? —tenía la mirada abajo.

—Para empezar, desayunaste en tiempo récord, además de que vomitaste y sé que mi comida no es como para enfermarse, mi... —demonios, el recuerdo aún dolía— mi amiga estaba embarazada, entonces sé de eso.

La miré fijamente esperando a que me dijera algo, pero no respondió, se quedó completamente callada. Realmente me daba ternura y no sabía que decirle exactamente. Me sorprendí bastante cuando mis sospechas fueron confirmadas.

—Revisé la dirección que me diste anoche, me di cuenta de qué es lo que era, por eso querías ir allí, pero aún tengo dudas, ¿tus padres lo saben o el padre el bebé?

Inmediatamente se paró y sabía que había sido estúpido lo que le había dicho. Se puso nerviosa y ansiosa, temía que eso sucediera.

—Lo siento, creo que es mejor que me vaya —dijo un poco con pánico.

Empezó a caminar rápido hacia la puerta de la entrada, me paré inmediatamente y antes que pudiera llegar, me detuve en frente de ella, la miré fijamente a los ojos, esos ojos tan hermosos como los jades. Me miró atenta.

—Espera, perdón, fui un idiota, no debí de preguntar eso.

—Lo sé, pero me tengo que ir.

Lo que dijo me dolió bastante, fui un gran idiota, debía darme cuenta de que ese tema era delicado. Se movió a un lado para encontrar la manija de la puerta, pero otra vez mi cuerpo se cruzó de frente. No iba dejar que la chica se fuera así cómo así.

—¿Quieres ir a ese lugar? Porque puedo llevarte.

—Sí —asintió con la cabeza.

—Ok, deja tomo mis llaves y nos vamos.

Subí rápidamente a mi cuarto, tomé mis llaves y mi celular. Bajé y Ximena me esperaba en el marco de la puerta, la abrí y cuando salimos cerré la puerta. Bajamos por el elevador, el camino era silencioso y muy incómodo, intenté romper la serenidad mientras descendíamos seis pisos.

—En serio, perdón, te pido mil disculpas si te incomodé con la pregunta que te hice, no fue mi intención, fui un completo idiota.

—Sí, ya no pidas perdón, no lo sabías.

Realmente ese tiempo fue muy incómodo. Bajamos los seis pisos y salimos del elevador, ya le había pedido a James que me trajera el auto desde que salimos de casa. Cuando llegamos a la calle ya estaba el coche allí, era un BMW X1, un auto algo grande para una sola persona. Saludé a James, era un hombre mayor que yo, alrededor de los 40, un buen hombre la verdad. Le extendí la puerta del copiloto para que pudiera entrar, yo me pasé al volante y conduje.

—Oye, primero, antes de llegar, tengo que ir al centro comercial, ¿no hay problema?

—No —negó con la cabeza—, no hay problema.

Asentí viendo fijamente hacia el camino. Como las cosas se ponían súper silenciosas e incómodas, intenté romper el hielo.

—Y... ¿Cuántos años tienes, Ximena?

—¿De cuántos me veo?

—No lo sé, como de unos 4 —me reí y ella también lo hizo.

—¿Y tú cuántos tienes?, ¿40?

—Ja, para tu información —la volteé a ver rápidamente—, tengo 27 —volví a ver al camino.

—De acuerdo, eso creí, yo tengo 19.

Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora