Capítulo 24: La decisión mas dolorosa

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Ese momento, esa imagen, era lo peor que podía existir. Un miedo, del tamaño de Diana, me invadió, y suplicaba para que no se repitiera mi historia.

—No, por favor, otra vez no.

Decía en un semi-grito desesperado, yendo hasta ella lo más rápido que pude. La bala había impactado su pecho, por fortuna o como sea que le quieran llamar, no llegó hasta su corazón, pero sí estaba cerca de él.

La agarré entre mis brazos y veía cómo su sangre salía de su cuerpo, manchando toda su ropa. Ella estaba inconsciente, pero aún respiraba, aunque su pulso estaba bajo. Agarré la chamarra que tenía a un lado e intenté parar la hemorragia.

—Lo siento, no era mi intención... —dijo Ethan atemorizado.

—¡Cállate! Ayúdame a salvarla.

En ese momento fue hasta mí y me ayudó a parar la hemorragia, su pulso, muy bajo, logró al menos mantenerse constante, pero sabía que, si no la llevaba a un hospital rápido, ella no iba a sobrevivir.

—Voy a llamar a una ambulancia —dijo agarrando su teléfono.

—No, tardarán 20 minutos en llegar. Mejor ayúdame a abrir la puerta.

La agarré, la levanté cuidadosamente y la cargué, tenía que llevarla a un hospital ya. Ethan abrió la puerta de la bodega y salí inmediatamente.

—Voy contigo —dijo detrás de mí.

—No, tú quédate aquí hasta que llegue la policía.

No volteé hacia atrás y corrí todo lo que pude hasta la camioneta, en donde esperaba con toda mi vida que Kendall estuviera atenta y cumpliera lo que le había dicho.

—¡Kendall!

Grité cuando me acercaba al auto. Ella tardó un par de segundos para darse cuenta de lo que había pasado, que tenía cargada casi sin vida a Xime y que necesitaba atención médica de urgencia. Abrió la puerta de atrás rápidamente y regresó hasta el asiento del chófer. Metí a Xime con cuidado intentando que la hemorragia no reanudara, y cuando puse el último pie dentro, ella arrancó el coche de inmediato.

Me desgarraba ver a Xime al filo de la muerte, ver cómo su vida poco a poco se desvanecía y tener un inmenso temor de perderla. Me odié, me odié como nunca en mi vida, no pude evitar esto, no pude evitar que no le pasara nada, no pude evitar que sufriera daño. Me sentía nada, sentía que valía menos que nada.

Todo se sintió como Diana, la forma en cómo los había perdido, y que se repitiese, era un destino que parecía escrito. Aún seguía confundido, no comprendía porque estaba en ese lugar, ni porque David había aparecido justo ahora, y menos del porque ella me había dejado en la mañana. Todo cada vez se hacía más confuso y yo seguía sin respuestas.

Necesitaba llamar al hospital para que supieran que íbamos para allá y tomaran todas las precauciones necesarias.

Emergencias, ¿en qué le puedo ayudar? —habló una señorita al otro lado del teléfono.

—Tengo a una mujer embarazada que recibió un disparo de bala, vamos para el hospital ahora mismo.

Está bien, una camilla la estará esperando...

La señorita me tomó los datos pertinentes y me dio los cuidados necesarios para que llegara estable al hospital. Tardamos unos minutos y llegamos, en donde la doctora White y un par de enfermeras nos estaban esperando. La bajé con cuidado y me ayudaron a subirla a la camilla.

—¿Hace cuánto que sucedió? —preguntó la doctora.

—Hace 5 minutos.

Corrimos hasta desde la entrada al hospital. Me preguntaba qué tan grave sería la situación de mi amor, y siendo muy sincero, esperaba que no fuera muy grave, aunque mi corazón eso era lo que más temía.

Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora